“Si somos humildes, Dios no nos abandonará nunca”

Esas depresiones, porque ves o porque descubren tus defectos, no tienen fundamento... –Pide la verdadera humildad. (Surco, 262)

Cuanto más grande seas, humíllate más y hallarás gracia ante el Señor. Si somos humildes, Dios no nos abandonará nunca. Él humilla la altivez del soberbio, pero salva a los humildes. Él libera al inocente, que por la pureza de sus manos será rescatado. La infinita misericordia del Señor no tarda en acudir en socorro del que lo llama desde la humildad. Y entonces actúa como quien es: como Dios Omnipotente. Aunque haya muchos peligros, aunque el alma parezca acosada, aunque se encuentre cercada por todas partes por los enemigos de su salvación, no perecerá. Y esto no es sólo tradición de otros tiempos: sigue sucediendo ahora.

(…) Nosotros, sin portentos espectaculares, con normalidad de ordinaria vida cristiana, con una siembra de paz y de alegría, hemos de destruir también muchos ídolos: el de la incomprensión, el de la injusticia, el de la ignorancia, el de la pretendida suficiencia humana que vuelve arrogante la espalda a Dios.

No os asustéis, ni temáis ningún daño, aunque las circunstancias en que trabajéis sean tremendas, peores que las de Daniel en la fosa con aquellos animales voraces. Las manos de Dios son igualmente poderosas y, si fuera necesario, harían maravillas. (Amigos de Dios, 104)

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