El Parlamento italiano aprobó el pasado 10 de febrero una nueva ley fecundación asistida. En el artículo 1 se introduce por primera vez el concepto de “tutela jurídica del embrión”, con fuertes consecuencias médicas y éticas. Paradójicamente, el texto encuentra sus precedentes en países europeos de cultura decididamente laica. Lo ha recordado Carlo Casini, parlamentario europeo: “En la laica Hungría –actualmente el país más libre y culto que ha estado bajo el yugo comunista-, en una sentencia de 1991 en relación con el aborto se señala que ‘el concepto jurídico de hombre se debería extender a la fase prenatal, concretamente al momento de la concepción’. Una afermación que por su naturaleza y alcance puede ser comparable a la abolición de la exclavitud”.
“La fecundación asistida. Aspectos médicos, jurídicos y éticos” ha sido el tema del primer simposio nacional de estudiantes de medicina y cirugía que ha tenido lugar en la Universidad Campus Biomedico, de Roma, del 15 al 17 de octubre: un encuentro de tres días dirigidos a estudiantes universitarios que desean ir más allá de la formación técnica y académica, una ocasión de diálogo entre futuros médicos conscientes de que un día en su profesión también tendrán que resolver problemas no directamente relacionados con la acttividad sanitaria.
Uno de estos ámbitos en los que la medicina se juega su propia autocomprensión, y en consecuencia también su respuesta a los desafíos éticos del día de mañana, es el mundo de la fiction televisiva. En la actualidad, las cadenas de televisión centran su atención en los problemas de la vida social, médicos sobre todo, abordados muchas veces sin criterios claros. Tampoco el gran tema de la familia es tratado en el marco de unas coordenadas éticas bien definidas, más aún, en muchos programas la familia es sistemáticamente maltrada. En el contexto médico, las series televisivas cobran particular importancia, ha explicado Paolo Braga, profesor de Teoría y Técnicas de comunicación de masas en la Universidad Católica de Milán. “La fiction pone en movimiento –dice- un mecanismo emotivo en el que el espectador queda implicado. Su punto de fuerza está en la construcción de personajes de carácter informal, fragmentado y problemático. Los guionistas americanos son maestros en la construcción de este tipo de figuras, que se ganan fácilmente la simpatía del espectador. Se trata de historias y personajes a menudo lejanos de los casos reales y que no siempre afrontan, de modo correcto, argumentos delicados. El éxito de productos televisivos como “E.R. Médicos en primera línea” o “Friends” es una prueba de las graves implicaciones éticas del trabajo de un guionista”.
En estos tres días de reflexión universitaria, se ha puesto también de relieve la urgencia de abordar discursos de metabioética, “capaces de fundar todos los desafíos bioéticos sucesivos y, entre estos, el de la fecundación asistida”, señaló en diversas ocasiones Ignacio Carrasco, profesor Ordinario de Bioética en la Universidad del Sacro Cuore de Roma. “El problema de la fecundación asistida no está en la técnica en sí, sino en la dificultad ética que reside en la voluntad de quien aplica esta técnica al ser humano”. Este tipo de planteamientos metabioeticos, explicó, ayudan a desenredar el nudo original del problema.
Las preguntas que surgen ante los casos concretos que se presentan pueden resolverse a través de una redefinición de la relación entre hombre y naturaleza. Claudio Buccelli, profesor Ordinario de Medicina Jurídica en la Universidad Federico II de Nápoles, afirmó que “es necesario trabajar en la recuperación de lo que es natural en el hombre, precisamente en los laboratorios, hospitales y otros lugares donde se están llevando a cabo proyectos que alejan al ser humano de la naturaleza y, en consecuencia, de su condición original, de sus leyes propias, establecidas en el diseño de la creación”.
En uno de los debates que tuvo lugar el último día se concluyó que la investigación médica , lejos de tener que estar continuamente “tapando agujeros” ante problemas individuales, necesita encontrar un fundamento antropológico que ilumine la legislación y sobre el que se pueda construir una nueva cultura de la vida humana. La antropología, para que pueda fundar válidamente una ética de la vida, deberá contener una verdad objetiva sobre el hombre.