Gracias a mi madre recibí desde chico educación cristiana. Vivíamos en el campo y tenía una escuela rural cercana, pero ella insistió para que viajara al pueblo y asistiera a un colegio católico. Luego de recibir la primera comunión en el colegio, recibí la confirmación a los 19 años.

A partir de allí mi formación cristiana quedó interrumpida. Si bien asistía a alguna misa, no lo hacía con demasiada frecuencia.

Un poco antes de culminar mi carrera conocí en una reunión a un amigo, con el que tuve una larga conversación. Luego de unos días este amigo me invitó a un cumpleaños que se festejaba en su casa. Antes de terminar la reunión, pasaron un video en el que San Josemaría dialogaba con un buen grupo de personas. Al principio me extrañó ya que no lo conocía y lo miré sin especial interés. Pero a medida que pasaban los minutos me fui concentrando en lo que decía ese sacerdote y me encantó su sencillez: no decía nada raro y me ordenaba de manera muy sencilla muchas cosas que no tenía muy claras en mi mente.

Desde ese día, poco a poco comencé a conocer a San Josemaría, así como a la Obra. Me di cuenta de que no podía avanzar en la vida cristiana porque era muy poco lo que sabía y mis conocimientos eran básicos.

Ahora soy Ingeniero Agrónomo y administro una empresa agropecuaria (producción lechera). Conocer a San Josemaría me ha ayudado a encontrar a Jesús en el trabajo y a descubrir qué es lo que espera de mí.