El Centenario de Josemaría Escrivá

Artículo escrito por Mons. Tomás Gutiérrez, Vicario Regional del Opus Dei en España y publicado por la revista Ecclesia.

Josemaría Escrivá (1902-2002)

Se conmemora este año el centenario del nacimiento de Josemaría Escrivá, nacido en Barbastro en 1902. Con este motivo -y con el de su próxima canonización-, hemos recibido en el Opus Dei abundantes muestras de afecto por parte de pastores y fieles de la Iglesia en España. Quiero agradecerlas vivamente desde estas páginas, por lo que suponen de comunión eclesial y de veneración hacia la figura del beato Josemaría, cuya personalidad y enseñanzas son cada vez más conocidas.

El beato Josemaría, como es sabido, estudió en los Seminarios de Logroño y Zaragoza, donde fue ordenado sacerdote en 1925. Tres años después, tras ejercer su ministerio en una parroquia rural primero y luego en Zaragoza, fundó, el Opus Dei en Madrid, "por inspiración divina" (como afirma la Constitución Apostólica Ut sit), el 2 de octubre de 1928, mientras desarrollaba una intensa labor pastoral entre los pobres y enfermos de las barriadas mas desfavorecidas de esta ciudad.

En 1946 se trasladó a Roma, donde residió hasta su fallecimiento el 26 de junio de 1975, tras gastar toda su vida en la misión que Dios le había confiado: hacer el Opus Dei, esta realidad viva de la Iglesia, y difundir su mensaje evangélico por los cinco continentes.

Sentido de un centenario

Aunque todo centenario sea una conmemoración de sucesos históricos, en este caso la mirada al pasado no es lo más importante. La fidelidad al legado espiritual del beato Josemaría lleva a los fieles del Opus Dei a mirar sobre todo al futuro, y a pedir luces al Espíritu Santo para seguir anunciando a Jesucristo conforme al carisma que Dios confió al fundador.

Hay una idea-guía que preside este Centenario. Nace de una consideración que Josemaría Escrivá puso por escrito en el párrafo nº 163 de su libro Es Cristo que pasa: "es de Cristo de quien hemos de hablar, no de nosotros mismos".

Con motivo de esta efemérides deseamos, fundamentalmente, llevar el anuncio de Cristo a infinidad de personas. Está siendo una experiencia de fe: una ocasión para recordar las grandes verdades del Evangelio a creyentes y no creyentes; a personas cercanas y alejadas de la Iglesia. Esta es -para las mujeres y los hombres del Opus Dei - la tarea y el reto de este Centenario.

Un reto, porque no se trata simplemente de recordar, de repetir. Esta efemérides es una ocasión para reflexionar sobre el mensaje que Dios confió al beato Josemaría y un momento de gracia para encontrar nuevas luces, nuevos horizontes apostólicos, nuevos modos de servir a la Iglesia.

El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, nos ha recordado que estos eventos deben llevar a los fieles del Opus Dei y a los que participan de sus apostolados, a una íntima conversión interior y a una renovación espiritual que sea motor de nuevos afanes evangelizadores. Sin humildad, sin oración, sin sacrificio, sin un encuentro personal con Jesucristo en el Pan y la Palabra, sin caridad y solicitud por los hermanos, todo se quedaría en simple ruido.

Mons. Echevarría tuvo ocasión de expresar esta misma idea en presencia del Santo Padre, durante la audiencia que concedió a un grupo de fieles del Opus Dei el 17 de marzo de 2001: "El único deseo que anima la actividad apostólica de la Prelatura es -como afirmaba el Beato Josemaría Escrivá- servir a la iglesia como la Iglesia desea ser servida, como cada miembro sirve al resto de los miembros del cuerpo. Deseamos pues, continuar trabajando de este modo, en estrecha sintonía con las Iglesias locales y sus respectivos Pastores.

"Sin embargo, a pesar de la variedad de cada situación local, hay algunas constantes que deseo resaltar. porque constituyen rasgos característicos de la tarea pastoral. Son los argumentos-fuerza de la Carta apostólica Novo millennio ineunte: la búsqueda de la santidad como fin último de la evangelización; la pedagogía de la oración; la preparación a los sacramentos; la caridad; la unión de la Iglesia; el ecumenismo; la solidaridad.

"El Beato Josemaría Escrivá recordó, en una época en la que el laicismo intentaba arrojar de este mundo a Dios, que las actividades terrenas guardan dentro de sí la huella imborrable de Cristo Encarnado; que esas actividades pueden convertirse en medio de santidad y de encuentro con el Señor. Para llevar a Cristo al centro de las realidades humanas es necesario tenerlo primero en el centro del alma y del corazón: ésta es la médula y la esencia de nuestro programa pastoral".

Un horizonte pastoral

El horizonte pastoral se concreta este año para cada fiel del Opus Dei, con la ayuda de la gracia del Señor, en un afán de conversión y en un esfuerzo para presentar las enseñanzas de Jesús a los que le rodean de forma renovada, poniéndose en lugar del que escucha, y ayudándole a superar sus dificultades.

Son bien conocidas las interferencias -digámoslo así- que encuentra el mensaje cristiano por parte de una mentalidad de raíz materialista, y por parte de un laicismo que niega a Dios o intenta relegarlo al campo de la esfera privada del creyente, para que no repercuta en el mundo en que vive, como si fuera un ciudadano de segunda categoría.

Este es nuestro reto como cristianos; y ésta es nuestra tarea, el empeño evangelizador en el que los fieles de esta Prelatura trabajamos codo con codo con miles de cristianos de la Iglesia en España, aportando nuestro carisma y procurando aprender de todos.

Sabemos bien que los diversos caminos y carismas que el Espíritu ha suscitado en su Iglesia se complementan y son un bien en la misión evangelizadora. Citaré un ejemplo entre muchos: los fieles de la Prelatura del Opus Dei -sacerdotes y laicos que ejercen su profesión en medio del mundo, mujeres y hombres de diversas mentalidades y ámbitos sociales, entregados a Dios en el celibato o en el matrimonio, que viven en muy diversas situaciones (padres y madres de familia, jóvenes profesionales, ancianos, enfermos personas que sufren las consecuencias del paro, etc.)- contamos día tras día con la fuerza espiritual que nos alcanzan del Señor, con sus oraciones, las comunidades de religiosas cooperadoras del Opus Dei, que por la gracia de Dios ya se cuentan por cientos.

Esa oración, escondida a los ojos de los hombres, vivifica todo el Cuerpo de Cristo y en nuestro caso, nos alienta decisivamente en la lucha diaria.

Los santos hacen la Iglesia

En este año en que estamos viviendo una página decisiva en la historia del Opus Dei, pedimos luces al Espíritu para que nos ayude a hacer Iglesia y ser responsablemente Iglesia, como deseaba el beato Josemaría. Pedimos luces también para acertar a mostrar, en medio de nuestros errores y limitaciones, la plena actualidad de lo que escribió en el punto nº 301 de Camino: "Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. -Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana. -Después... "pax Christi in regno Christi" -la paz de Cristo en el reino de Cristo".

El Papa Juan Pablo II lo ha recordado en diversas ocasiones: son los santos los que hacen la Iglesia: los santos que la Iglesia lleva a los altares, y esos miles de santos desconocidos que viven y mueren en el silencio, sin que nadie lo advierta.

Estamos comprometidos, en comunión con todos los fieles de la Iglesia, en ese empeño de santidad personal y de apostolado. Una santidad que, por vocación divina, en los fieles del Opus Dei debe encarnarse en las diversas circunstancias de su vida cotidiana, a pesar de sus miserias personales; una santidad que debe hacerse vida en las circunstancias en que Dios les ha puesto.

En esas realidades diarias deben vivir comprometidos con la fe, sin escapismos de ningún tipo. En el hogar, en el comercio, en el hospital, en el mundo del arte y del deporte, en los ámbitos de la investigación y de los diversos servicios a la sociedad, en todos los trabajos honrados, deben tratar y contemplar a Dios; en medio de los afanes de cada día, en el trabajo y en el descanso, nel bel mezzo della strada, expresión italiana que tanto gustaba a Josemaría Escrivá: en medio de la calle.

El Centenario de nuestro Fundador nos recuerda que debemos afrontar, con fe renovada, en comunión con los pastores y con la audacia de los primeros cristianos, los problemas que aquejan a la humanidad en la hora presente: el respeto de la persona, la disgregación de tantas familias, la violencia, el hambre, la banalización del sexo, la búsqueda del sentido de la vida... De este modo, contribuiremos a superar ese divorcio entre la fe y la vida diaria que como recordaba la Gaudium et Spes, nº 43, es uno de los errores más graves de nuestra época.

Iniciativas de solidaridad

La prensa se ha hecho eco de varias iniciativas profesionales de carácter solidario y asistencial que han nacido con motivo de este Centenario, promovidas por fieles del Opus Dei, junto con otros fieles y personas de buena voluntad. Estas dos iniciativas nacen pequeñas, y se unen a muchas otras de ese mismo tipo, ya consolidadas y con muchos años de existencia.

Han surgido en dos grandes ciudades -Barcelona y Madrid-, con el afán de colaborar con la resolución de problemas de la sociedad española actual, como las dificultades de integración que encuentran los emigrantes y la difícil situación de muchas personas mayores que viven en soledad.

Nos estimula en esta tarea la experiencia y la entrega de tantos cristianos a título personal y de las instituciones de la Iglesia que trabajan tan eficazmente en estos campos desde hace siglos. Las palabras del Santo Padre, con motivo de su último encuentro con los fieles del Opus Dei -que Ecclesia recogió en la sección "Documentación" el 7 de abril de 2001 (pág. 527)-, nos alientan al trabajo apostólico diario:

"No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!" (Carta apostólica. Novo millennio ineunte, 29). Al mundo, a cada uno de nuestros hermanos los hombres, los cristianos debemos abrir el camino que lleva a Cristo. "Tu rostro busco, Señor" (Sal, 27, 28). El Beato Josemaría, hombre sediento de Dios, y por eso, gran apóstol, solía repetir esa aspiración. "En las intenciones sea Jesús nuestro fin; en los afectos, nuestro amor; en la palabra, nuestro asunto; en las acciones, nuestro modelo" (Camino, 271)

"Es tiempo de dejar a un lado todo temor -nos decía el Santo Padre-; y lanzarnos hacia metas apostólicas audaces. Duc in altum! (Lc, 5,4); la invitación de Cristo nos estimula a remar mar adentro, a cultivar sueños ambiciosos de santidad personal y de fecundidad apostólica. El apostolado siempre es desbordamiento de la vida interior. Ciertamente, también es acción, pero sostenida por la caridad. Y la fuente de la caridad está siempre en la dimensión más íntima de cada persona, donde se escucha la voz de Cristo, que nos llama para remar con él mar adentro. Que cada uno de vosotros acoja esta invitación de Cristo a corresponderle con generosidad renovada cada día" (Cfr. "O.R." en español, 23-3-2001).

He intentado en estas líneas resumir los afanes y los empeños de los fieles del Opus Dei en este año 2002, en el que estamos experimentando más vivamente que nunca el cariño y el afecto de tantas instituciones y realidades apostólicas de la Iglesia. Damos gracias a Dios, como un don del Espíritu, por esta reconfortante comunión eclesial, de la que hablaba el Concilio Vaticano II en su Decreto Ad Gentes (Cap. I, 4): "El Espíritu Santo "unifica en la comunión y en el servicio y provee de diversos dones jerárquicos y carismáticos", a toda la Iglesia a través de los tiempos, vivificando las instituciones eclesiásticas como alma de ellas e infundiendo en los corazones de los fieles el mismo impulso de misión del que había sido llevado el mismo Cristo".

Tomás Gutiérrez Calzada // Ecclesia