Estas experiencias le permitieron a Jaime compartir algunos momentos cercanos junto al nuevo Santo, entre los años 1998 y 2000. Nos relata algunas de ellas, especialmente significativas a propósito de la Canonización de Juan Pablo II, el día 27 de abril en Roma:
Sin tomar en cuenta varios encuentros multitudinarios y no por eso menos entrañables, tuve la oportunidad de compartir dos momentos inolvidables con Juan Pablo II, en ambos casos por motivos de cariz intelectual. El primero fue durante una tertulia con universitarios de varias partes del mundo, en 1999. Le cantamos al Papa para que descansara un poco, y al final nos recibió a su lado. La segunda oportunidad, al año siguiente y aún más cercana que la primera, fue en un encuentro académico: pude dirigirme personalmente a él, para agradecerle por su desvelo de Pastor.
En ambos casos, recordé aquella mirada del Pontífice que, muchos años antes, se posó sobre un grupo de niños que lo contemplábamos de cerca en el Estadio Olímpico Atahualpa de Quito, en 1985. No había cambiado. Al contrario, su sencillez y transparencia parecían crecer al mismo tiempo que sus fuerzas físicas se consumían día tras día. El recuerdo del nuevo Santo es un impulso para vivir la vida cristiana en toda su plenitud, sin mediocridades, sin miedo al cansancio. Destaco, por último, su impulso hacia la búsqueda de la verdad en todas las esferas del saber, sin miedo -¡no tengáis miedo!- y con valentía frente a los estereotipos que hacen moda en cada encrucijada de la historia.