San Josemaría habla del cielo
San Josemaría decía que “la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la tierra”. Pero, ¿en qué consiste esa felicidad? ¿cómo será el Cielo? “El Cielo es… el amor”, responde el santo en este vídeo (0’50’’).
El Evangelio: palabras viejas y nuevas
Siendo niño, el Fundador del Opus Dei escuchaba siempre el mismo cuento protagonizado por unos ladrones. Y le encantaba oírlo una y otra vez. Así es el Evangelio, siempre igual, y siempre nuevo (01’23’’).
Alegría y dolor
Ante un revés en la vida, san Josemaría aconseja recuperar la serenidad en la oración. “En cuanto aceptes la voluntad de Dios, el dolor no es dolor, porque esa cruz la lleva Él”. (0’53’’).
El mejor modo de servir
Jesucristo nos animó a ayudar a los demás procurando que sólo Dios fuese testigo de ese servicio. Es un mensaje que repite san Josemaría en este vídeo (0’37’’).
Una demanda ‘brutal’ de Biblias
Andrés tiene una empresa de importación. En su caso, la crisis del coronavirus en vez de destruir su negocio... lo aumentó. Se planteó ayudar a hospitales, pero por diversos motivos no fue posible, así que -inspirado por un capellán italiano- se propuso facilitar Biblias a los enfermos hospitalizados.
La Misa: porque Cristo no ha muerto, Cristo vive
En una tertulia, preguntaron a san Josemaría cómo aprovechar mejor la Misa. El santo recordó que es un acto maravilloso, de Cristo: “Porque Cristo no ha muerto, Cristo vive”. (0’59’’)
El ordenador volvió a funcionar
Después de probar distintas opciones para que el ordenador volviera a funcionar, decidí pedir ayuda a don José María Hernández Garnica. Y el ordenador comenzó a funcionar.
“Estoy roto, pero sigo sirviendo”
Las cosas más propias de la vida ordinaria sirven para hacer oración. Una sopera rota, por ejemplo. San Josemaría decía que él era así, como una sopera rota -por los pecados- y arreglada -gracias a la confesión- que seguía sirviendo buen alimento a los demás (01’58’’).
La cultura de tratar a Dios
En Sevilla (España), San Josemaría mantuvo un diálogo con un hombre del campo. “Somos dos hermanos en el trabajo”, le dijo el santo. Su cultura –no aprendida en los libros- le permitía tratar muy bien a Dios (1’45’’).
Superó su adicción al juego
Mi mujer había caído en la adicción de los juegos de azar y las apuestas. Gracias a la intercesión del beato Álvaro del Portillo y a la ayuda médica recibida, la situación ha ido mejorando.