Siempre había tenido fe y había tratado de mantenerla, pero al estar sola, a menudo había caído en la tibieza. Además, al vivir en una sociedad donde hay muchas religiones reaccionaba confusamente y permitía que mis convicciones se fueran diluyendo en el intento de ser abierta y acogedora.
Conocer a Josemaría Escrivá me ha ayudado a alcanzar una mayor claridad en la fe. Asistir a los medios de formación que ofrece la Prelatura del Opus Dei me ha dado mucho consuelo al hacerme entender más profundamente las gracias que recibimos en los sacramentos de la penitencia y la comunión.
Veo en nuestra Madre María y en la comunión de los santos un recurso de ayuda que ignoraba. Todo esto me ha llevado a aceptar con alegría la discapacidad de mi hijo, que he aceptado como un regalo de Dios.
El mensaje sobre la llamada universal a la santidad es crucial. A todos, sin discriminaciones de ningún género, pide el Señor correspondencia a la gracia; a cada uno, de acuerdo con su situación personal, exige la práctica de las virtudes propias de los hijos de Dios. ¡Si lográramos ver nuestro trabajo, nuestras cruces, cada deber ordinario y aburrido como un medio de santidad, qué cambio habría dentro de nosotros y en nuestro alrededor!”
Este relato ha sido publicado en el folleto "La alegría de los hijos de Dios", de Alberto Michelini. © 2002 Oficina de Información del Opus Dei.