África: cuando la pandemia es el hambre

Gallegos que trabajan en centros médicos de Congo y Costa de Marfil coinciden en que la falta de trabajo por el estado de alarma está creando más problemas sociales que el propio virus.

Una madre con su hijo en el Centro Médico y Social Walé. Foto: Ismael Martínez Sánchez

El Faro de Vigo África: cuando la pandemia es el hambre (Descarga en PDF)


“El impacto sanitario del coronavirus en este país no está siendo el ‘esperado’, gracias a Dios, porque no estamos preparados ni a nivel sanitario ni a nivel social. Aquí, el confinamiento es imposible y la población tiene muchas más cosas en las que pensar que en protegerse de una enfermedad que le está afectando muy poco, en comparación con lo que hemos visto que ha ocurrido en Europa y América”. Así se expresa Candelas Varela, una viguesa que dirige en la República Democrática del Congo la Escuela de Enfermería del Hospital Monkole.

En el hospital Monkole, situado en los suburbios de Kinshasa, han rehabilitado un edificio para acoger a pacientes de la Covid-19

Según la OMS, 190.000 personas podrían morir en el continente africano si no se controla la pandemia del Covid-19. De momento, la incidencia en el Congo está siendo leve: unos 1.100 casos y 50 fallecidos. En el hospital Monkole, situado en los suburbios de Kinshasa, han rehabilitado un edificio para acoger a pacientes de la Covid-19. “Actualmente tenemos 25 personas ingresadas, pero la mayoría sin fuertes síntomas y reclamando poder irse a casa”, refiere esta enfermera gallega que lleva más de 20 años trabajando en el país africano.

El Gobierno congoleño decretó el cierre de colegios, universidades y gran parte de los establecimientos. “La situación de crisis social se agrava cada día –señala Candelas Varela–. Muchos congoleños, sobre todo en Kinshasa, trabajan en el sector informal y viven al día. Si no puedo vender hoy, no puedo comer”.

Aunque propiamente no hay un confinamiento de las personas, la actividad en Kinshasa se ha visto paralizada. No solo la educación, sino todo tipo de negocios y hasta la venta en la calle o en los mercados. El fantasma del hambre da más miedo que la Covid-19.

Con el coronavirus, todo este sector informal está oficialmente cerrado y muchas personas se encuentran de la noche a la mañana sin poder comer

“Con el coronavirus, todo este sector informal está oficialmente cerrado y muchas personas se encuentran de la noche a la mañana sin poder comer. Hoy, por ejemplo, ha llegado a mi casa una señora amiga pidiendo comida para ella y sus hijos, pues llevan tres días sin probar bocado. El director de la escuela de barrio en la que trabajaba, por supuesto sin contrato, ha tenido que cerrar desde hace un mes y como los alumnos no pagan, no tienen ya ni el mísero sueldo del que vivía toda la familia. Hemos aprovechado para darles las cajas de comida que un empresario ha donado a nuestro hospital para los enfermos de coronavirus. En realidad, es ella y como ella miles de familias las que están siendo las verdaderas víctimas de esta pandemia en el país”.

Para luchar contra el contagio, en el Congo se ha obligado a la población a usar mascarillas. “Da igual del tipo que sea y cada uno se la ha hecho en su casa como ha podido”, explica Candelas. En los hospitales, el personal está desbordado. “Una de las enfermeras –añade–, que es antigua alumna del ISSI, la Escuela de Enfermería de Monkole que dirijo, me ha dicho que es ella la que se ha propuesto como voluntaria. Dice que se ha hecho enfermera para cuidar a la población y qué mejor forma de hacerlo que ésta”.

Donaciones

Empresarios e instituciones se están movilizando en el país para atender las necesidades sanitarias. Hasta Monkole llegó la Comunidad Ismaelita con tres respiradores, Unicef hizo una donación de 5 concentradores de oxígeno y la fundación Mafricom, que comercializa alimentos, ha donado comida, zumo y agua. “También hemos tenido ayuda de varios organismos extranjeros que colaboran con nosotros desde hace tiempo”, añade Candelas Varela. [También han habilitado una cuenta en GoFundMe para recibir donaciones].

Monkole 2, la zona dedicada a los contagiados por el virus, se ha habilitado con 27 camas

Monkole 2, la zona dedicada a los contagiados por el virus, era utilizado hasta el mes pasado como ambulatorio y ahora se ha habilitado con 27 camas en 13 habitaciones con baño completo, y con acceso al oxígeno, al agua corriente y a la electricidad las 24horas del día. “Gracias a la ayuda de estos donantes y al trabajo de los servicios técnicos de Monkole, se ha logrado respetar al máximo las medidas para instalar a estos pacientes y al personal. Algo que parece tan básico pero no lo es en los hospitales de Kinshasa”.

Tras destacar la piedad de los congoleños, que rezan para que se acabe la pandemia, Candelas Varela concluye expresando un deseo: “Esperemos que pronto se pueda recuperar una vida normal, porque las consecuencias del estado de alarma está n siendo mucho peores que el virus mismo”.

Un vigués en Costa de Marfil

Natural de Vigo, Manuel Lago es un ingeniero naval jubilado que ha promovido en Costa de Marfil el Centro Médico-Social Walé. “El coronavirus va haciendo sus estragos –nos dice–, pero mucho más lentamente que en Europa: ayer [por el 12 de mayo] había en todo el país 1.857 casos diagnosticados, de los cuales 820 ya están curados y 21 han fallecido. La inmensa mayoría de los casos se dan en Abidján, en dos barrios de clase media alta y corresponden a personas que han viajado a Europa o a otras que han sido contagiadas por las que han vuelto de Europa”.

En varios países de África consideran que la Covid-19 es una enfermedad de los blancos y de los ricos

Una de las características de esta pandemia en varios países de África es que sus habitantes la consideran una enfermedad de los blancos y de los ricos. “El otro día –refiere Manuel Lago–, un amigo mío dijo a uno de los múltiples vendedores ambulantes que ofrecen sus mercancías en los semáforos que debía ponerse una máscara. El otro le contestó que el coronavirus es un problema de gente rica; y se echó a reír”.

Algo parecido sucede en la R.D. del Congo. Así lo expresa Candelas Varela: “Aquí muchos creen que el Covid-19 no existe, que es una enfermedad de blancos o que se inventan las cifras y se aumenta el número de muertos con intención de justificar el dinero que están donando las grandes potencias extranjeras. En muchas zonas la población sigue actuando como si no pasara nada, e incluso te insultan si llevas mascarilla; piensan que atraes al virus”.

En Walé, el centro médico que ha promovido Manuel Lago, se ha puesto en marcha un sistema de rotación del personal

Volviendo a Costa de Marfil, Manuel Lago señala que en Abidján están prohibidas las reuniones de más de 50 personas y las escuelas cerradas. Después de unos días de restricciones muy severas, desde hace una semana se han suavizado un poco en Abidján y se han reducido al mínimo en el resto del país. El confinamiento en casa no es por obligatorio, pero sí recomendado. “Sería difícil hacerlo obligatorio: muchísima gente vive al día y sin ningún seguro de paro. Si hubiera que llegar a eso, sería una tragedia para muchos”, comenta el ingeniero naval vigués.

En Walé, el centro médico que ha promovido Manuel Lago, se ha puesto en marcha un sistema de rotación del personal: una plantilla reducida que corresponda a la afluencia de pacientes, lo cual reduce también el riesgo de contagio en los transportes públicos “y permite a los empleados dedicar más tiempo a sus hijos, que no tienen escuela y están en casa. Lógicamente se siguen pagando los sueldos completos. Desde esta semana la situación se va normalizando”, apunta Lago.

Sin fallecidos en Uganda

“Creo que Uganda y muchos países africanos aprendieron de la epidemia del ébola y ahora aplicaron las medidas necesarias para frenar al coronavirus”. Así lo entiende la ugandesa Jessica Namata, auxiliar de conversación de inglés en el colegio vigués Andersen.

En su país se cerraron las escuelas, se ha suprimido el transporte público y se prohíben las concentraciones públicas. “El problema es que, al estar en casa y no poder trabajar, muchas personas no tienen alimentos ni pueden cubrir las necesidades básicas. En el aspecto sanitario –añade Jessica Namata–, se están llevando a cabo pruebas y los equipos de salud pública están haciendo mapeos y captura de casos para rastrear a todos los infectados”.

J. A. Otero Ricart

Faro de Vigo