Expulsé la piedra

“Bueno, querido Padre, yo estoy aquí, arrodillado frente a ti; ofrezco este dolor que he llevado durante semanas pero, por favor, ayúdame porque afecta mi vida seriamente”.

Photo: Raj Eiamworakul, Unsplash (CC)

En octubre del 2014 tuve un doloroso episodio que resultó ser [causado por] múltiples cálculos de riñón. Desde aquel octubre empecé a tener molestias y dolores moderados casi a diario y un fuerte episodio cada dos meses más o menos. En dos ocasiones expulsé pequeñas piedras [...] y durante unos pocos días parecía que mejoraba.

los episodios dolorosos se repetían con demasiada frecuencia, tenía molestias intensas casi a diario

A pesar de los múltiples cuidados y exámenes a partir del mes de abril de 2015, los episodios dolorosos se repetían con demasiada frecuencia, tenía molestias intensas casi a diario, lo que me estaba ocasionando problemas en mi día a día. Me costaba mucho estar de buen semblante y buen temperamento en aquellas circunstancias; hablar con las personas, gestionar y decidir era mucho más difícil, incluso tomar un café con una sonrisa era un reto.

El día 26 de junio tenía las intensas molestias habituales de las últimas semanas y, durante la inauguración de la iglesia [dedicada a] san Josemaría en Burgos, empecé a tener un fuerte cólico nefrítico. En ese momento, con mucha naturalidad y cariño, en medio de la ceremonia, me dirigí a san Josemaría y, en un tono de amistad y confidencia, le dije: “Bueno, querido Padre, yo estoy aquí, arrodillado frente a ti; ofrezco este dolor que he llevado durante semanas pero, por favor, ayúdame porque afecta mi vida seriamente”.

A la mañana siguiente expulsé, sin apenas molestias, una piedra enorme

Después de la ceremonia volví a casa, con notables molestias, tomé mi medicación y traté de terminar mi día, como tantos otros, acompañado de este dolor. No lo puedo explicar con palabras, pero el dolor era distinto esta vez: era doloroso, pero distinto, más llevadero. A la mañana siguiente expulsé, sin apenas molestias, una piedra enorme, ocho veces mayor a las que había expulsado hasta entonces [...].

Después de aquel día no tengo ninguna molestia, ni dolores ni infecciones. Los primeros resultados no muestran nada y estoy esperando unos segundos resultados que seguramente ratificarán los primeros. Estoy sin dolor y he recuperado energía y la sonrisa cotidiana y ha crecido enormemente mi gratitud a san Josemaría.

C.P., Burgos (España), junio de 2015


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