Celine Tendobi, una doctora con el ecógrafo a cuestas por la selva congoleña

La doctora Celine Tendori, especialista en obstetricia y ginecología, visita una vez por semana cada uno de los tres dispensarios situados en zonas de difícil acceso en la selva congoleña para atender a mujeres embarazadas y hasta allí tiene que trasladar la mesa, el equipo electrógeno y el ecógrafo.

La doctora Celine Tendori, especialista en obstetricia y ginecología, visita una vez por semana cada uno de los tres dispensarios situados en zonas de difícil acceso en la selva congoleña para atender a mujeres embarazadas y hasta allí tiene que trasladar la mesa, el equipo electrógeno y el ecógrafo.

Esos ambulatorios médico-sociales, que ella denomina "antenas", dependen del Centro Hospitalario Monkole, que esta doctora, nacida en 1974 en Kinshasa, creó en 1991 con apenas tres camas. Hoy tiene 150 y atiende a cerca de 100.000 congoleños, "la mayoría muy pobres".

La doctora Tendori se encuentra en España para recoger el Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana y está realizando "una gira" por diferentes ciudades con el objetivo de recaudar fondos para su proyecto solidario.

"Solo dispongo de un ecógrafo y tengo que llevarlo de un lugar a otro. Es tan pesado que se necesitan cuatro hombres fuertes para transportarlo", ha explicado en un encuentro informativo esta ginecóloga.

Recientemente en una de sus visitas a la selva y gracias a ese aparato, logró salvar la vida de una mujer embarazada de mellizos que llevaba dos días de parto. "Le hice una ecografía y vi que uno de los bebés estaba en posición transversal. Si no hubiera llegado, hoy estarían muertos los tres".

Por ello, entre las necesidades más urgentes está la adquisición de otro ecógrafo, que cuesta 19.000 euros. Pero también desfibriladores, camillas para urgencias, monitores de reanimación, un grupo electrógeno portátil y sillas de ruedas.

Igualmente necesita alrededor de 150.000 euros para construir un área materno-infantil en el hospital de Monkole.

Licenciada en medicina por la Universidad de Kinshasa, en 2004 llegó a España para formarse como ecógrafa en obstetricia y ginecología.

Y a pesar de tener un puesto de trabajo bien remunerado en el Hospital San Juan de Dios de Barcelona, esta congoleña comprometida con los suyos decidió volver a su país "a echar una mano".

"Podía haberme quedado cruzada de brazos, pero no quise. Sabía que podía hacer mucho en mi país para ayudar y salvar muchas vidas", ha asegurado.

Y es que el hospital de Monkole y los tres dispensarios de la selva no son los únicos proyectos de la doctora Tendori. En 2007 fundó el "centro piloto de la transmisión del VIH-Sida de la madre al niño en la República Democrática del Congo", en el que han sido atendidas más de 5.000 mujeres del barrio de Kindele y ha logrado reducir la infección en más de un 25 por ciento en el primer año.

Otro de los proyectos de los que se siente más orgullosa es la escuela-residencia de enfermeras en la que se han graduado hasta ahora unas 500 chicas, gracias a becas de 300 euros.

"Nos vamos al interior del país y hacemos una selección de las más inteligentes", que gracias a la titulación consiguen un trabajo "con el que sacan a sus familias de la miseria para siempre".

En el Congo ni la educación ni la sanidad son obligatorias ni gratuitas. "Si no tienes dinero para ir a la escuela, no vas, y si no tienes dinero para ir al médico, te mueres en la calle o en tu casa".

Pagar por la educación y la sanidad en un país tan pobre es "impensable" cuando no se tiene para comer.

"¿Cuándo has comido por última vez?" es la primera pregunta que se hace a un enfermo cuando llega al hospital de Monkolde. Muchas veces llevan dos días sin probar bocado.

"Por ello, además de darles medicinas, les damos también de comer para que se recuperen pronto".

Con 72 millones de habitantes, de los que un 47 por ciento tienen menos de 15 años, la esperanza de vida en el Congo no llega a los 50 años (48). "Son muchos los niños que mueren antes de cumplir los tres años y muchísimos los que se quedan huérfanos".

La "lamentable" situación de la mujer en el embarazo y el parto la llevó a querer especializarse en ginecología.

En el área de influencia de su hospital, se ha logrado reducir la mortalidad de niños y madres en un 50 por ciento. "Pero aun queda mucho por hacer", ha asegurado.

Reconoce que su proyecto es un "granito de arena" en la difícil situación del Congo, pero lamenta que "no significa nada". "Hace falta mucha gente para cambiar el país". EFE

Teresa Díaz / EFE