El traslado a Madrid de los restos de D. José Escrivá

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

Don José Escrivá y Corzán, padre de don Josemaría, falleció de forma repentina en Logroño el 27 de noviembre de 1924, pocas semanas antes de que su hijo fuera ordenado diácono en Zaragoza. Sus restos recibieron sepultura en la capital de La Rioja. Antes de irme a vivir a Diego de León, había oído pocas cosas de él: sabía que había sufrido en Barbastro algunos duros reveses económicos, por lo que la familia se había trasladado a Logroño; que al morir tenía unos cincuenta años; y poco más. Ya en Lagasca fui conociendo más datos de la familia del Fundador, aunque por entonces él nos contaba muy poco de ella: nuestro interés por su familia chocaba con su humildad y delicadeza.

El 22 de abril de 1942, primer aniversario del fallecimiento de la Abuela, se celebraron en Diego de León tres misas en su sufragio: una la dijo don Arturo -un sacerdote amigo-, otra el Padre y la tercera Fray José López Ortiz. Cantamos además un responso por su alma. En la noche de ese día estuvo el Padre con nosotros en la tertulia y nos habló de sus padres. Después de unos días en que guardó cama por fuertes dolores de espalda, el Padre salió el 27 para Logroño en coche, con Ricardo Fernández Vallespín, y regresó el 29. El motivo de ese viaje fue recoger los restos de su padre, don José, y trasladarlos a Madrid. Velamos esos restos en el oratorio de Diego de León. Al día siguiente, el Padre celebró la misa en sufragio por su padre, a la que asistió Carmen con nosotros. Por la tarde, se llevaron los restos mortales de don José al cementerio, donde se inhumaron junto a los de doña Dolores. Años más tarde, el 31 de marzo de 1969, los restos de don José y doña Dolores fueron trasladados desde el cementerio de La Almudena a la cripta que se construyó en Diego de León al reformar la casa.