
Iván Muray es chileno, tiene 39 años y vive en París desde hace seis. Su condición de extranjero lo movió a participar en una asociación de la Iglesia que acoge a niños, adolescentes y jóvenes de África, quienes en su mayoría han llegado allí sin sus padres. Él les entrega tiempo, cariño y los ayuda a integrarse a esta nueva cultura.