Montealto: amistad y confidencia

Montealto abrió sus puertas hace más de 40 años en Quito y sobre las líneas de esta trayectoria se escribieron historias que llegan al corazón.

Se me llena la cabeza de anécdotas, conversiones y recuerdos de este lugar que formó en la fe a muchas mujeres. Montealto abrió sus puertas hace más de 40 años en Quito y sobre las líneas de esta trayectoria se escribieron historias que llegan al corazón.

Primero debemos señalar la diversidad de público que, desde sus inicios, fueron acogidas en sus instalaciones. Jóvenes, adultas, profesionales, casadas o solteras: todas con un objetivo en común: profundizar en su fe. En este Centro del Opus Dei forjaron relaciones de amistad sincera y encontraron una guía espiritual.

Charla de formación con profesionales

“Vi mucha gente pasar, formarse, descubrir a Dios y el sentido de sus vidas. Fue maravilloso cuidar de este sitio, sobre todo del Oratorio, que siempre fue el centro de la gente que pasó por aquí”, cuenta María José, que vivió durante 10 años allí.

La alegría de servir

En sus salas nacieron iniciativas de servicio a la comunidad. Podemos resaltar la formación en la fe. Dice San Josemaría en Surco: “Fíjate bien: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, y ni a uno solo de ellos deja de llamar el Maestro. Les llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elección, a una vida eterna”. Con esta inspiración, se organizaron catequesis en barrios de escasos recursos para dar a conocer el mensaje del evangelio a quienes más lo necesitan.

También realizaron talleres de restauración de juguetes, que donaban a niños en Navidad. La ilusión y esfuerzo de quienes participaron en esta labor era recompensada con creces por la alegría de los pequeños que recibían esos regalos.

Transmitiendo Aficiones

Otra actividad con verdadero éxito fue el club de lectura. Marta, su organizadora, logró llegar a muchas mujeres a través de su pasión por los libros. Fue, como una enfermedad contagiosa, que las señoras se traspasaban de una a otra, el gusto por la literatura de nivel.

Los parámetros de selección era que sean novelas de buena calidad literaria, que se respeten las diferentes creencias. Se decidía entre todas, y una vez al mes se reunían para compartir lo leído, exponiendo lo que los descubrimientos personales. En un momento, se convirtió en un taller literario con mujeres solteras y casadas.

Fundación Ayuda Familiar y Comunitaria

Tal vez la labor social de más impacto que se promovió desde Montealto tuvo como protagonista a otra de sus residentes: Raquel. Con una alta sensibilidad por el hermano que sufre, fue consciente de la necesidad de brindar una atención de salud digna para las personas, especialmente las mujeres más vulnerables.

Así nació la Fundación Ayuda Familiar y Comunitaria (AFAC), que dio sus primeros pasos como un dispensario médico que luego se convirtió en una maternidad y hoy en día es una clínica que cuenta con más de 12 especialidades.

Bajo el impulso de Raquel, muchas fueron las personas involucradas en sacar adelante este apostolado. Unas conseguían recursos. Otras hacían visitas. Algunas se enfocaron en montar brigadas médicas para atención en lugares remotos.

Pero el trabajo más delicado se hizo con las mujeres que se habían quedado embarazadas sin desearlo, estos los casos, el acompañamiento fue fundamental para el éxito de AFAC.

Hasta la misma Educación Superior

Otro proyecto apostólico que nació en los pasillos de Montealto fue la Universidad Hemisferios. Cuanto tiempo se dedicó a soñar en esta nueva posibilidad. Cientos de tertulias, miles de horas de trabajo y de planificación. Mucha ilusión y tesón.

María Graciela fue la impulsora y primer capitán de este nuevo esfuerzo que, solo vio la luz, después de la lucha perseverante, y la voluntad de hierro para sortear los infinitos obstáculos. Hoy recibe y da formación con bases cristianas a tantos jóvenes año a año.

Algunas vivencias y testimonios que inspiran

María José recuerda con mucho cariño a mujeres que llegaban con sus bebes a Montealto para recibir sus clases de formación. Mientras ellas participaban de las actividades, las de casa cuidaban de los pequeños y realizaban juegos para que sus mamás puedan recibir los medios de formación sin interrupciones.

Con la tranquilidad de que los niños estaban seguros, ellas podían escuchar las meditaciones, recibir círculos, participar en las tertulias, ser parte de retiros, confesarse con algún sacerdote y hacer oración.

Lilian es madre de 5 hijos y frecuentó el Centro por mucho tiempo. “La Obra es lo que más felicidad me ha dado, lo que le da sentido a mi vida. Mi marido murió hace 8 años y quienes me ayudaron durante su fallecimiento fueron las personas del Opus Dei”.

Y así como recibió acompañamiento, ella lo retribuye brindándoselo a quien lo necesita. En 2 ocasiones tuvo la oportunidad de conocer a mujeres venezolanas que le expresaron sentir mucha soledad. Estaban desorientadas. Lilian entabló amistad con ellas, las invitó a unas charlas que dirige y así logró transmitirles el sentido de familia. “Cuando uno llega del extranjero, se siente perdido, pero en la Obra es como si estuvieras siempre en casa, sin salir del país”.

Un beneficio que se multiplica al compartir

Alicia empezó a frecuentar Montealto junto a sus amigas desde 2012. Entre una y otra actividad sentía cómo crecía el amor por esta casa que las recibía con tanta calidez. “Ha sido un lugar muy especial para mí y mis amigas, se convirtió en nuestro hogar, aquí formamos una nueva familia. Nosotros atendíamos a quienes llegaban, usábamos con confianza los espacios, jardines, la cocina, limpiábamos y cuidábamos los detalles de cada rincón”. Entre risas cuenta que iban a hacer bulla.

Supernumerarias que asistían a Montealto

Recuerda que el día 12 de marzo de 2020 estaban reunidas cuando anunciaron las restricciones por la pandemia. Ese mismo día, una de ellas, Fanny, creó un grupo privado de Facebook. Con este recurso, continuaron con la formación de manera virtual. Desde ese momento no han detenido las actividades hasta ahora.

Se reúnen para recibir meditaciones, curso de Biblia, retiros y mantienen el rezo del Rosario todos los días. Personas de varias partes del país y el mundo reciben la formación a través de esta red social.

“Lo que más me llena es ver cómo la gente se ama, la relación es muy cercana, todas rezamos por las otras”.

La labor continúa

Por el cambio de la ciudad, Montealto cerró sus puertas en 2020, la labor apostólica se reubica siguiendo las nuevas disposiciones de la ciudad.

Estamos claros, que los propósitos, afectos e inspiraciones que despertó Jesús se quedan por siempre en los corazones y en las obras de quienes pasaron por todos los rincones de este lugar.

Alicia cuenta que siguen con la misma ilusión y entusiasmo de siempre. “Deseamos enseñarles a todas las mujeres que vengan a querer a Dios y seguimos recordándoles lo que les decimos con frecuencia: que Jesús viva en cada una de ellas y sus familias”.