Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona de Colombia

Un viernes, 26 de diciembre de 1586, se disponía a salir de la capilla, cuando una india cristiana le llamó la atención hacia la imagen, que aparecía rodeada de vivos resplandores. Volvió el rostro María Ramos y fue grande su asombro al advertir la transformación que se había obrado en el lienzo, cuyos colores, antes tan borrosos y desteñidos, aparecían ahora vivos y claros.

Cuadro Original de la Virgen de Chiquinquirá que descansa en la Basílica Homónima en Colombia y que se renovó milagrosamente hace más de cuatro siglos.

Cuenta la tradición que entre los primeros conquistadores del Nuevo Reino de Granada, Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de la Virgen del Rosario. Por este motivo fabricó en el pueblo de Suta su dormitorio y pequeña capilla. Deseando poner en ella una imagen de la Madre de Dios, mandó pintar una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una manta de algodón. Era la manta más ancha que larga y para que no quedasen en blanco los campos que quedaban a ambos lados de la Madre de Dios, mandó pintar a San Andrés Apóstol y a Santa Antonio de Padua uno a cada lado. Luego que recibió la imagen, acomodó el lienzo en un bastidor de madera y lo expuso en el altar de la capilla.

Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Boyacá, Colombia.

Pasaron algunos años y el desaseo y la humedad deterioraron el lienzo, que apareció roto por varias partes y la pintura estaba casi borrada. A la muerte de Don Antonio, su viuda, se trasladó a Chiquinquirá llevándose consigo el cuadro al que colocó en una capilla. Diez años más tarde vino a aquel lugar una piadosa mujer llamada María Ramos, cuñada del difunto Santana, quien reparó el cuadro y lo expuso en el mejor lugar de la capilla.

Imagen de Cuadro Original de la Virgen de Chiquinquirá que descansa en la Basílica

Fue así como el día viernes 26 de diciembre de 1586 a las nueve de la mañana, después de haber estado la devota más de dos horas en oración, se levantó de su asiento para salir de la capilla. En aquel instante pasaba por allí una india que venía de Muzo, llamada Isabel, con un niño llamado Miguel, de unos cuatro o cinco años. Al pasar frente a la puerta de la capilla dijo el niño a la mujer que lo llevaba: “¡Mire, mire! Miró la mujer hacia la capilla y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie, y despedía de sí una luz que llenaba de claridad toda la capilla. Llena de asombro dijo en alta voz a María Ramos, que iba saliendo del oratorio: “Mire, mire, Señora, que la Madre de Dios se ha bajado de su sitio, está en vuestro asiento y parece que se está quemando”. Miró María Ramos y admirada de ver tan estupendo prodigio, llena de asombro se dirigió llorando hacia el altar, se arrojó a los pies de la sagrada Imagen; con mucho temor puso los ojos en ella y vio cumplidos sus deseos, pues, estaba patente la imagen de la Madre de Dios en el sitio en que la piadosa María Ramos solía orar, con una hermosura sin igual y con unos colores muy vivos y despidiendo de sí grandes resplandores que bañaban de luz a los santos que tenía a los lados y llenaba de claridad toda la capilla. Tenía el rostro muy encendido. Toda la pintura estaba renovada completamente. Sin embargo quedaron en el lienzo, los agujeros que antes tenía.

Después de una hora, con mucho temor y reverencia alzaron el cuadro y lo colocaron en el lugar que estaba antes. El rostro de la Madre Santísima duró encendido todo aquel día; después, la imagen quedó tal como hoy se contempla.

La noticia del prodigio se propagó rápidamente por todos los lugares circunvecinos, cuyos moradores presurosos acudieron a ver la imagen renovada.

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

Conservación prodigiosa del Lienzo

Durante más de 435 años (1587-2021) el lienzo se conserva tal como se renovó. Desde 1587 hasta 1897, que se le colocó el cristal para protegerlo, diariamente se estuvo retocando en el lienzo de la Virgen, mazos de rosario, manojos de yerbas, panecitos de tierra blanca y otras mil cosas y el lienzo no ha sufrido daños, debiéndose haber destruido y acabado la tela en la parte que tales refregones sufrió. Tenían en el templo una vara larga con un garabato en la punta, donde engarzaban los objetos, los aplicaban al lienzo de manera que no quedara duda de que han sido tocados en la Imagen. Si vemos la columna de mármol, de la Virgen del Pilar de Zaragoza en España, los peregrinos la besan por el respaldo, y con solo aplicarle los labios, en tan largo tiempo, se ha hecho al mármol una concavidad, lo mismo que el pie de bronce de San Pedro del Vaticano, se ha desgastado notablemente con el ósculo de los turistas. Es indiscutible que “en esta Imagen hay encerrado algún don especial de Dios, reservado para remedio de graves males” como lo expresó la Sagrada Congregación de Ritos en su Decreto de 18 de julio de 1829 (https://virgendechiquinquira.com/santuario/descripcion-del-cuadro/)

Pio VII la declaró patrona de Colombia en 1829 y fue coronada canónicamente en 1919.

Nuestra señora de Chiquinquirá en el Vaticano

Desde el 9 de julio de 2021 una réplica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá fue entronizada en los Jardines del Vaticano, en conmemoración de los 102 años de la coronación canónica de la patrona de Colombia. Se trata de una “obra realizada en Verona -Italia- mediante la técnica tradicional de ‘micro-mosaico’, que consistente en ensamblar pequeñas piezas, cada una cortada a mano, de materiales como mármol, piedra o vidrio”.

La imagen de la Patrona de Colombia, quedará junto a otras advocaciones marianas como la Virgen del Rosario de Fátima, patrona de Portugal o Nuestra Señora de Lourdes, así como imágenes de América Latina como la Virgen del Quinche, patrona de Ecuador; Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México; la de Aparecida, patrona de Brasil, la de Luján de Argentina y la Virgen del Carmen, patrona de Chile.

Obispos clausurarán Asamblea Plenaria a los pies de la Virgen de Chiquinquirá

El 09 de julio a las 10:00 a.m. en la Basílica de Chiquinquirá, los obispos peregrinarán para clausurar la XCIII Asamblea Plenaria del Episcopado de Colombia ante la imagen de la Patrona de Colombia.

28 de mayo de 1983 - Con Don Álvaro en el Santuario de la Virgen de Chiquinquirá

En 1983 el hoy Beato Álvaro del Portillo, durante su viaje a Colombia visitó el Santuario, cumpliendo así un deseo de San Josemaria Escrivá de Balaguer.

Llegó el sábado, 28 de mayo. Se planeó hacer el viaje en helicóptero. Por carretera hubieran sido necesarias, al menos, dos horas de viajes a la ida y otras tantas a la vuelta.A las ocho y veinte ya se oía desde Balcones el potente ruido de las aspas del helicóptero, que se posaba en la cancha de fútbol del Gimnasio de Los Cerros. A las nueve, el helicóptero se alzó en vuelo.

El Beato Álvaro del Portillo durante su visita a la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Con el Padre iban don Javier, don Joaquín, don Alberto y Roberto. Los demás que le acompañaban en esta romería, habían salido temprano en automóvil.Una vez en la Basílica de Chiquinquirá, Don Álvaro rezó el Rosario y terminado el rezo, el Padre se sentó y, mirando al cuadro de la Virgen, hizo su oración en voz alta.“Estamos en Chiquinquirá, cumpliendo de modo filial el deseo de nuestro Padre, que manifestó más de una vez, de venir a rezar a este Santuario. Sé que hace muchos años comenzó a tener devoción a la Santísima Virgen en esta advocación de Chiquinquirá. Pero no pudo venir aquí. Lo que nuestro Padre no realizó en la tierra, queremos hacerlo nosotros en su nombre, como buenos hijos suyos...

El Beato Álvaro del Portillo saliendo de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

"Estamos aquí, a tus pies, en nombre de todas y de todos los que forman parte del Opus Dei en el mundo entero, para ofrecerte cuanto somos y cuanto hacemos, todo lo que deseamos. Y lo que queremos es cumplir la Voluntad de tu Hijo".

Terminada su oración personal, el Padre se dirigió nuevamente al altar del Santísimo, para despedirse de Nuestro Señor. Antes de salir de la Basílica, encendió cuatro velas a la Virgen; mientras las prendía, fue enumerando las diversas intenciones.

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28 de mayo: quinto día de la visita de Don Álvaro a Colombia