Fue en Los Rosales donde san Josemaría reunió al primer grupo de mujeres del Opus Dei, que más tarde partiría hacia distintos países para llevar allí el mensaje de la llamada universal a la santidad. Apenas eran media decena y entre ellas se encontraba la que más tarde sería la primera persona laica de la institución en llegar a los altares: la química madrileña Guadalupe Ortiz de Landázuri.
La casa abría sus puertas por primera vez el 15 de noviembre de 1944. El inmueble ampliaría más tarde sus instalaciones, en la década de los 60. Desde entonces son muchas decenas de miles de hombres y mujeres los que han pasado por Los Rosales para acudir a encuentros, jornadas de reflexión, cursos de retiro o convivencias.
Sus gruesos muros contienen numerosos objetos, muebles y recuerdos ligados a la historia del Opus Dei, pero Los Rosales no es una casa museo. Su actual directora, Mercedes García, resumía el objetivo de todo lo que allí se hace en una mesa redonda, con motivo de la jornada de puertas abiertas: un conocimiento real y vivencial de la fe cristiana. “Aquí estamos especializados en formación humana y en formación espiritual. Y para eso, queremos que Los Rosales sea un sitio acogedor”, explicaba.
Junto a ese objetivo, que atrae a Los Rosales a unas 3.900 personas cada año, desde la casa se pilota un taller de artesanía religiosa con más de seis décadas de actividad, y que da trabajo a 17 personas. El taller ha adquirido un notable prestigio, y, además de enviar artículos elaborados a mano a diferentes países del mundo, restaura objetos para las hermandades y cofradías de toda España. Por supuesto, de forma especial, desde el taller se trabaja para las cofradías de Villaviciosa de Odón, y son famosos los mantos elaborados para la Virgen de la Soledad o las faldillas del Cristo.
Su arraigo en la localidad de Villaviciosa de Odón, llevó a que muchos vecinos acudieran al reciente acto de puertas abiertas de Los Rosales, al que no faltaron representantes del Ayuntamiento, de las hermandades o de la parroquia de Santiago Apóstol.
Un puñado de historias
Isaac, por ejemplo, ha cumplido ya los 80, pero recuerda muy bien cómo acudía siendo todavía un niño a Los Rosales para recoger huevos de la granja y venderlos en la tienda de ultramarinos de sus padres. Por aquel entonces, en sus inicios, la casa se sostenía apoyada en este tipo de recursos, junto con los escasos ingresos que percibía procedentes de las aún pocas actividades organizadas.
Muchas de las historias de quienes asistieron a la jornada de puertas abiertas están ligadas ya para siempre a Los Rosales. Así ocurre con Lidia, que conocía el pueblo de Villaviciosa de Odón a través de los retiros de Los Rosales, y acabó sacándose una oposición como profesora y viviendo una década en el municipio. O con varios matrimonios del pueblo que habían llegado hasta la casa a través de familiares o conocidos.
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— Villaviciosadigital (@villaviciosadig) December 12, 2019
Participar en alguno de los retiros o convivencias en Los Rosales había dejado en todos ellos una profunda huella. De ahí que hasta la presidenta de la asociación de viudas de Móstoles acudiera al evento para interesarse por las actividades de Los Rosales, o que durante este 75 aniversario la plantilla que vive y trabaja en la casa haya recibido cartas dando las gracias desde Kenia o Singapur. No es para menos: la profunda huella que ha dejado esta casa en miles de vidas ha llegado a los cinco continentes. Y esto no ha hecho más que empezar.