Calle del Divino Redentor

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei

Avanzando por la calle Sinesio Delgado el paseante se encuentra con un nudo de carreteras en la confluencia de las calles de Guinzo de Lima y la Avenida de Asturias. Deberá dar una vuelta a ese nudo de carreteras para tomar la Avenida de Asturias. Torciendo a la derecha se puede tomar el Paseo de la Dirección.

Bajando por este paseo, el paseante deja a su izquierda la calle de los Yeros; la calle de Alvarez; la calle de Molina; la calle de los Pinos; la calle de Mariano Serrano, hasta llegar a la calle del Arroyo.

Torciendo por la calle del Arroyo el paseante llega hasta la calle Divino Redentor, dejando a su izquierda, sucesivamente, la travesía del Arroyo, la calle de Pinos Baja y la calle de Baracaldo.

Subiendo por esta calle del Divino Redentor, el paseante puede imaginarse una idea del estado del barrio en los años treinta: casas bajas e infraviviendas, sin agua y sin luz, y sin los servicios higiénicos necesarios. En esta calle se puede ver el edificio y la iglesia del Colegio Divino Redentor, donde tuvo lugar la primera catequesis que impulsó san Josemaría, dentro de la labor apostólica del Opus Dei.

Escribe Vázquez de Prada que en los años 30 esta zona estaba formada por "grupos de chabolas, repartidas entre las casuchas miserables, formaban "La Ventilla" o "Barriada de los Pinos". En 1927 las Misioneras de la Doctrina Cristiana construyeron en Los Pinos el Colegio Divino Redentor para los chiquillos de aquellas pobres gentes. El colegio estaba en una vaguada; si llovía, bajaban por allí en torrentera las aguas de los alrededores.

«Una mañana, que recuerdo muy bien —cuenta la hermana San Pablo— porque había caído una nevada muy fuerte y estaba todo cubierto de blanco, vimos desde la sala de recreo de la Comunidad, que estaba en el piso alto, acercarse al Colegio dos sacerdotes vestidos con sotana y manteo.

Era temprano pues todavía se veía todo blanco y limpio; después se convertía todo en un barrizal. Era D. Josemaría —acompañado por otro sacerdote llamado D. Lino—, que venía a pedir que le dejáramos organizar una catequesis en el Colegio».

El martes 17 de enero fue el día de la visita a que se refiere la monja, como se lee en los Apuntes:

Día 19 de enero de 1933 [...] Estuve el domingo último en Pinos Altos o Los Pinos, donde hay un colegio de religiosas, en el que tendremos desde el próximo 22 nuestra catequesis. El martes, a pesar de la gran nevada, fuimos Lino y yo a ver el local y a saludar a las monjitas, que tienen muy buen espíritu, y al Capellán. Se pasmaron de vernos llegar entre la nieve: con tan poca cosa, nos hemos ganado al Señor.

De la calle Divino Redentor el paseante puede dar la vuelta por la calle Baracaldo hasta tomar la calle de Molina primero, y la siguiente, calle de Marcelina.

La calle Marcelina termina en la calle del Cañaveral, por la que el paseante puede bajar hasta alcanzar la calle Monasterio de Leire, recorriendo antes un pequeño tramo de la calle del Capitán Blanco Argibay. Una vez en la calle Bravo Murillo en dirección a Atocha, debe llegar hasta la Glorieta de Cuatro Caminos.

Toda esta zona que ahora recorre el paseante, en los años treinta estaba prácticamente despoblada. Sólo había algunas casas bajas y edificios muy modestos, entre zonas de cultivo y descampados, y no contaba con medios de transporte público de ningún tipo, salvo la Maquinilla. El Madrid urbano terminaba entonces la Glorieta de Cuatro Caminos.

Durante este recorrido el paseante pasa junto a la Estación de Metro de Estrecho.