Sumario
1. ¿Qué es el Ángelus?
2. ¿Cuándo nació esta devoción?
3. ¿Por qué meditar esta escena es importante para los cristianos?
4. ¿Cuándo se reza el Ángelus?
5. ¿Hay relación entre la oración del Ángelus y el “Ángelus del Papa”?
1. ¿Qué es el Ángelus?
‘Ángelus’ es el nombre de una oración mariana y cristológica de la Iglesia católica en honor de la Virgen. Esta oración «invita a meditar el misterio de la Encarnación, animando al cristiano a tomar a María como punto de referencia en los diversos momentos de su jornada para imitarla en su disponibilidad para realizar el plan divino de la salvación» (Juan Pablo II, Audiencia General). A esta contemplación de la vida de Cristo se suma el fin de saludar a la Virgen y recurrir a su misericordiosa intercesión.
Es una composición litúrgica que, con su estructura sencilla y carácter bíblico, nos lleva a conmemorar la Encarnación del Hijo de Dios y en la que pedimos ser llevados por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. La oración Ángelus, o «saludo angélico», consiste en el rezo de tres versos intercalados con tres “Ave María”:
«El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.»
Ave María
«He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.»
Ave María
«Y el Verbo de Dios se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.»
Ave María
En esta parte se recuerda la prontitud del asentimiento de la Virgen a la voluntad del Señor y la llegada del Salvador en medio de nosotros. Después se implora la intercesión de María:
«Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo».
Se finaliza con una oración que indica los eventos centrales de la Redención:
«Oremos. Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén».
Reza el Ángelus con el devocionario móvil
Textos de san Josemaría para meditar
“María está muy unida a esa manifestación máxima del amor de Dios: la Encarnación del Verbo, que se hizo hombre como nosotros y cargó con nuestras miserias y pecados. María, fiel a la misión divina para la que fue criada, se ha prodigado y se prodiga continuamente en servicio de los hombres, llamados todos a ser hermanos de su Hijo Jesús. Y la Madre de Dios es también realmente, ahora, la Madre de los hombres” (Es Cristo que pasa, 140).
“Mirad: para nuestra Madre Santa María jamás dejamos de ser pequeños, porque Ella nos abre el camino hacia el Reino de los Cielos, que será dado a los que se hacen niños. De Nuestra Señora no debemos apartarnos nunca. ¿Cómo la honraremos? Tratándola, hablándole, manifestándole nuestro cariño, ponderando en nuestro corazón las escenas de su vida en la tierra, contándole nuestras luchas, nuestros éxitos y nuestros fracasos.
Descubrimos así —como si las recitáramos por vez primera— el sentido de las oraciones marianas, que se han rezado siempre en la Iglesia. ¿Qué son el Ave Maria y el Ángelus sino alabanzas encendidas a la Maternidad divina? Y en el Santo Rosario —esa maravillosa devoción, que nunca me cansaré de aconsejar a todos los cristianos— pasan por nuestra cabeza y por nuestro corazón los misterios de la conducta admirable de María, que son los mismos misterios fundamentales de la fe (Amigos de Dios, 290).
2. ¿Cuándo nació esta devoción?
En la alta Edad Media se tocaba la campana de los monasterios y conventos para recitar la segunda plegaria, después de las “Completas”[1] (parte de la Liturgia de las Horas). En el siglo XIII se comenzó la costumbre de recitar tres Ave María al sonido vespertino de las campanas y, muy pronto, se extendió la práctica a la mañana. En el siglo XV, en Francia, se sumó a esta costumbre su rezo al mediodía.[2] Esta práctica ha evolucionado hasta convertirse en las oraciones que hoy componen el Ángelus.
El primer documento que recoge el Ángelus en su forma actual es un catecismo impreso en Venecia en 1560. La práctica de esta costumbre se extendió en 1571 cuando el papa san Pío V insertó el rezo del Ángelus en el “Pequeño Oficio de Nuestra Señora” (devoción litúrgica a la Virgen María). Más adelante, en 1724, su difusión se volvió universal y definitiva con el documento “Iniunctae nobis” del papa Benedicto XIII, en el que concedía indulgencias por el rezo del Ángelus.[3]
El Ángelus se volvió a modificar con el papa Benedicto XIV en 1742, quien estableció que durante el tiempo de Pascua se sustituyera por la antífona Regina coeli. Ésta es la costumbre que se mantiene en la actualidad. Sin embargo, en 1815, el papa Pío VII añadió el rezo de tres Gloria al final del Ángelus en acción de gracias por los dones que la Santísima Trinidad ha otorgado a la Virgen. Esta última práctica es más propia de Italia.
Textos de san Josemaría para meditar
“Al contemplar la escena de la Encarnación, refuerza en tu alma la decisión de "la humildad práctica". Mira que Él se abajó, tomando nuestra pobre naturaleza. —Por eso, en cada jornada, has de reaccionar ¡inmediatamente!, con la gracia de Dios, aceptando —queriendo— las humillaciones que el Señor te depare”. (Forja, 139)
“¿Veis con qué sencillez? —"Ecce ancilla!..." —Y el Verbo se hizo carne.—Así obraron los santos: sin espectáculo. Si lo hubo, fue a pesar de ellos.” (Camino, 510)
“¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya —"fiat"— nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. —¡Bendita seas!” (Camino, 512)
3. ¿Por qué meditar esta escena es importante para los cristianos?
La Anunciación a María inicia el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo. El arcángel Gabriel presenta a la Virgen María el plan de salvación de Dios, por el que ella es invitada a convertirse en la Madre del Redentor. María responde confiando en el designio de Dios, segura de que nada hay imposible para Él. Así, al dar su consentimiento a la palabra de Dios, llega a ser Madre de Jesús por obra del Espíritu Santo.
Con su asentimiento, la Virgen María acepta de todo corazón la voluntad divina de salvación y se entrega al servicio de su Hijo y al Misterio de la Redención. Por su obediencia, para la salvación propia y la de todo el género humano, María continúa colaborando con este plan divino siendo madre de todos los hombres e intercesora de la Iglesia. “Mujer del “sí”, que ha acogido con prontitud la invitación del Ángel, responde también a nuestras súplicas, escucha nuestras voces, también las que permanecen cerradas en el corazón, que no tienen la fuerza de salir pero que Dios conoce mejor que nosotros mismos” (Papa Francisco, Audiencia General).
El Magisterio de la Iglesia propone el rezo del Ángelus como una invitación a cada uno a unirse al “sí” de María para adherirse con confianza a la belleza del plan que Dios ha preparado. Además, es una oportunidad de vivir la comunión de los santos, sintiéndose sostenidos por la oración de tantos fieles que rezan esta oración a diario.
Textos de san Josemaría para meditar
“Cómo enamora la escena de la Anunciación. —María —¡cuántas veces lo hemos meditado!— está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al hablar con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen!” (Surco, 481)
“Recordad la escena de la Anunciación: baja el Arcángel, para comunicar la divina embajada —el anuncio de que sería Madre de Dios—, y la encuentra retirada en oración. María está enteramente recogida en el Señor, cuando San Gabriel la saluda: Dios te salve, ¡oh, llena de gracia!, el Señor es contigo. Días después rompe en la alegría del Magnificat —ese canto mariano, que nos ha transmitido el Espíritu Santo por la delicada fidelidad de San Lucas—, fruto del trato habitual de la Virgen Santísima con Dios”. (Amigos de Dios, 241)
4. ¿Cuándo se reza el Ángelus?
La oración del Ángelus, como la conocemos hoy, originalmente se rezaba tres veces al día: mañana, mediodía y tarde. Actualmente la costumbre mayormente difundida entre los fieles es el rezo al mediodía. Durante el tiempo de Pascua (desde el día en que se celebra la Resurrección hasta el día de Pentecostés) se sustituye la oración del Ángelus por la antífona del Regina Coeli, en la que se resalta la alegría de la Resurrección de Jesucristo.
Siguiendo esta tradición de la Iglesia, san Josemaría también vivía esta costumbre. “Terminada la lectura del correo, rezaba el Ángelus al mediodía. Constituía un momento importante de su jornada, porque además de ser una conversación filial con la Virgen, marcaba el tiempo en que su devoción eucarística cambiaba de signo: hasta entonces había pasado la mañana dando gracias a Dios por la Misa que había celebrado; a partir del Ángelus comenzaba a prepararse para la Misa que celebraría al día siguiente".[4]
Textos de san Josemaría para meditar
“Todas las fiestas de Nuestra Señora son grandes, porque constituyen ocasiones que la Iglesia nos brinda para demostrar con hechos nuestro amor a Santa María. Pero si tuviera que escoger una, entre esas festividades, prefiero la de hoy: la Maternidad divina de la Santísima Virgen.
Esta celebración nos lleva a considerar algunos de los misterios centrales de nuestra fe: a meditar en la Encarnación del Verbo, obra de las tres Personas de la Trinidad Santísima. María, Hija de Dios Padre, por la Encarnación del Señor en sus entrañas inmaculadas es Esposa de Dios Espíritu Santo y Madre de Dios Hijo.
Cuando la Virgen respondió que sí, libremente, a aquellos designios que el Creador le revelaba, el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre —sin confusión— la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios”. (Amigos de Dios, 274)
5. ¿Hay relación entre la oración del Ángelus y el “Ángelus del Papa”?
El Ángelus del Papa” es un acto público del Papa en el que reza el Ángelus los domingos al mediodía con los fieles reunidos en la plaza de san Pedro y es transmitido por los medios de comunicación. Esta práctica comenzó el 15 de agosto de 1954 (L’Osservatore Romano), cuando fue transmitido por primera vez el rezo del Ángelus del Papa Pío XII por radio y televisión, a petición de los jóvenes de la Acción Católica y con ocasión del Año Mariano. Llegado el otoño del mismo año, por decisión del Papa, “al que le gustaba bendecir a los fieles reunidos en la plaza san Pedro, se comenzó a rezar desde la ventana de su estudio, tal y como se viene haciendo hasta nuestros días.”[5]
El rezo del Ángelus es, además, una ocasión de cercanía entre el Papa y los fieles. Habitualmente, el Papa lo acompaña con algún mensaje pastoral, un cariñoso saludo a los peregrinos presentes en la plaza de san Pedro y los que lo sintonizan por los medios de comunicación, y las intenciones y preocupaciones de la Iglesia que tiene más presente y por las que pide oraciones. Es una gran oportunidad en la que el pueblo puede rezar junto al Santo Padre.
Textos de san Josemaría para meditar
“Acoge la palabra del Papa, con una adhesión religiosa, humilde, interna y eficaz: ¡hazle eco!” (Forja, 133)
“La fidelidad al Romano Pontífice implica una obligación clara y determinada: la de conocer el pensamiento del Papa, manifestado en Encíclicas o en otros documentos, haciendo cuanto esté de nuestra parte para que todos los católicos atiendan al magisterio del Padre Santo, y acomoden a esas enseñanzas su actuación en la vida”. (Forja, 633)
“Ofrece la oración, la expiación y la acción por esta finalidad: “ut sint unum! —para que todos los cristianos tengamos una misma voluntad, un mismo corazón, un mismo espíritu: para que “omnes cum Petro ad Iesum per Mariam! —que todos, bien unidos al Papa, vayamos a Jesús, por María.” (Forja, 647)
“María edifica continuamente la Iglesia, la aúna, la mantiene compacta. Es difícil tener una auténtica devoción a la Virgen, y no sentirse más vinculados a los demás miembros del Cuerpo Místico, más unidos también a su cabeza visible, el Papa. Por eso me gusta repetir: omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!, ¡todos, con Pedro, a Jesús por María! Y, al reconocernos parte de la Iglesia e invitados a sentirnos hermanos en la fe, descubrimos con mayor hondura la fraternidad que nos une a la humanidad entera: porque la Iglesia ha sido enviada por Cristo a todas las gentes y a todos los pueblos” (Es Cristo que pasa, 139).
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[1] Cfr. Roschini, G. M., & María, S. R. (1962). La Madre de Dios según la fe y la teología. Madrid: Apostolado de la Prensa.
[2] Cfr. Royo Marín, A. (1997). La Virgen María: Teología y espiritualidad marianas. Madrid: Biblioteca de autores cristianos.
[3] Idem.
[4] Del Portillo, A., & Cavalleri, C. (2014). Entrevista sobre el fundador del Opus Dei. Madrid: Rialp.
[5] Daud, M. P. (2021, March 25). ¿Qué Papa inauguró la tradición de rezar el Ángelus en San Pedro? Retrieved April 30, 2021, from aleteia.org