La Iglesia inició el Proceso informativo para la Beatificación de Montse Grases el 19 de diciembre de 1962, sólo cuatro años después de su muerte; y se clausuró el 26 de marzo de 1968. A esa edad la mayoría de los jóvenes están estrenando su vida; sin embargo Montse fue tan de prisa, tan acompasada con la gracia divina, tan al paso de Dios, que a esa misma edad ya había llegado, con la sencillez de siempre, a la plenitud del Amor.
Pero, ¿puede uno hacerse santo así, se preguntará algún lector, a los diecisiete años? La vida de esta joven catalana es la mejor respuesta. Montse demostró, a lo largo de su existencia sencilla la profunda verdad de estas palabras del Fundador del Opus Dei: "-Ser santo no es fácil, pero tampoco es difícil. Ser santo es ser buen cristiano: parecerse a Cristo. -El que más se parece a Cristo, ése es más cristiano, más de Cristo, más santo".
Por esa razón, lo mismo que a San Isidro lo representan en la parroquia de Seva, su pueblo de veraneo, con los instrumentos de su santificación -la azada y la horca con que hacinaba las mieses-, si algún día la Iglesia dice su última palabra sobre la santidad de Montse Grases, habría que representarla con su falda escocesa a cuadros verdes, -de la que se sacaron las reliquias de su estampa- con sus libros de "l'Escola", tocando la guitarra, y a los pies... una raqueta de tenis. Porque también en el deporte supo encontrar a Dios.