“Esto tiene que ser la semilla, el fermento de una labor que llegue a muchos otros”

El prelado del Opus Dei, en su último día de estancia en Chile, se reunió en La Pintana con familias del lugar y bendijo la Iglesia Rectoral San Josemaría, aledaña a los colegios Nocedal y Almendral.

Con su violín en la mano, en el atrio de la iglesia de San Josemaría, en La Pintana, Diego Herrera contó lo que le acababa de decir el Prelado del Opus Dei a la orquesta juvenil que lo recibía:  “Que sintiéramos la música… y que dedicáramos cada nota al Señor”. El joven concertino, alumno del Colegio Nocedal , se veía emocionado.

Iglesia Rectoral de San Josemaría en La Pintana (Santiago de Chile)

Las campanas al vuelo, pobladores, autoridades y coros de niñas también recibieron a Monseñor Javier Echevarría quien había visitado ese complejo educacional cuando recién se estaba levantando.

“Esta obra maravillosa quiere llevarnos a recordar que Jesucristo ha venido a compartir su vida con cada una y cada uno de nosotros –declaró el obispo–; y decirnos que la vida ordinaria, el trabajo, la amistad y, sobre todo, la vida en la familia es ocasión para santificarnos, para ayudarnos, queriéndonos más cada día.”

La Iglesia, los colegios técnico-profesional Nocedal (800 alumnos) y Almendral (1.200 alumnas) y el Centro para la Familia están emplazados en la población “El Castillo”. A sus habitantes, que repletaban el templo, el Padre –como se le llama familiarmente en el Opus Dei– les planteó: “Pensad que en vuestras manos está no solamente la unidad de este barrio, sino la vida cristiana de todo San Bernardo, de Chile y del  mundo. ¡Qué importancia tiene vuestra vida!”

Y exhortó a los presentes: “Os digo con sinceridad que no quitéis el hombro, que no os excuséis: Cristo, este Señor nuestro, que está en el Sagrario, nos está pidiendo la vida...  No necesita de nosotros; y, sin embargo, como decía San Josemaría, quiere necesitar de nosotros…”

Recordando su primera visita al Colegio Nocedal, en 1997, comentó: “¡Que alegría me llevé… y con qué alegría pude transmitir al Papa Juan Pablo II, comunicándole que en  este rincón del mundo –que ¡no es rincón, eh!, es un rincón principal– se levantaba de parte nuestra una oración”.

“También le comuniqué –agregó– la labor que se haría en el futuro y que es lo que veo más ahora: esta Iglesia y vosotros, y muchas otras personas también que no han podido venir porque no caben… Recemos porque esto tiene que ser la semilla, el fermento de una labor que llegue a muchos otros. Que os vean alegres, que os vean contentas y contentos porque os sabéis hijas e hijos de Dios, y eso es el gran don que nos ha traído Jesucristo… ¡Qué intimidad quiere tener Él con cada uno de vosotros! Y pensad que la vida nuestra, cada momento de trabajo es oración; y la vida familiar, si queréis, es oración. Y que la vida de las amistades que tengáis tiene que ser oración. No dejéis de difundir en el barrio esa idea clara: Jesucristo está con nosotros”.

Más adelante llamó a cuidar los sacramentos, a acudir a la Santa Misa, “y no dejéis ese sacramento maravilloso del perdón, la Confesión, donde el Señor vuelve a abrazarnos a pesar de que nuestro comportamiento a veces deja tanto que desear”.

El prelado del Opus Dei reza junto a la imagen de san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Una vez más, llamó a rezar por el Papa Francisco. Luego, por el  obispo Orozimbo Fuenzalida, “quien fue padre y madre de  vosotros” como fundador de la diócesis. Pidió rezar para que Dios conceda muchos y santos sacerdotes “¡al tiro!” para el obispo Juan Ignacio González, que estaba a su lado. Y también por él mismo “para que yo me convierta y pueda ser un instrumento del Señor.”

Con esta  visita a La Pintana, el Prelado del Opus Dei concluyó su visita pastoral a Santiago, para continuar su viaje a Montevideo y Buenos Aires.