Celebración de la fiesta del beato Escrivá de Balaguer

L'OSSERVATORE ROMANO

Numerosos fieles se reunieron el lunes 26 de junio en la catedral de Notre-Dame de Kinshasa, en la República del Congo, para celebrar la fiesta del beato Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Monseñor Xavier Hervas, Vicario del prelado del Opus Dei para el Congo-Kinshasa, presidió la Eucaristía. Con él concelebró, entre otros, el Secretario general de la Conferencia Episcopal del Congo, Urbain Kabunga.

En la homilía, Mons. Hervas recordó a los fieles que "la misión de la Iglesia de llevar la salvación a todos los hombres pertenece a todos los cristianos, sea cual sea su condición: sanos o enfermos, pobres o ricos, cultos o no, brillantes o modestos. Los cristianos debemos vivir para Dios y para los demás, sea cual sea nuestra condición personal".

Mons. Hervas hizo después varias alusiones a la Carta Apostólica "Novo Millennio ineunte", en la que Juan Pablo II, en este comienzo del nuevo siglo, ha propuesto un programa de acción pastoral para toda la Iglesia. En concreto, Mons. Hervas destacó el párrafo de esa Carta Apostólica en el que el Papa habla de la espiritualidad de comunión como "capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como "uno que me pertenece", para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad", y también como "capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un "don para mí", además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente", es decir, como capacidad de ""dar espacio" al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias" (n. 43).

Mons. Hervas, haciendo referencia a las circunstancias del páis, exhortó a cada uno de los fieles a reavivar la propia conciencia cristiana: "No es difícil constatar la urgencia de contribuir a crear un nuevo modo de vivir, un modo cristiano, con vínculos profundos entre nosotros. Nuestra sociedad conoce bien qué es el odio, la desconfianza, la incomprensión y el hecho de vivir "cada uno para sí" o como mucho "cada uno para el propio clan". El Señor ha permitido que tuviéramos en estos últimos tiempos la experiencia de la inestabilidad, de la guerra, para animarnos a tomar más seriamente nuestra condición de hijos de Dios en Cristo. El Señor nos pide ahora que seamos los artéfices de comunión entre nuestros hermanos y entre todos los hombres".

El celebrante se basó en numerosos textos del beato Josemaría. Vale la pena subrayar una hermosa cita, aquella en la que, hablando de la importancia de la fraternidad, el fundador del Opus Dei afirma: "No hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios. Todos hemos de hablar la misma lengua, la que nos enseña nuestro Padre que está en los cielos: la lengua del diálogo de Jesús con su Padre, la lengua que se habla con el corazón y con la cabeza, la que empleáis ahora vosotros en vuestra oración. La lengua de las almas contemplativas, la de los hombres que son espirituales, porque se han dado cuenta de su filiación divina. Una lengua que se manifiesta en mil mociones de la voluntad, en luces claras del entendimiento, en afectos del corazón, en decisiones de vida recta, de bien, de contento, de paz".

El Vicario del Congo recordó también que el 9 de enero de 2002 se celebrará el centenario del nacimiento de Josemaría Escrivá.