En el país de los cedros

"Estoy contento de vivir aquí y agradezco a Dios la oportunidad que me ha dado de servir a la Iglesia ayudando en los comienzos de la Obra en El Líbano". El chileno Ignacio Pérez de Arce cuenta cómo es su vida en este país.

Ignacio da a conocer el espíritu de la Obra con ocasión de actividades culturales y deportivas.

Durante mi infancia la primera página de los diarios estuvo con gran frecuencia dedicada a los combates y destrucciones en Beirut –recuerda Ignacio–. Luego la guerra terminó, dejó de ser noticia, no salió más en los diarios, y en mi subconsciente quedó esa imagen de la ciudad destrozada, a la que no le di más importancia, hasta ese día de finales de 1997, cuando surgió la posibilidad de ir a Beirut para ayudar en el comienzo del trabajo de la Obra.

Con esa nueva perspectiva, me dediqué a reubicar El Líbano en el mapa (la geografía nunca ha sido mi fuerte) y a leer todo lo que Encarta decía sobre lo que, en pocos días, sería mi nuevo país. Así descubrí que en Chile, como en todas partes, hay más libaneses de los que pensaba.

Cuando aterricé en Beirut, los de la Obra, que estaban allí desde hacía un año, fueron a buscarme al aeropuerto. A pesar de que todo era nuevo, cuando llegué al Centro me sentí entrando "a mi casa", cosa que sólo se comprende cuando se ha experimentado personalmente lo que significa que la Obra es una familia.

Variedad litúrgica

Ignacio considera que El Líbano tiene características muy interesantes y significativas para el trabajo y la historia de la Obra. Sin pretender seguir un orden jerárquico, destaca los siguientes aspectos:

Casa de retiro en El Libano.

Lo primero que me llamó la atención es que no había que cristianizar al país, ya que el mismo Cristo estuvo en El Líbano hacia el año 30, más o menos. Si pensamos que el primer cristiano llegó a Chile alrededor de 1515, nos daremos cuenta que El Líbano es Tierra Santa, y se nota.

Lo segundo que impacta son los diferentes ritos. Estamos acostumbrados a ser "católicos", sin más. Pero aquí los "católicos" tienen apellido litúrgico: "maronita", "greco-melkita", "caldeo", etc. Todos ellos son católicos, apostólicos y romanos, pero no latinos, como en Chile. Así, en El Líbano podemos encontrar fieles del Opus Dei de rito latino y también numerarios, supernumerarios y sacerdotes que celebran la Santa Misa y reciben los Sacramentos de manera diferente a la nuestra.

Luego está el mundo árabe y, concretamente, el Islam. En esta región los musulmanes son predominantes. Hay aproximadamente 1.500 millones en el mundo, y El Líbano constituye una posición clave, pues es uno de los pocos lugares donde los cristianos y los musulmanes convivimos en igualdad de condiciones y en un clima de respeto mutuo.

Las conversaciones con los amigos y colegas abren horizontes de coherencia cristiana.

Finalmente están las características propias del país mismo, la cultura, el carácter de la gente, el idioma, el clima, la situación política y económica, el tráfico en las calles, etc. Como en todas partes, aquí hay cosas buenas y menos buenas, pero el balance es ampliamente positivo, y para un extranjero resulta generalmente fácil ambientarse en el país.

Los libaneses toman el relevo

Ayudar en los comienzos de la Obra aquí es algo que se hace de manera muy natural, porque no somos misioneros sino cristianos corrientes. Por lo tanto el desarrollo de las labores apostólicas del Opus Dei se realiza simplemente viviendo su espíritu, lo mismo en Chile, que en Roma o en Beirut. Trabajo en una empresa de informática, cumplo un horario como todos mis colegas, gano mi sueldo con esfuerzo, como todos ustedes, y animo a mis amigos a confesarse, a ir a Misa, a rezar, a ofrecer su trabajo, a hacerlo bien. Algunos de ellos comienzan a tener dirección espiritual, otros vienen a los medios de formación.

Los escritos de San Josemaría han sido traducidos al árabe.

Luego vamos poniendo las bases para que la Obra sea más conocida: traducir los libros de San Josemaría al árabe, construir los Centros y Casas de Retiro donde se realiza la labor apostólica, comenzar un Club, un colegio… Y haciendo lo mismo que en todas partes y que es lo que da frutos: charlas, meditaciones, círculos, retiros, catequesis, visitas a los más necesitados, actividades culturales y deportivas, excursiones y sobre todo esas conversaciones con nuestros amigos y colegas que abren horizontes de coherencia cristiana, apostolado, generosidad con Dios y con los demás. Con la gracia de Dios llegan a la Obra vocaciones de libaneses, que van ampliando las actividades, tomando el relevo y haciendo la Obra ellos mismos, como nosotros vimos hacer a don Adolfo Rodríguez y a los primeros que vinieron a Chile enviados por San Josemaría para iniciar la labor del Opus Dei.

Conferencia del Obispo.

Estoy contento de vivir aquí y agradezco a Dios la oportunidad que me ha dado de servir a la Iglesia ayudando en los comienzos de la Obra en El Líbano. Lo más importante es ser generoso para hacer lo que Dios pida, y vivir la propia vocación con la mayor fidelidad posible.