"Pasando de hecho y observando los monumentos de su culto, también encontré un altar con la inscripción: "Al Dios Desconocido. Lo que adoráis sin saber Yo os lo anuncio" (Hch 17,23)
San Pablo llegó a Atenas con un gran deseo de transmitir la verdad sobre Jesucristo. Cuando llegó al Areópago, estaban presentes representantes de las corrientes filosóficas en boga en aquella época: el estoicismo y el epicureísmo.
Comenzó su discurso con un elogio a la religiosidad de los atenienses. Se refirió a la fuerza que debido al deseo natural del hombre por Dios, había encontrado en la vida y la historia de Atenas. Sus poetas habían buscado a Dios a través de relatos mitológicos, los filósofos a través de la lógica y los artistas en la belleza.
Y es agradable observar cómo San Pablo se refiere a sus tradiciones y creencias. Luego cita dos textos; en primer lugar les recuerda la frase de un conocido poeta que afirma 'de su linaje somos'.
A partir de aquí, les explica que si efectivamente los hombres somos semejantes a Dios los ídolos de piedra que ellos han fabricado. Luego, seguramente mirando fijamente a los epicúreos frente a él, ya que pensaban que los dioses, si existían, permanecían tranquilamente felices en el Olimpo sin preocuparse por los hombres, San Pablo les dice enfáticamente que Dios Dios sí está cerca de los hombres, y lo hace recordando otra frase de un poeta de la tradición griega, que afirmaba que "en Él nos movemos, existimos y somos".
Creo que el discurso del Areópago es un modelo de diálogo apologético, porque San Pablo muestra aquí el carácter razonable del Cristianismo, cómo está en línea con los mejores logros de la razón y es capaz de responder a las aspiraciones más profundas del corazón humano.
Hay una característica más del espíritu cristiano que está presente desde el principio: buscar lo que une, centrarse más en lo que hay de verdad y bondad en las creencias y forma de pensar de los interlocutores.
El otro discurso, o texto, es la Epístola a los Romanos. Allí, en el primer capítulo, San Pablo, haciéndose eco de una enseñanza siempre presente en el Antiguo Testamento y especialmente en el Libro de la Sabiduría dice que el Dios invisible se ha hecho visible en sus obras, en la creación, en la realidad creada. Por tanto, el hombre, con su inteligencia puede encontrar una referencia a Dios en el mundo creado.
Este texto ha sido abundantemente citado en los siglos posteriores siempre que se ha hablado de la posibilidad de que el hombre, con su razón natural, llegue a conocer a Dios. Pienso ahora, por ejemplo, en el Concilio Vaticano I, que, en la constitución dogmática Dei Filius afirma precisamente que el hombre tiene la capacidad con su inteligencia, de trascender el orden empírico y llegar a conocer la existencia de Dios.
También durante el pontificado de Juan Pablo II la encíclica 'Fides et ratio' es en cierto modo un canto a la fuerza y al vigor de la razón humana. Lo mismo puede decirse del pontificado de Benedicto XVI con cuánta fuerza e insistencia habla de la necesidad en el mundo actual de ampliar los horizontes de lo racional.
Vídeo publicado en 2008 con motivo del Año Paulino. El Año Paulino fue un jubileo convocado por el papa Benedicto XVI en conmemoración del bimilenario del nacimiento del apóstol Pablo de Tarso. Se celebró entre el 28 de junio de 2008 y el 29 de junio de 2009. Tuvo un marcado carácter ecuménico, según los deseos del pontífice.