Mi familia y la clínica dental

Abing Chan y su marido viven en Kaohsiung, Taiwan. Ambos trabajan como dentistas. En este artículo, Abing comparte algunas reflexiones e historias acerca de su trabajo como madre y dentista.

El marido de Abing Chan trabajando en su clínica dental en Kaohsiung, Taiwan.

El año pasado, mi esposo y yo celebramos nuestro duodécimo aniversario de bodas, en la fiesta de la Sagrada Familia. Ese día, además de sentirme agradecida a Dios por nuestro matrimonio y nuestros cinco hijos, comprendí por fin por qué Dios quería comenzar la obra de la salvación “en familia”, como ha señalado el Papa Francisco en numerosas ocasiones.

Mi hija mayor tiene once años y el menor dos. Al acompañar a mis hijos en su camino de crecimiento, pienso en Jesús, que también recorrió un camino de crecimiento y madurez, como todos los demás. Aprendió de Nuestra Señora y de san José a hablar, a trabajar y a vivir. El ejemplo de José y María se puede ver en la vida pública de Jesús, en las parábolas que usa y en la forma en que cuida de los demás. “El vino nuevo no puede ser vertido en odres viejos...”. ¿No se habría inspirado Jesús en la Virgen, cuando, siendo niño, la veía coser? Jesús utiliza también la levadura como metáfora... Quizá esta imagen nacería después de ver a su Madre en la cocina, levantando la masa. Y qué decir de la actitud de la Virgen en Caná, cuando, durante la fiesta, es la única que cae en la cuenta de que el vino se está acabando.

Me alegré mucho al ver cómo la Virgen le ayudaba a superar sus malos hábitos

El Evangelio nos ilumina en la tarea que tenemos como padres. Esto me recuerda una historia personal que tiene que ver con mi hijo. Cuando estaba en tercer grado, adquirió la mala costumbre de decir pequeñas mentiras. Nunca admitía sus errores a menos que alguien encontrara pruebas irrefutables de su mal comportamiento. Un día, cuando rezábamos juntos el rosario en familia, se ofreció voluntario para dirigir la decena, y comentó: “Este misterio es para rezar por mi hábito de mentir”. Todos nos alegramos mucho por él, porque finalmente reconocía su defecto. Un día, vi que en la pared de la sala de estudio había unas pintadas hechas a lápiz. Les pregunté a mis hijos quién lo había hecho y él rápidamente dijo: “Mamá, fui yo”. Le pedí que limpiara la pared. Aunque la pared no se pudo limpiar completamente, no lo castigué. Me alegré mucho al ver cómo la Virgen le ayudaba a superar sus malos hábitos.

Por supuesto, mantener a una familia con cinco hijos no es tarea fácil

A menudo rezamos el rosario junto con nuestros hijos. Los misterios del rosario ofrecen un resumen de toda la historia de la salvación, y a través de esta costumbre, nuestros hijos se han iniciado en este misterio y han experimentado la fuerza de la oración.

Por supuesto, mantener a una familia con cinco hijos no es tarea fácil. Hace ya más de cinco años, mi esposo y yo decidimos abrir una clínica dental. Sabíamos desde el principio que habría riesgos y desafíos, pero nos animamos a dar el salto. Y, a pesar de las dificultades, la clínica se ha convertido en una ocasión fantástica para ayudar a los demás.

Una lección que he aprendido en estos años es que cada paciente es diferente, como ocurre también con los hijos

Una lección que he aprendido en estos años trabajando en la clínica es que cada paciente es diferente, como ocurre también con los hijos. Tuve que aprender a tratarlos de manera personalizada, teniendo en cuenta sus peculiaridades. Ahora procuro vivir la empatía con cada uno, escuchando sus quejas y lamentos con una sonrisa. Además de la cuestión del trato personal, veía también que necesitaba mejorar mis habilidades profesionales, para poder santificar mi trabajo y ser una dentista competente.

En la clínica, tenemos varios asistentes dentales trabajando para nosotros. Pasamos mucho tiempo formándoles, hablando con ellos y pensando en cómo ayudarlos a mejorar como profesionales. En cierto modo, se podría decir que los adoptamos como hijos nuestros, teniendo en cuenta sus circunstancias familiares, enseñándoles pacientemente a prestar atención a las pequeñas cosas, a tratar a los pacientes con alegría y a evitar levantar la voz mientras trabajan.

Una lección que he aprendido en estos años trabajando en la clínica es que cada paciente es diferente, como ocurre también con los hijos

Algunos clientes han empezado a notar que el ambiente en nuestra clínica es un poco diferente. Uno de los que viene le dijo a mi esposo: “Me he dado cuenta de que su forma de hablar es suave, y también la de su asistente. Esto me gusta mucho porque me hace sentir tranquilo. En mi lugar de trabajo no tengo algo así”.

La clínica tiene dos pisos y los dibujos de nuestros hijos están colgados en la pared que recorre la escalera. Son dibujos de colores vivos y de vez en cuando los vamos cambiando. Esto ha llamado la atención de algunas madres jóvenes que empezaron a hacer lo mismo en sus hogares para fomentar la creatividad y la imaginación de sus hijos.

No esperábamos que surgiera una atmósfera cultural tan maravillosa

En la sala de espera de la clínica, decidimos colocar buenos libros para niños y adultos en lugar de televisores, periódicos o revistas. Tiempo después, la sala de espera se convirtió en una pequeña biblioteca. A menudo he visto a padres leyendo libros infantiles para sus hijos, o a adultos leyendo atentamente. Más de una vez, después del tratamiento dental, los niños piden a sus padres que les sigan leyendo el cuento. Algunos pacientes incluso han donado libros a nuestra clínica, mientras que otros piden prestado libros para leer en casa. No esperábamos que surgiera una atmósfera cultural tan maravillosa simplemente por tener buenos libros disponibles.

Abing lleva a sus hijos a visitar a personas ancianas.

En torno a la Navidad, sustituimos los productos dentales de la vitrina por un Belén. Un día, escuché cómo una madre hablaba a sus hijos de los personajes de la escena, lo cual me impresionó, porque la mayoría de la gente en Taiwán ni siquiera sabe de ellos. En otra ocasión, oímos a un niño preguntarle a su abuelo acerca de la exposición, y él respondió: “No sé, deben ser antigüedades que colecciona el dentista”.

Más de una vez, después del tratamiento dental, los niños piden a sus padres que les sigan leyendo el cuento

Estoy muy contenta de que nuestra clínica pueda ser ocasión para santificar nuestro trabajo, santificarnos a nosotros mismos a través de nuestro trabajo y santificar a los demás a través de nuestro trabajo, como decía san Josemaría. Con la ayuda de la gracia, espero que podamos acercar a muchas personas a Dios a través de nuestra clínica.

Abing Chan