El Braval

BARCELONA METRÓPOLIS. Revista de información y pensamiento urbanos Nº 77. Invierno (enero - marzo 2010) (23.02.10). P. 106-107

El Braval Texto Gregorio Luri

Fotos Cristina Carulla

Bajo por Joaquim Costa con la intención de girar a la derecha en la calle del Carme, pero al ir a doblar la esquina me fijo en que enfrente se abre una callejuela con un nombre tan provocador que resulta irresistible: calle del Mal Nom. Se trata de un callejón umbrío que, a primera vista, no parece en condiciones de justificar su nombre. Es, eso sí, retorcido, con forma de "L". Un arco que no carece de cierta gracia lo comunica con la calle de Picalquers. Me detengo junto al número 9 a tomar cuatro notas, pero apenas me da tiempo a comenzar a escribir. Desde algún balcón de los pisos más altos, saltándose el preceptivo "¡Agua va!" de antaño, han arrojado un cubo de agua que me alcanza de lleno. Quiero creer que es agua. Me alejo intentando secarme como puedo, mirando con rabia incontenida a los balcones repletos de plantas y ropa puesta a secar. Hay algo siniestro en esos balcones entreabiertos y desiertos. Las mismas plantas parecen sostenerse frágilmente sujetas a la poca luz que las ilumina. Hay botellas de butano y plásticos desgastados cubriendo los tendederos.

El propietario de McFavour (Afro/European Alimentation) me ve pasar sin inmutarse. Atravieso un segundo arco y me sumerjo en el sol que inunda la calle Riera Baixa. Un vagabundo se me echa encima nada más verme. Reconozco algunas palabras búlgaras y le saludo en su idioma. Me responde con una sonrisa tan agradecida que casi compensa el chaparrón de Picalquers. Me acompaña hasta la calle Hospital hablándome de Plovdiv, de los montes Rodope y de la raquía, la bebida nacional de Bulgaria, mientras un niño de piel cobriza hace piruetas sobre una bicicleta. En la calle Hospital no hay ropa tendida en los balcones, sino pancartas. "Volem un barri digne", dicen. Me detengo un momento en el número 133. "Joseph Afro-Caribe. Import-Export. Alimentació general i tropical. Cosmètics". Un cartel del escaparate me llama poderosamente la atención. "Jesus Faithful Ministries. Present Historical Program. Deliverance and Miracle Service. 13th July 2009-19th July 2009. Theme: The enemy summit. Host: Pastor Francis Adabanka. Guest Speaker: Pastor Austin Okadiram". Tomo nota y sigo mi camino dejando a la izquierda la Rambla del Raval -Ramblakistán, la llaman algunos- con el gato de Botero guardando el barrio. Me cruzo con turistas de diseño que mordisquean bocadillos de diseño siguiendo los consejos de guías de diseño y, finalmente, alcanzo la calle de la Cera. La ropa tendida y las flores sustituyen a las pancartas. Dejo atrás un local de Internet, Ali-Ali, y una asesoría laboral y fiscal con la persiana bajada desde hace bastante tiempo.

Al pasar junto a la calle d’en Botella, me acerco hasta el número 7, donde se halla uno de los lugares musicalmente más vivos de toda la ciudad, el Big Band, auténtico templo de todos los amantes del rock, y tomo nota de los próximos conciertos. Volviendo sobre mis pasos voy a dar, en la confluencia de la calle de la Cera con Reina Amàlia, con todo un clásico del Raval, Can Lluís, que anuncia el Menú MVM (Manuel Vázquez Montalbán): "Primer, olleta d'Alcoi; segon, cabrit al forn; postres, xines de Can Lluís. Cafè. 24,90 euros més IVA". También esto es el Raval. O mejor: el Raval no sería hoy lo que es sin esta mezcla de hedonismo, tradición y crudeza multicultural.

Junto a Can Lluís está mi destino, la sede de Braval. La puerta de entrada está flanqueada por siete contenedores de basura bien alineados. Los del Braval han puesto junto a ellos un cartel: "Por favor, depositen las bolsas de basura dentro de los contenedores". En la puerta de entrada hay información sobre el Casal d'Estiu, del 29 de junio al 24 de julio, dirigido a niños de siete a catorce años. Inicia sus actividades diarias a las 9 h y las concluye a las 17.30. Por veinte euros semanales los niños participan en actividades deportivas (fútbol, básquet, excursiones, piscina), talleres (maquetismo, catalán, ordenadores), juegos, visitas culturales, "y mucho más". Las fotos que acompañan la información muestran niños sonrientes. Vistas desde la calle parecen imágenes de otro mundo.

En los 1,1 kilómetros cuadrados de extensión de este barrio arrabalero (el Raval fue el arrabal o barrio extramuros de la Barcelona medieval) viven casi cincuenta mil personas. Es uno de los lugares más densamente poblados del planeta. El 48% de los vecinos son inmigrantes que proceden de más de treinta países, hablan más de diez lenguas y practican una docena larga de religiones. Aproximadamente 1.200 pisos del barrio están subarrendados y unos tres mil están habitados por ancianos que viven solos. No escasean ni los sin techo ni los jóvenes con las manos en los bolsillos.

Yo no había oído hablar del Braval hasta que Pep Masabeu me invitó a comer en el local. Nada más entrar me di cuenta de que allí estaba pasando algo serio. Lo que primero me llamó la atención fue el cuidado escrupuloso de los pequeños detalles. Reina una pulcritud digna de encomio. No hay un papel en el suelo, una mota de polvo, una mancha en una pared. Todo aquí es tan excepcional que incluso hay un espacio reservado para disfrutar del silencio. Pocas actividades se me ocurren más a contracorriente de la moderna pedagogía de la diversión bulliciosa.

¿Qué es exactamente el Braval? Es un centro de actividades que ofrece apoyo socioeducativo a los jóvenes del barrio. Cuando nació, en 1998, su primera actividad fue la creación de un equipo de fútbol. Poco a poco ha ido desarrollando otras actividades deportivas y educativas. En julio de 2003 se inauguró el local del número 51 de la calle de la Cera. Si pasan por allí, no se olviden de echarle una mirada. En el interior, además de salas de juego, de estudio, de ordenadores y el anteriormente mencionado espacio del silencio, hay también una pequeña capilla, con una imagen de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Aquí no se esconden las convicciones religiosas, pero tampoco se hace sectarismo con ellas. No se pretende adoctrinar, sino mostrar, con un gesto solidario, que es posible vivir en comunidad a pesar de las diferencias de lenguas maternas, lugares de origen y credos religiosos.

El eje de todas las actividades del Braval es el deporte. Por esta misma razón, el corazón del local es la lavadora que ha de dejar las prendas deportivas impolutas. El joven que se decide a participar en un equipo tiene que comprometerse a asistir con regularidad a la escuela y a tomarse muy en serio sus responsabilidades académicas. Si no es así, ya sabe que tendrá que contemplar a sus compañeros desde el banquillo. En estos momentos hay cinco equipos de fútbol y cinco de básquet que participan en diferentes competiciones. Es una manera magnífica de conocer los otros barrios y de tomar contacto con los jóvenes de otros lugares de Barcelona. Los jugadores disponen, si quieren, de ayuda en sus estudios y de un lugar de acogida en el que, como ya he apuntado, los hábitos no se aconsejan, sino que se practican. Pueden asistir también a clases de catalán y de castellano y disponen de asesoramiento vocacional y profesional. Nada de esto sería posible sin la colaboración optimista y generosa de más de cien voluntarios, cuya actividad es especialmente notable durante el mes de julio. En el Braval se ofrece a los jóvenes el hilo de Ariadna que conduce más allá del laberinto del que muchos nunca salen.

La comida a la que anteriormente he hecho referencia era algo más que una invitación de cortesía. Pep Masabeu reúne cada mes de seis a ocho personas, de diferentes ámbitos culturales e ideológicos, para discutir cuestiones relacionadas con la inmigración. En las más de treinta convocatorias realizadas han participado 160 personas. De este modo el Braval se ha convertido también en un centro de reflexión sobre la emigración en Cataluña.

Al salir de nuevo a la calle me dirijo hacia el mercado de Sant Antoni. No puedo menos de pensar que, efectivamente, hay otros mundos. Y están en este, justo a la vuelta de la esquina.

Braval

www.braval.org Calle de la Cera 51, bajos.   08001 Barcelona.   Tel. 93 443 39 04

Gregorio Luri // Barcelona Metrópolis