Como en una película de Indiana Jones

Anna Mestre impulsa Adaia, una asociación de ayuda a la mujer inmigrante en Lleida que comenzó en el año 2001 como una iniciativa personal.

“Me gusta comparar nuestra tarea con aquella escena de la película de Indiana Jones donde el protagonista tiene que hacer un salto, que es de fe, para coger el Santo Grial: hacemos de puente para tapar agujeros, para ayudar a estas personas a salir adelante”

La Asociación y Promoción de la mujer inmigrante, Adaia, nació el año 2001, de la iniciativa de tres personas sensibilizadas con la difícil situación de las mujeres inmigrantes que llegan a Lleida. Observando la realidad de estas mujeres, que deben empezar una nueva vida en una nueva cultura y unas nuevas costumbres, surgió la idea de facilitarles formación.

Así lo explica una de las promotoras del proyecto, Anna Mestre: “Todo empezó como una iniciativa personal, al darnos cuenta de una realidad: que cada vez son más las mujeres inmigrantes que llegan a nuestro país buscando trabajo y que son las que acaban cuidando de nuestros hogares, atendiendo nuestros hijos y abuelos, y generalmente en una situación de ilegalidad y sin preparación para ello”.

"La colaboración entre entidades, tanto civiles como religiosas, permite hacer un buen seguimiento de la situación de cada persona y saber cuáles son las necesidades en cada momento, porque donde no llega uno llega el otro"

La primera acción fue contactar con el sacerdote que llevaba la pastoral de inmigrantes en Lleida, con la iglesia de los Mercedarios y con entidades públicas como por ejemplo algunos locales municipales dónde Adaia empezó su labor.

Esta colaboración entre entidades, tanto civiles como religiosas, permite hacer un buen seguimiento de la situación de cada persona y saber cuáles son las necesidades en cada momento, porque donde no llega uno llega el otro. "Cuando es preciso trabajamos con las asistentes sociales para encontrar soluciones. Adaia no tiene nada, pero Adaia pide y nos dicen que sí", comenta la Anna.

El objetivo principal de Adaia fue desde el principio la formación y capacitación profesional, con programas hechos a medida. Los primeros cursos se hacían en locales municipales, y participaban unas 20 ó 25 mujeres dos días por semana. Después la cosa fue creciendo, hasta llegar a las 60 ó 100 mujeres que actualmente asisten a los cursos de Adaia. Como dice Anna, “ahora ya saben cómo trabajamos, y las mismas asistentes dan información de los cursos a conocidas”. Al aumentar el grupo de participantes también fue necesario buscar un nuevo local. En esto ayudó una cooperadora del Opus Dei que deja un piso donde hacer las clases.

Adaia ha llevado a término también cursos de alfabetización. “Hay una chica árabe, muy firme en sus creencias, a quien ayudamos cuando llegó a Lleida. Ahora, incluso dice que soy su hermana. Está tan agradecida de la ayuda que recibió que actualmente da clases en Adaia a chicas árabes analfabetas, un trabajo que nosotros no podríamos hacer. Otro caso bonito es el de una chica a quien habíamos encontrado una casa donde trabajar, pero un día vino a pedirnos ayuda. Tenía que hacer la comida, pero no conocía el nombre de los ingredientes en catalán. Entonces, entre las dos, cogimos la lista de todo lo que necesitaba, y fuimos al supermercado a comprarlo. Yo le iba indicando qué era cada cosa, y ella se lo apuntaba en catalán, por saberlo para otra ocasión”.

Conocer a las personas

Pero para poder ayudar a las personas, se necesita conocer la realidad en que viven, y esto sólo es posible visitando a las familias en su casa. Las voluntarias de Adaia llegan a tratar muchas familias. A veces les hace falta un mueble, otras veces necesitan ropa o comida, “llenar el carro”, como dice Anna. “Una vez nos vino una familia a quien habían dado un vale para comida, pero no era válido hasta una semana después. Acompañamos a la chica al supermercado a llenar el carro con alimentos básicos para pasar aquella semana”.

Adaia ayuda mujeres de todas las etnias, edades y religiones. Se es respetuoso con todas las chicas que acuden a la Asociación.

Adaia ayuda mujeres de todas las etnias, edades y religiones. Se es respetuoso con todas las chicas que acuden a la Asociación. Pero sí que “para las que lo desean se dan unas charlas de catequesis cristiana, y ya se han bautizado algunos niños de madres que vienen por Adaia”.

Son muchos los casos que puede explicar el Anna: “este fue un caso difícil, triste, pero a la vez bonito. Una chica latina había venido a Lleida con dos hijos, de dos y nueve años, y otros dos los había dejado a su país. Al niño de nueve años, Alex, le diagnosticaron leucemia, y le trasplantaron la médula mientras llegaron los otras dos hijos. Con Alex ingresado, la madre no podía atender los otros hijos. Buscamos una familia de acogida para la niña de dos años, y la encontramos en Barcelona. Alex murió al poco tiempo. Antes, de acuerdo con la madre, se quiso bautizar y hacer la primera comunión...”.