Juan Bautista María Vianney (Dardilly, 8 de mayo de 1786 - Ars-sur-Formans, 4 de agosto de 1859), conocido como el Santo Cura de Ars, fue un presbítero francés proclamado patrono del clero secular.
Una oficina especial para el tráfico de Ars
En el siglo XIX, Ars, una pequeña villa francesa, fue por muchos años el centro de la vida religiosa de todo el país. Entre el año 1818 y 1859, fue tan grande la afluencia de peregrinos, que la compañía de trenes que servía el distrito, tuvo que abrir una oficina especial en la ciudad de Lyon, para organizar el tráfico entre esta gran ciudad y el pequeño pueblo de Ars.
Enlace relacionado: Libro electrónico “Los intercesores del Opus Dei”
El motivo era el sacerdote de la villa, Juan María Vianney, que había nacido en 1786. Había tenido que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote y cuando se le confió la parroquia de Ars, con su predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, promovió de un modo admirable su adelanto espiritual.
Durante cuarenta y dos años la vida de San Juan Bautista María Vianney estuvo marcada por el amor sin límites a su vocación sacerdotal y entrega a las almas.
El Santo Cura de Ars, como se le llama familiarmente en la Iglesia, llegó a pasar más de dieciséis horas diarias en el confesonario, perdonando los pecados en nombre de Dios, alentando, ofreciendo el calor de su afecto humano y de su identificación con Jesucristo Sacerdote. Pío XI, lo canonizó en 1925 y le declaró Patrono de todo el clero secular.
San Josemaría Escrivá en Ars
San Josemaría acudió siempre con fe a la intercesión de san Juan María Vianney y destacaba sus rasgos sacerdotales. El primer viaje de san Josemaría a la ciudad de Ars, para conocer los lugares donde desempeñó con tanta fidelidad su tarea sacerdotal y rezar ante sus restos, fue en 1953. Después, y siempre acompañado por D. Álvaro del Portillo, regresó en numerosas ocasiones, en 1955, 1956, 1958, 1959 y 1960.
San Josemaría, refiriéndose a la dedicación de los sacerdotes al sacramento de la Penitencia, les decía: «Sentaos en el confesonario todos los días, o por lo menos dos o tres veces a la semana, esperando allí a las almas como el pescador a los peces. Al principio, quizá no venga nadie. Llevaos el breviario, un libro de lectura espiritual o algo para meditar. En los primeros días podréis; después vendrá una viejecita y le enseñaréis que no basta que ella sea buena, que debe traerse a los nietos pequeñines. A los cuatro o cinco días vendrán dos chiquillas, y después un chicote, y luego un hombre, un poco a escondidas... Al cabo de dos meses no os dejarán vivir, ni podréis rezar nada en el confesonario, porque vuestras manos ungidas estarán, como las de Cristo —confundidas con ellas, porque sois Cristo— diciendo: yo te absuelvo».
Enlace relacionado: Carta del Santo Padre Francisco a los sacerdotes, en el 160 aniversario de la muerte del cura de Ars
Y concluía: «Amad el confesonario. ¡Amadlo, amadlo! (...). Ese es el camino para desagraviar al Señor por tantos hermanos nuestros que ahora no quieren sentarse en el confesonario, ni oír a las almas, ni administrar el perdón de Dios» (San Josemaría, Notas de una reunión con sacerdotes en Oporto, 31-X-1972. AGP, P04, vol. II, p. 758.)
Los habitantes de Ars actualmente no superan el millar, pero cada año atrae a unos 500.000 peregrinos de todo el mundo.