The Dream Team: Dios, mi trabajo y yo (I).

Priscila es una comunicadora social, especializada en el área del Diseño gráfico, en la que ha comenzado un emprendimiento donde su cliente número uno es Dios.

Foto de Melvin Thambi en Unsplash

“Impulso las marcas a través de su identidad gráfica para que tengan un mensaje más contundente”. Esta es Priscila Hung, una joven comunicadora social apasionada por el diseño y el arte. Tiene 22 años, nació en Trujillo, pero creció en Caracas. Como buena venezolana es una mezcla de varias culturas: italiana, china y la auténtica caribeña.

Tiene su propio emprendimiento de diseño, fotografía y branding con los que busca fortalecer la identidad de las marcas y generar contenido de valor, en un mundo en el que la imagen y las redes sociales se han vuelto fundamentales para el día a día. Allí intenta dejar su huella: ofrecer un servicio de calidad.

“Trabajar bien –nos explica Priscila– es tener la visión de que ese trabajo no concluye en una entrega, sino es pensar en todas las personas que se encuentran involucradas: las que están detrás de esa marca o los que consumen esos productos. Es ser consciente de que tu trabajo es un servicio para esas personas y por eso puede hacer mucho bien en sus vidas”.

"Mi cliente número uno es Dios". Prisicila Hung, comunicadora social especializada en el diseño gráfico, nos cuenta cómo hace para buscar la santidad en su trabajo. Mira el video desde nuestro Instagram @opusdeive.

Este amor al trabajo seguramente lo aprendió del ejemplo de sus padres. Pero también nos dice que su inspiración es saber que en medio de nuestra labor diaria podemos encontrarnos con Dios, sin nada extraordinario, simplemente ofreciéndole aquello que haces. “Realmente hay una diferencia cuando somos conscientes de esta gran verdad”.

Es difícil determinar una fecha exacta de cuándo descubrió este mensaje de la santificación a través labor profesional, pues desde pequeña estudió en colegios inspirados por el mensaje de san Josemaría. Luego, comenzó la carrera de Comunicación social en la Universidad Monteávila. “Quizás fue en ese momento, nos cuenta Prisicila, cuando una de mis amigas más cercanas pidió la admisión en el Opus Dei, que me sentí impulsada a conocerlo mejor”.

“También, podría decir que durante mis años universitarios, tuve una experiencia que marcó mi vida: el encuentro con el dolor. A mi mamá le diagnosticaron cáncer, y esto hizo que mi fe creciera exponencialmente”.

Después, vivió un momento único al conocer al Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia. “Esto me dio una visión más amplia de la fe, y me permitió apreciar la universalidad de la Iglesia y la importancia de mi misión como cristiana”. Junto a esto, en el evento también logró tener otro encuentro excepcional, al conocer y conversar con el Prelado del Opus Dei de ese entonces, Javier Echevarría. “Allí pude contarle que, al intentar vivir mi fe con coherencia a veces me sentía como una extraterrestre, porque no era lo que más se veía en mi entorno. Pero el Prelado, con muchísima comprensión, me hizo entender que era la alegría de haber encontrado algo mucho más grande, lo que me haría vivir con naturalidad’’.

Todas estas experiencias la han movido a incluir a Dios en su trabajo diario, tratando de ofrecerle lo que hace durante la jornada completa. Cada profesión tiene sus cualidades y, en el Diseño, la creatividad y la imaginación juegan un rol fundamental. Eso se nota en Priscila, que de la misma forma que se inspira para crear una paleta de colores, lo hace para tratar a Dios: “Me gusta imaginar que estoy sentada en una mesita del taller de Jesús y San José, con mi laptop, trabajando duro, como ellos también lo hacían. A veces imagino que, durante un momento de descanso, la Virgen María se acerca con café recién colado para que conversemos”.

“Una de las metas que me he propuesto es intentar trabajar con cariño, haciéndolo con calidad profesional, cuidando los detalles, porque sé que es para Alguien muy importante. No siempre es fácil y a veces me cuesta mantener este ritmo hasta el final. Por ejemplo, en el Diseño gráfico hay muchos ajustes y correcciones por parte del cliente, pero en ese momento miro al Cielo y digo: Señor, sé que esto es para ti y recomienzo con más cariño. Así, las cosas van saliendo”.

Para santificar el trabajo no hay que estar rezando todo el día y todo el tiempo. Es precisamente realizando tu labor de la mejor manera posible, con la intención de hacerlo por los demás y por Dios, como santificas ese trabajo y te haces mejor persona. “Yo santifico mi trabajo pensando que mi cliente número uno es Dios”.