The Dream Team: Dios, mi trabajo y yo (III).

María Andrea es una arquitecto que ha dejado crecer en ella otra gran pasión: dibujar. Al ilustrar libros intenta hacer más fácil y agradable la lectura, a la vez que convierte su vida una acción de gracias.

Si hago las cosas mirando siempre a Dios y a mi Madre Santísima, mi trabajo se convierte en una acción de gracias. De esto está segura María Andrea de Romero, ilustradora y arquitecto venezolana nacida en Maracaibo, donde vive con su esposo y sus cinco hijos varones.

Estudió arquitectura en la Universidad del Zulia. Desde que se graduó ejerció su carrera, animada por el gusto hacia el diseño y la creación de espacios funcionales. Compartía oficina con su papá, que es ingeniero civil –aunque en el fondo es poeta– y junto a él empezó a crecer en ella otra gran pasión: dibujar. Se me ocurrió recopilar las poesías para niños que mi papá había escrito y hacer un libro, “Sueños del abuelo”. Fue la primera publicación en la que dibujé todas las poesías –cosa que me fascinó hacer– y con esa experiencia comenzó mi carrera de ilustradora.

Su misión es hacer más fácil y agradable la lectura. En especial para los niños, pues su estilo está caracterizado por cierta inocencia, esbozando personas y resaltando sus rasgos en forma de caricatura.

Pero la verdad es que, haciendo un poco de memoria, me doy cuenta que mi camino en la ilustración comenzó mucho más atrás, luego de mi primer encuentro con el Opus Dei. Cuando era pequeña, mi mamá me llevó a un club de niñas en un Centro de la Obra y allí participé en un concurso de tarjetas y gané. Esto me hizo descubrir un talento que podía desarrollar pero, poco a poco mientras seguía participando de esas actividades, también me ayudaron a tener un amor profundo hacia Dios. Con la formación que recibía me orientaron como cristiana y como mujer, y me enseñaron a mirar alto, que es hacia Papá Dios.

Años más tarde, ha continuado asistiendo a los medios de formación, ahora como Cooperadora del Opus Dei, e intenta no faltar incluso durante la pandemia, en la que ha convertido su espacio especial en casa, un ático que funciona como estudio creativo, en su sitio para recargar las fuerzas con la oración, la Misa, los retiros y charlas durante la cuarentena. Nuevamente oración y trabajo se unen.

Lo primero que aprendí fue a comenzar mi trabajo cada día ofreciéndolo a Papá Dios y a mi Madre María Santísima; ya no encuentro otra forma de comenzar. Es muy importante ponerse en la presencia de Dios desde que te levantas, con la señal de la cruz y ofreciendo el día con tu oración preferida. Debemos buscar la santidad cada día, y la manera más sencilla que he encontrado es decir antes de hacer cualquier cosa: “Para ti, espero te guste”.

Las oportunidades e inspiraciones en su carrera como ilustradora fueron surgiendo poco a poco. En una ocasión, conocí a Pablo González, el restaurador de la Virgen de Coromoto, y quedé tan fascinada con su historia que decidí dibujarla para contársela a los niños a quienes les doy catecismo. Así surgió mi segundo libro que se llamó “Coromoto”, y que ha servido tanto para niños como para adultos. A este le siguió un catecismo ilustrado, en el que se cuenta la vida de Jesús, María y José a través de los 20 misterios del Rosario.

Hasta que finalmente llegó el gran proyecto en el que estoy embarcada: un libro sobre el próximo beato venezolano José Gregorio Hernández. Fue una propuesta que recibí directamente de Monseñor Ubaldo Santana, cuando se celebraba el centenario del nacimiento de este hombre tan santo.

El libro, que se llamará “Yo Soy José Gregorio”, me ha ido cautivando. Con el encargo, recibí material para documentarme y así comencé a escribir la vida de José Gregorio para niños. El trabajo ha sido bastante completo ya que he debido estudiar la época, vestuarios, escenografía, además de los personajes, a quienes he dibujado lo más parecido posible.

A medida que iba avanzando, me di cuenta qué es ser santo. Su vida en medio del mundo fue ejemplar y a la vez muy cotidiana y en ello descubrí lo que me han enseñado desde pequeña: buscar la santidad en su vida familiar, a través de sus estudios, como profesional de la medicina, viviendo las virtudes heroicamente en medio de una Venezuela marcada por la dictadura y tiempos complicados.

Ahora que José Gregorio será Beatificado, desea tener listo el libro cuanto antes porque considera que será muy provechoso para los venezolanos y para cualquier cristiano. A mí me ha ayudado en mi vida de fe porque José Gregorio hace sentir con su ejemplo, que viviendo de cara a Dios todo es más hermoso y sencillo. Viendo cómo este médico santo trabajaba, me doy cuenta que si hago las cosas mirando a Dios y a mi Madre Santísima, mi trabajo como ilustradora se convierte en acción de gracias, no solo porque estoy haciendo lo que más me gusta sino también porque se lo ofrezco a Dios y se convierte en oración.

Además, me ha animado a prepararme mejor cada día, porque un trabajo entregado a Dios debe estar bien hecho. No solo es dibujar, sino aprender toda la tecnología y las nuevas herramientas que debo usar para lograr un mejor acabado. Ahora, estoy haciendo cursos y preparándome para ser mejor ilustradora y así poder hacer de mi trabajo un servicio a los demás.