Vacaciones con propósito

Estamos a pocos días de la clausura del Año de la Familia y de que comiencen... ¡Las vacaciones! Por eso, te traemos un claro ejemplo de cómo dos vidas pueden unirse para realizar un viaje apasionante y fructífero. Es lo que nos muestran estos dos abuelos que supieron crear una gran red de conversaciones llenas de propósito.

Maletas cerradas, check-in listo, pasaportes en el bolso, PCR con código QR, hoteles reservados, todos en el carro a punto de salir pero… ¿Qué hacemos con los abuelos? No, no… Esa pregunta no encaja en esta lista previa a las vacaciones. En la familia Christiansen, los abuelos no son los que se quedan observando desde lejos mientras ven partir a cada uno de sus hijos y nietos hacia un destino distinto.

Ninoshka y Luis Ernesto Christiansen formaron una familia numerosa –11 hijos y 29 nietos– en la que ellos asumieron un rol protagónico en el rumbo hacia el que querían orientar a todos los integrantes de ese hogar: aprender a decidir con libertad, partiendo de la responsabilidad y por lo tanto, sabiendo que el mejor vehículo sería el pensamiento.

“Fundar una familia no es algo sencillo”, explica Ninoshka. “Requiere tener claro que cada uno viene con una maleta llena de su propia cultura familiar y es necesario abrirla para aportar al otro lo que le parece positivo de su propio equipaje. De esta forma, podrán empezar su vida familiar con una sola maleta compartida. Si eso está claro y nos mantenemos firmes en la decisión, el resultado va a ser muy bueno”.

Así lo reconoce Susana, una de sus hijas, quien explica que creció en un ambiente en el que no solo se hablaba de libertad sino en el que se fomentaba vivir de esta manera a través de la escucha y el diálogo. “Las respuestas de mis papás nunca eran cerradas: si o no y ya está. No. Sus respuestas eran una conversación en la que nos iban ayudando a reflexionar, a entender el por qué de las cosas… y esto tanto para decisiones grandes –como la elección de la carrera– como para decisiones pequeñas de todos los días”.

Uno de los espacios que Ninoshka y Luis Ernesto encontraron para crear esa red de conversaciones sobre la que apoyarían su proyecto educativo familiar, fueron los viajes. No importaba tanto el destino o la duración sino cortar con la rutina y encontrar un espacio para compartir juntos.

Primero entre ellos dos, cada vez que podían, una escapada de fin de semana para compartir y reorientar el rumbo de la familia. Luego, con sus hijos, por lo general en dos tandas para que los planes se adaptaran a las edades.

Pero luego llegaron los nietos… señala Luis Ernesto. “Allí fue donde no nos quedamos en el sillón. Decidimos viajar también con nuestros nietos –en grupos pequeños y sin sus padres– para irnos conociendo más, que surgieran de forma natural esas conversaciones y a la vez, los ayudábamos a que aprendieran a desenvolverse ellos solos”.

Esto, que los abuelos Christiansen vienen haciendo desde hace décadas, es lo que el Papa Francisco recomendaba en una de sus catequesis en la que decía que no hay nada más hermoso que los consejos que los abuelos logran “transmitir al joven que busca el sentido de la fe y de la vida. Es verdaderamente la misión de los abuelos, su vocación. Las palabras de los abuelos tienen algo especial para los jóvenes. Y ellos lo saben. ¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos!”[1].

En este resumen de 15 minutos, podrás revivir de la mano de sus propios protagonistas, los trayectos, las enseñanzas, los gustos y conversaciones que han recorrido las tres generaciones de vacaciones con propósito.

[1] Francisco, 11-03-2015.