Tomás Melendo se centró en algunas enseñanzas del beato Josemaría aplicables a la tarea educativa que se desarrolla en el ámbito familiar y explicó varias claves para la consecución de una vida feliz. "El crecimiento amoroso de las virtudes permite llevar una vida plena, "vivir a tope", ser felices –señaló- y las genuinas virtudes nos enseñan a descubrir y gozar de los bienes de más categoría, los únicos capaces de generar en nosotros una dicha definitiva".
Para el catedrático de la Universidad de Málaga, los escritos y la predicación del Fundador del Opus Dei sobre este aspecto fueron "clarividentes" y, para explicarlo, recordó unas palabras publicadas en Forja que resumen este pensamiento: "Cada vez estoy más persuadido: la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la tierra".
Otra cuestión abordada por Melendo fue la del amor humano. Según explicó, en la vida y en la doctrina del beato Josemaría existe una palabra que se eleva por encima de todas las restantes: "amor". En su opinión, basta echar un vistazo al más conocido de sus libros para advertirlo. "El primer punto de Camino comienza así: "Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor". Y el que cierra esta obra, el 999, resume: "¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. -Enamórate y no «le» dejarás".
Para Tomás Melendo, "lo que confiere a cualquier tarea humana su radical dignidad es el amor con que se realiza", una idea en la que insistía el beato Escrivá de Balaguer y con la que contribuyó decisivamente al engrandecimiento contemporáneo del trabajo.
Melendo recordó algunas palabras de su predicación que han abierto nuevas perspectivas a muchos cristianos: "Conviene no olvidar, por tanto, que esta dignidad del trabajo está fundada en el Amor. El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido. Y puede amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo, que nos constituye miembros de su familia, que nos autoriza a hablarle también de tú a Tú, cara a cara. Por eso el hombre no debe limitarse a hacer cosas, a construir objetos. El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor". (Es Cristo que pasa, n. 48).