¿Cómo conoció el Opus Dei?
Estaba en clase cuando un amigo mío me preguntó: ¿tú eres cristiano? Le respondí que sí con cierta frialdad, porque lo único que hacía era ir a Misa los domingos. Me propuso asistir a un centro del Opus Dei, a la predicación de un sacerdote. Pasé del tema, porque no estaba demasiado interesado entonces en hacer nada más por Dios. Pero varios meses después, cambié de parecer, y fui al centro, movido sobre todo por la curiosidad de saber qué era el Opus Dei.
Descubrí entonces el sentido del estudio, del trabajo en la vida cristiana y la importancia que tiene, no sólo para aprobar el curso, sino para encontrar a Dios.
Usted ha creado una Asociación en Marsella, Jóvenes Plus...
Si. Después de defender mi tesis en la Escuela de Minas de París, decidí dedicarme a la enseñanza, donde descubrí las numerosas dificultades con las que se enfrentan los jóvenes que provienen de sectores sociales menos favorecidos. Me lo hizo ver especialmente el caso de un chico enfermo, de gran capacidad intelectual, al que su padre consideraba un inútil y que se sentía despreciado si no sacaba siempre la mejor calificación. Hablamos entre los profesores, sin encontrar solución, porque no habíamos mantenido ninguna relación con la familia. Y pensé que había que poner en marcha esta iniciativa.
Jóvenes Plus es una asociación en la que participan unos cien chicos y unos 60 tutores, que les dan una clase de apoyo escolar cada semana. Es una frecuencia que permite evitar una excesiva dependencia y que estimula su propia autonomía. Tenemos una sede en un barrio de Marsella donde se dan muchos problemas, como el paro, el fracaso escolar, etc… Queremos ayudar a cada muchacho y estimular su autoconfianza, convenciéndole de que puede triunfar académicamente. Porque en muchos casos lo que se da es una simple inadaptación al sistema escolar, y el hecho de que una persona mayor se preocupe por sus problemas les anima mucho y ya supone un paso para resolverlo
¿En qué influye el Opus Dei en todo esto?
El espíritu del Opus Dei me estimula personalmente y me ayuda a sensibilizarme ante los problemas de los demás. Conozco muchas iniciativas de este tipo, promovidas por personas del Opus Dei en todo el mundo, que son más o menos similares a la mía. Y he observado en ellas que lo que los chicos valoran sobre todo es el interés personal por ellos por parte de las personas formadas con el espíritu del Opus Dei, por encima incluso de la calidad técnica con la que le prestan ayuda. Esa dedicación, esa preocupación hacia los problemas de los demás, que es fruto del espíritu cristiano del Opus Dei, es una de las grandes soluciones para este problema.
Ahora me propongo ayudar a estos chicos a desarrollar su capacidad de aprendizaje, de forma que ganen en independencia de juicio; que sepan desarrollar en el ámbito cultural un pensamiento propio, su propio criterio, sin mimetismos alienantes. Es un camino que lleva a la felicidad y al conocimiento de Dios. Pero el primer paso es combatir el fracaso educativo, sin ningún tipo de discriminación por motivos religiosos.
En el barrio en el que trabajamos suele haber una proporción más alta de musulmanes que de cristianos, y nuestra actuación es profundamente respetuosa con su fe. Es fruto de una concepción antropológica de inspiración cristiana que valora a cada uno de estos chicos como lo que son: como personas, no simples alumnos o futuros consumidores.
Estamos subvencionados por el Consejo General de la Ciudad de Marsella, aunque seguimos necesitando la ayuda de muchos particulares para ayudar a chicos como uno que ahora recuerdo. Sus padres habían fallecido y estaba bajo el cuidado de una tía suya enferma. Los profesores no sabíamos qué hacer para motivarle intelectualmente. Ahora, después de dos meses de atención por parte de los tutores de Jóvenes Plus ha superado esa situación, al ver que había personas que se ocupaban de él. Para la dirección de la escuela ha sido como un milagro. Es un caso un tanto extremo, pero sirve para comprender el sentido de nuestro trabajo.