“La fiel y generosa disponibilidad de los sacerdotes a escuchar confesiones, siguiendo el ejemplo de los grandes santos de la historia, desde San Juan María Vianney hasta San Juan Bosco, desde San Josemaría Escrivá hasta San Pío de Pietrelcina, de San Giuseppe Cafasso a San Leopoldo Mandic, demuestra que el confesonario es un “lugar” real de santificación”.
Fue durante el encuentro con los participantes en el curso sobre el fuero interno organizado por la Penitenciaría Apostólica . El Papa les dijo que cada confesión es una lección de humildad y de fe para el sacerdote y les recordó que no son ellos los que perdonan sino Dios.
Benedicto XVI destacó la importancia de que quien va a confesarse cuente sus pecados al sacerdote porque “muchas veces es la única ocasión para hablar en profundidad” de temas de conciencia.
Dijo que los consejos que da el sacerdote durante la confesión sirven para mejorar la capacidad de juicio de los propios actos y la curación interior.