“Decidí firmar un cheque en blanco, y dejar que Dios pusiese el importe y la fecha”

El pasado 1 de febrero falleció en Madrid Francisco Seva, agregado del Opus Dei, conocido entre sus amigos por su simpatía y vitalidad. En los dos últimos años de su vida padeció un proceso de Esclerosis Lateral Amiotrófica (E.L.A). Este es el testimonio que él mismo escribió hace unos meses, y que ha sido publicado recientemente en la revista “Mundo Cristiano”.

UNA RESPUESTA DE LA VIRGEN

He titulado estos papeles "Una respuesta de la Virgen", porque pienso que en todo lo que voy a relatar, Ella es la que ha intervenido decisivamente. Quiero decir en primer lugar que soy un privilegiado, pues como le dije a un buen amigo, hace 34 años me tocó la “lotería”, pues Dios me concedió lo mas hermoso que tengo, que es mi vocación al Opus Dei, y ahora como “premio especial al décimo” me ha concedido una enfermedad, que parece definitiva en unos años, y que me dará un tiempo para prepararme bien. Yo no me merezco ni una cosa, ni la otra, por eso estoy muy feliz. Decía san Josemaría, que Dios hace con las almas como un jardinero con las flores, que las corta cuando están en su mejor momento. Pues en mi jardín hay mala calidad y mucho estiércol –pecados-, con lo que preveo que esto durará bastante, hasta que El me llame. En un primer instante le pedí que fuera rápido, y que por lo menos me dejara la capacidad de hablar. Pero en seguida decidí firmar un cheque en blanco, y dejar que Dios ponga el importe y la fecha.

La enfermedad me está dejando poco a poco paralítico, aunque aún puedo hablar, y escribir con el ordenador. Es curioso que –como dice Jesús en el Evangelio- yo que he sido siempre más “marta” -actividad, gestiones, organizar- que “maría” -contemplación-, vaya a acabar mis días en la tierra –si Dios no dispone otra cosa- como ésta última, es decir, inmóvil –que no inactivo- y rezando. Espero aprovechar bien para sacar adelante muchas intenciones, para el bien de la Iglesia. Y estoy seguro de que cuento con toda la ayuda del cielo, para llegar al final, pues humanamente hablando es difícil explicar la alegría que tengo.

No pretendo con este relato nada más que expresar lo que pienso y siento, por si a alguno le puede ayudar en circunstancias similares. Dios es el que elige la senda y el modo de terminar en sus brazos, y a mí me ha tocado este. Si no hago mucho el tonto espero conseguirlo.

Lourdes 8 abril 2004

Por segundo año consecutivo, decidimos unos amigos y yo, pasar la Semana Santa en Lourdes. Nos fuimos el martes santo y llegamos al día siguiente. El jueves santo estuvimos en Gavarnie, pues el año anterior lo habíamos pasado de maravilla, con un matrimonio francés muy simpático que regentaba el restaurante donde comimos. La pena es que este año estaba cerrado. Nos hicimos unas fotos en un paraje que respiraba paz y sosiego. Volvimos a Lourdes para los oficios en las Clarisas, como el año pasado, y luego fuimos a hacer una romería al santuario. Recuerdo que se puso a llover y rezamos la última parte del rosario enfrente de la gruta, pero al otro lado del río, para estar a cubierto. Fue ahí cuando le pedí a la Virgen la definitiva conversión, pues soy bastante bruto y no acababa de darle a Dios todo lo que me pedía. Ahora estoy seguro de que la Virgen no sólo me escuchó –siempre lo hace con sus hijos, aunque sean unos “perdidos”-, sino que me concedió lo que le pedí, eso sí, de una manera no esperada por mí.

Empiezan los sustos

Me encanta el mar. Quizá porque en Madrid no lo hay. Mi hermana Marisa tiene un piso en Guardamar del Segura (Alicante) y a mediados de junio me fui a verla con ocasión de un viaje profesional. Compré un melón y, cuando intenté abrirlo, en vez de trazar con el cuchillo una línea recta, observé que me salió curva, y que mi mano no “obedecía” bien las instrucciones. En los días sucesivos también noté pérdida de fuerza en el brazo, descoordinación en las piernas –no podía correr-, y empecé a tener dificultades para escribir correctamente a mano. Se lo comenté a mi hermana, que se alarmó algo, y quedamos en ir al médico a la vuelta.

El médico de cabecera observó que efectivamente había perdida de fuerza en el brazo derecho. De las piernas no le dije nada, pues estaba en los primeros síntomas. Me dio cita con el neurólogo y más tarde me pidió una resonancia magnética de la cabeza. La prueba dio como resultado “que no tenía nada en la cabeza”. El resultado lo recibió la neuróloga titular y me mandó hacer una resonancia magnética de la columna cervical, diciéndome que de no encontrar nada ahí, habría que hacer un estudio neurofisiológico completo.

Me hice la 2ª resonancia y después me marché a trabajar. Me metí en Internet y busqué el término que me había dicho la doctora -“fasciculaciones”-, y después busqué el significado de E.L.A y me asusté, porque todo encajaba en mi cuadro clínico: edad, síntomas, etc. La enfermedad es incurable, progresiva y mortal en un periodo de años que oscilaba entre 3 y 5. Sería absurdo negar que me quedé algo “planchado”.

Ese día lo pasé mal, pues estaba convencido de que tenía esta enfermedad, pero al día siguiente me dijeron, tras los resultados, que lo que tenía era una hernia cervical grande que me estaba oprimiendo la médula espinal, y que había que operarla cuanto antes. Vamos, que del susto del a E.L.A. nada de nada.

Diagnóstico confirmado

Se hicieron las gestiones para poder operarme en Pamplona cuanto antes, y así ingresé el 1 de agosto por la tarde. El jueves 5 me operaron y el lunes 9, me dieron de alta, para continuar el postoperatorio en Madrid. Me dijeron que volviera a revisarme a Pamplona tras mes y medio. En la revisión del día 25 de septiembre se comprobó que todo estaba correcto, que había mejorado poco en cuanto a recuperación de movilidad, pero como había lesión medular, estos procesos son lentos, que hiciera rehabilitación, y volviera pasados tres meses.

Así comencé a asistir a la sala de rehabilitación en Madrid. Mejoré algo al principio, pero llegó un momento en que me quedé estancado. Me dijeron que no podían hacer más, y me dieron de alta con el diagnóstico de “afectación neurológica crónica”. Tras la rehabilitación, volví a Pamplona el día 5 de enero. En la clínica, el doctor se preocupó al ver mi evolución, sobre todo cuando le comenté mis dificultades para hablar. Me hicieron varias pruebas y nos volvimos a Madrid para pasar la fiesta de Reyes en casa y esperar acontecimientos.

Pasada una semana hablé con el doctor, que me explicó la situación: enmascarada por la hernia cervical había otra enfermedad, de tipo neurológico. Le pregunté si la enfermedad tenía algún nombre, a lo que me respondió: “Esclerosis Lateral Amiotrófica: E.L.A.”. Ante la noticia, decidí que de quedarme ese día en casa nada de nada. Cogí “el toro por los cuernos” y me fui a cumplir unos encargos y a poner buena cara. Al día siguiente fui a ver a mis hermanas, para tranquilizarlas y animarlas. Es curioso que fuera así, cuando debería ser al revés, y yo lo atribuyo a una gracia especial de Dios. Los días siguientes intenté hacer vida completamente normal, aunque noté que mi voz se volvía cada vez más pastosa y mis piernas estaban cada vez más débiles.

Fátima

Un amigo mío –Macario- iba con mucha frecuencia a Fátima, para agradecer a la Virgen algunos favores. Después de su muerte, su familia quiso que les acompañase a ese santuario de la Virgen, así que el 29 de enero salimos todos para allá. El viaje fue encantador. Llegamos a Fátima con tiempo para escuchar misa en la basílica, y luego hicimos lo que hacía mi amigo: rezar el rosario en la Capelinha. Hacía frío, y me quedé “encogido”. Pedí, por muchas cosas: el Papa, la Iglesia, el Opus Dei, la familia de Macario, la mía, los amigos, etc….también pedí por mi curación, pero pienso que con poca fe.

Volví a Pamplona el 2 de febrero; la doctora confirmó el diagnóstico y nos hizo una serie de recomendaciones sobre la enfermedad. Aquel día, para mí no sólo se confirmó el diagnóstico, sino la intervención de la Virgen en todo este proceso (esto por supuesto es sólo mi opinión), pues detrás de la mesa de la doctora había una postal del santuario de Lourdes, donde empezó todo. ¿Coincidencia?: cada uno es muy libre de pensar lo que quiera….y yo también.

Termino estas líneas el día 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes. Me han insistido en que pida mucho por mi curación, y eso haré, además de pedir muchas oraciones a todos. Ayer puse como fondo de pantalla en el ordenador la gruta de Lourdes. Esta mañana me he despertado con un “gracias Madre”, pues ocurra lo que ocurra, me está haciendo mucho bien, y espero que sea una ocasión estupenda para hacer mucho bien a los demás.