El Papa: "Dios encuentra en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor"

Benedicto XVI sigue interrogándose sobre las cuestiones que afronta el mundo contemporáneo. En Austria, ha continuado su profunda y sencilla catequesis sobre la existencia de la verdad, el sufrimiento de las mujeres, el sentido del fracaso vital, y el porqué de la Misa dominical, entre otros temas.

Ofrecemos extractos de los discursos más importantes del viaje de Benedicto XVI a Austria (7-9 septiembre). Si quiere leer los discursos completos, visite el especial del website del Vaticano dedicado a este viaje

En la residencia imperial de Hofburg: 

EUROPA, LA VERDAD Y EL DERECHO A LA VIDA

"Con gratitud podemos constatar que los países europeos y la Unión Europea se encuentran entre los que contribuyen principalmente al desarrollo internacional, pero deberían también hacer valer su peso político, por ejemplo, ante los urgentísimos desafíos planteados por África, ante las enormes tragedias de ese continente, como el flagelo del sida y la situación de Darfur, el injusto abuso de los recursos naturales y el preocupante tráfico de armas», explicó.

"Así también el compromiso político y diplomático de Europa y de sus países no puede olvidar la grave situación de Oriente Medio, donde hace falta la contribución de todos para favorecer la renuncia a la violencia, el diálogo recíproco y una convivencia verdaderamente pacífica».

"Tiene que seguir creciendo también la relación con las naciones de América Latina y con las del continente asiático, a través de oportunos lazos de intercambio»,

"El derecho humano fundamental, el presupuesto para todos los demás derechos, es el derecho a la vida misma. Esto debe aplicarse a la vida desde la concepción hasta su ocaso natural. El aborto, por tanto, no puede ser un derecho humano, es su contrario.

Es una profunda herida social".

"Al decir esto, no expreso un interés específicamente eclesial. Más bien, me hago abogado de una petición profundamente humana y me siento portavoz de los que todavía no han nacido y no tienen voz. No cierro los ojos antes los problemas y los conflictos de muchas mujeres y me doy cuenta de que la credibilidad de nuestro mensaje depende también de lo que hace la Iglesia misma para ayudar a las mujeres afectadas.

"Hago un llamamiento por tanto a los responsables de la política para que no permitan que los hijos sean considerados como casos de enfermedad ni que se quite la calificación de injusticia atribuida en vuestro sistema jurídico al aborto"

En el santuario de Mariazell: 

ALLÍ DONDE ESTÁ DIOS, ALLÍ HAY FUTURO

"La genealogía [de cristo] con sus figuras luminosas y oscuras, con sus éxitos y sus fracasos, nos demuestra que Dios también escribe derecho en los renglones torcidos de nuestra historia humana. Dios nos deja nuestra libertad y, sin embargo, sabe encontrar en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor. Dios no fracasa".

"Peregrinar significa estar orientados hacia una cierta dirección, caminar hacia una meta. Esto atribuye también al camino y a su cansancio una belleza propia. Entre los peregrinos de la genealogía de Jesús algunos se habían olvidado de la meta y querían ponerse a sí mismos como meta. Pero el Señor había suscitado de nuevo a personas que se habían dejado impulsar por la nostalgia de la meta, orientando su vida". 

"El impulso hacia la fe cristiana y el inicio de la Iglesia de Jesucristo ha sido posible, porque existían en Israel personas con un corazón en búsqueda --personas que no se acomodaron a la rutina, sino que escrutaron a lo lejos en búsqueda de algo más grande: Zacarías, Isabel, Simeón, Ana, María y José, los Doce y muchos otros. Dado que sus corazones estaban en actitud de espera, podían reconocer en Jesucristo a quien Dios había mandado y ser así el inicio de su familia universal". 

"La Iglesia de las gentes pudo realizarse porque tanto en el área del Mediterráneo como en Asia, a donde llegaban los mensajeros de Jesucristo, había personas a la espera que no se conformaban con lo que hacían y pensaban todos, sino que buscaban la estrella que podía indicarles el camino hacia la Verdad misma, hacia el Dios vivo".

"Necesitamos este corazón inquieto y abierto. Es el centro de una peregrinación. También hoy no basta ser y pensar como todos los demás. El proyecto de nuestra vida va más allá. Nosotros tenemos necesidad de Dios, de ese Dios que nos ha mostrado su rostro y abierto su corazón, Jesucristo". 

"Nuestra fe se opone decididamente a la resignación, que considera al ser humano incapaz de la verdad, como si ésta fuera demasiado grande para él. Esta resignación frente a la verdad es el núcleo de la crisis de Occidente, de Europa. Si para el ser humano no existe una verdad, en el fondo no puede distinguir entre el bien y el mal. Y entonces los grandes y maravillosos descubrimientos de la ciencia se hacen ambiguos: pueden abrir perspectivas importantes para el ser humano, pero también (...) transformarse en una terrible amenaza".

 

"Necesitamos la verdad. Pero ciertamente, a raíz de nuestra historia, tenemos miedo de que la fe en la verdad comporte la intolerancia. Si este miedo, que tiene sus buenas razones históricas, se apodera de nosotros, ha llegado la hora de mirar a Jesús como lo vemos aquí en el santuario de Mariazell. Como niño en brazos de su madre (...) y como crucificado. Estas dos imágenes nos dicen: la verdad no se afirma mediante un poder externo, (...) se concede al hombre sólo mediante el poder interior de ser verdadera. La verdad se muestra en el amor. Nunca es propiedad nuestra, no es un producto nuestro, como tampoco es posible producir el amor, sino que sólo se puede recibir y transmitir como don. Necesitamos esta fuerza interior de la verdad. Como cristianos, nos fiamos de esta fuerza de la verdad. Somos testigos de ella. Tenemos que entregarla como la hemos recibido, tal y como se nos ha entregado".

"«¡Muéstranos a Jesús!». María responde, presentándonoslo ante todo como niño. Dios se ha hecho pequeño por nosotros. Dios no viene con una fuerza exterior, sino que viene con la impotencia de su amor, que es lo que constituye su fuerza. Se pone en nuestras manos. Pide nuestro amor. Nos invita a hacernos pequeños, a descender de nuestros altos tronos y aprender a ser niños ante Dios. Nos ofrece el Tú. Nos pide que nos fiemos de Él y que aprendamos de ese modo a vivir en la verdad y en el amor. El niño Jesús nos recuerda naturalmente también a todos los niños del mundo, a través de los cuales quiere salir al paso: los niños que viven en la pobreza; que son explotados como soldados; que no han podido experimentar nunca el amor de sus padres; los niños enfermos y los que sufren, pero también en aquellos alegres y sanos. Europa se ha empobrecido de niños: queremos todo para nosotros mismos, y tal vez no nos fiamos demasiado del futuro. Pero la tierra carecerá de futuro si se apagan las fuerzas del corazón humano y de la razón iluminada por el corazón, cuando el rostro de Dios deje de lucir sobre la tierra. Allí donde está Dios, allí hay futuro".

«Mirar a Cristo». Si lo hacemos, nos damos cuenta de que el cristianismo es más y algo distinto que un sistema moral, una serie de preceptos y leyes. Es el don de una amistad que perdura en la vida y en la muerte: «No os llamo siervos sino amigos» (Juan 15,15) dice el Señor a los suyos. Nos encomendamos a esta amistad.

"Precisamente por el hecho de que el cristianismo es más que una moral, al ser el don de la amistad, implica una gran fuerza moral que tanto necesitamos, ante los desafíos de nuestro tiempo. Si con Jesucristo y con su Iglesia volvemos a leer de manera siempre nueva el Decálogo del Sinaí, penetrando en sus profundidades, entonces éste se nos revela como una gran enseñanza. Es ante todo un «sí» a Dios, a un Dios que nos ama y nos guía, que nos apoya y que además nos deja nuestra libertad, es más, la transforma en verdadera libertad (los primeros tres mandamientos). Es un «sí» a la familia (cuarto mandamiento), un «sí» a la vida (quinto mandamiento), un «sí» a un amor responsable (sexto mandamiento), un «sí» a la solidaridad, a la responsabilidad social y a la justicia (séptimo mandamiento) un «sí» a la verdad (octavo mandamiento), y un «sí» al respeto del prójimo y a aquello que le pertenece (noveno y décimo mandamiento). En virtud de la fuerza de nuestra amistad con el Dios viviente, nosotros vivimos este múltiple «sí», y al mismo tiempo lo llevamos como indicador del recorrido por nuestro mundo en esta hora".

En la catedral de Viena: 

EL "ALMA" DEL DOMINGO

"«Sine dominico non possumus!» Sin el don del Señor, sin el Día del Señor no podemos vivir: así respondieron en el año 304 algunos cristianos de Abitinia en la actual Túnez cuando, sorprendidos en la Celebración eucarística dominical, que estaba prohibida, fueron conducidos ante el juez y se les preguntó por qué, de Domingo, habían celebrado la función religiosa cristiana, a sabiendas que esto era castigado con la muerte".

"«Sine dominico non possumus». En la palabra dominico están enlazados indisolublemente dos significados, cuya unidad debemos de nuevo aprender a percibir. Se encuentra sobretodo el don del Señor – este don es El mismo: el Resucitado, de cuyo contacto y cercanía los cristianos tienen necesidad para ser ellos mismos. Esto, sin embargo, no es sólo un contacto espiritual, interno, subjetivo: el encuentro con el Señor se inscribe en el tiempo a través de un día preciso. Y de esta manera se inscribe en nuestra existencia concreta, corpórea y comunitaria, que es temporalidad. Da a nuestro tiempo, y por tanto a nuestra vida en su conjunto, un centro, un orden interior. Para aquellos cristianos la Celebración eucarística dominical no era un precepto, sino una necesidad interior. Sin Aquel que sostiene nuestra vida con su amor, la vida misma es vacía. Abandonar o traicionar este centro quitaría a la misma vida su fundamento, su dignidad interior y su belleza".

"¿Tiene relevancia esta actitud de los cristianos de entonces también para nosotros cristianos de hoy? Sí, es válida también para nosotros, que tenemos necesidad de una relación que nos sostenga y de orientación y contenido a nuestra vida. También nosotros tenemos necesidad del contacto con el Resucitado, que nos sostiene más allá de la muerte. Tenemos necesidad de este encuentro que nos reúne, que nos dona un espacio de libertad, que nos hace mirar más allá del activismo de la vida diaria hacia el amor creador de Dios, del cual provenimos y hacia el cual vamos en camino".

"Si volvemos con atención al pasaje evangélico de hoy, y escuchamos al Señor que en él nos habla, nos asustamos. «Quien no renuncia a toda su propiedad y no busca también todos los lazos familiares, no puede ser mi discípulo»".

"Quisiéramos objetar: ¿pero qué cosa estas diciendo, Señor? ¿Acaso el mundo no tiene necesidad justamente de la familia? ¿Acaso no tiene necesidad del amor paterno y materno, del amor entre padres e hijos, entre el hombre y la mujer? ¿Acaso no tenemos necesidad del amor de la vida, necesidad de la alegría de vivir? ¿Acaso no son necesarias también personas que inviertan en los bienes de este mundo y construyan la tierra que nos ha sido dada, de modo que todos puedan participar de sus dones? ¿Acaso no nos ha sido confiada también la tarea de proveer al desarrollo de la tierra y de sus bienes?"

"Si escuchamos mejor al Señor -y lo escuchamos en el conjunto de todo aquello que El nos dice- entonces comprendemos que Jesús no exige de todos la misma cosa. Cada uno tiene su tarea personal y el tipo de seguimiento proyectado para él. (...)"

"«Quien pierda su vida por mí…», dice el Señor: un dejar a sí mismo, en modo más radical, es posible solo si con ello al final no se cae en el vacío, sino en las manos del Amor eterno. Solo el amor de Dios, que se ha perdido a sí mismo por nosotros entregándose a nosotros, hace posible también para nosotros el ser libres, de dejar perder y así encontrar verdaderamente la vida (...). Nada sirve todo el saber del mundo, si no aprendemos a vivir, si no aprendemos qué cosa verdaderamente es importante en la vida".

"«Sine dominico non possumus!». Sin el Señor y el día que Le pertenece no se realiza una vida bien lograda. El Domingo, en nuestras sociedades occidentales, se ha transformado en un fin de semana, en tiempo libre. El tiempo libre, especialmente en la prisa del mundo moderno, ciertamente es una cosa bella y necesaria. Pero si el tiempo libre no tiene un centro interior, del cual proviene una orientación en su conjunto, acaba por ser tiempo vacío que no nos fortalece y recrea. El tiempo libre necesita de un centro –el encuentro con Aquel que es nuestro origen y nuestra meta".

"Precisamente porque en el Domingo se trata en profundidad el encuentro, en la Palabra y en el Sacramento, con el Cristo resucitado, el alcance de este día abraza la realidad entera. Los primeros cristianos han celebrado el primer día de la semana como Día del Señor, porque era el día de la resurrección. Sin embargo muy pronto la Iglesia tomó conciencia también del hecho de que el primer día de la semana es el día de la mañana de la creación, el día en el que Dios dijo «Haya luz» (Gn 1,3)".