Por Eva Maria de Trujillo
La fuente de su patio parece guardar incontables historias de vidas, que se han ido transformando maravillosamente, gracias a las palabras escuchadas y las inspiraciones recibidas en esa casa. Desde 1978, en ella se viene brindando formación integral a mujeres de todas las edades y condiciones sociales, a través de cursos, talleres, retiros espirituales y acompañamiento personal.

En Cerronaya sabemos que una mujer con criterios claros es multiplicadora de bienestar y felicidad en su entorno familiar, laboral y social. Queremos que toda mujer sea consciente de que su vida tiene un sentido y que con su trabajo hecho con amor no solo se está realizando plenamente como persona, sino también está contribuyendo a hacer de este mundo un lugar mejor para todos.

¿Cómo surgió el Centro Cultural Cerronaya?
Hace más de cuatro décadas lo emprendió un grupo de mujeres optimistas y visionarias, inspiradas en las enseñanzas de san Josemaría, quien en ese entonces aún no estaba canonizado y era poco conocido en el país. Lo que movió a aquellas valientes señoras fue el amor a Dios y el deseo de dar a conocer a los demás esa visión nueva de su vida: la grandeza de la vida ordinaria.

Al principio las reuniones eran en sus casas o fincas prestadas, y los retiros en parroquias. El grupo crecía, alquilaron una casa, consiguieron muebles y un altar para el oratorio. Encontraron voluntarias que pudieran dar clases de cocina y de otras destrezas para chicas y grandes. Hacían catequesis, preparaban niñas para la Primera Comunión y ofrecían cursos especiales para empleadas del hogar. Luego buscaron sede propia, encontraron la casa que sería Cerronaya, y acudiendo a la generosidad de amistades y conocidos, consiguieron donativos pequeños y grandes. Crearon la entidad Corporación para la Formación de la Mujer y firmaron las escrituras en 1978.

Cuentan aquellas mujeres valientes y emprendedoras - ahora nonagenarias - que cada cuota resultó como un milagro del Señor que premiaba sus múltiples esfuerzos.
En adelante, el sostenimiento de las labores nunca fue fácil, pero donde hay tanta fe y tanto amor, se encuentran soluciones.

Incluyendo a todas
Desde los comienzos de Cerronaya, se favoreció a personas de pocos recursos, empleadas del hogar y chicas venidas del campo a buscar oportunidades en la ciudad, que recibían clases de alfabetización, cocina, corte y confección, cultura general, primeros auxilios, etc. Esta iniciativa de desarrollo personal tuvo gran acogida; ya no cabían en Cerronaya y se hizo necesario alquilar una casa y crear en 1980 el Centro de Capacitación Sue, que durante 26 años formó parte de la Corporación. Por sus aulas pasaron centenares de mujeres jóvenes, capacitándose y aprendiendo a dignificar su trabajo. Más adelante, en 2006, esta labor se convirtió en una entidad propia llamada Fundación Educativa Sue, donde se realizaban talleres de gastronomía y cursos especializados de atención al adulto mayor.

Otra de tantas iniciativas que nacieron en Cerronaya, fue un programa social con madres cabezas de familia en Charco Azul y Villa del Lago. En 1994 esta actividad tomó forma como institución propia y así nació la Fundación Los Valles, en la ciudad de Calí.
En Cerronaya continuaron las actividades tradicionales, adaptando el mensaje siempre actual a los nuevos tiempos, como “En torno a la moda”, “Hacer hogar”, Club de Prensa para universitarias, “Mujer Siglo XXI”, “Saberes de Mujer”, “MamáS21”, etc. Las actividades nunca han parado ni durante las restricciones de la pandemia, porque pasaron a ser virtuales, llegando a más personas.

Caminando juntas
Lo que nos ha movido desde los inicios ha sido el AMOR y es lo que nos seguirá moviendo, el AMOR. Durante más de 4 décadas hemos podido caminar juntas, siendo una luz en el camino para numerosas mujeres y familias. Continuaremos con mucha ilusión – de la mano de Dios y de nuestras colaboradoras - formando mujeres íntegras y llenas de virtudes, para que con su vida alumbren también el camino de muchas otras familias.
