Mis cinco hijos y la cuna del belén

Verónica, vive en Francia y es madre de 5 niños. En esta entrevista explica cómo se prepara con su familia a celebrar la Navidad, el nacimiento de Cristo.

Tengo 30 años, y me ocupo de la gestión de un website. Trabajo la mitad de la jornada y desde casa gracias a Internet. Me casé hace seis años y gracias a Dios ya tenemos 5 niños, que tienen desde cinco años a dos meses de edad. Desde 2005, pertenezco al Opus Dei como supernumeraria.

Verónica, ¿nos puedes contar cómo vivís en tu familia el Adviento?

El Adviento en nuestra familia es un tiempo sencillo y al mismo tiempo importante. Grandes y pequeños estamos cada vez más alegres porque se acerca la Navidad. El primer domingo de Adviento sacamos la cuna del Niño y la preparamos entre todos. Al final de la tarde, rezamos un poquito todos los días: unos minutos con los niños, y más tiempo mi marido y yo.

¿Y se nota en la vida de la casa?

Veronique, madre de 5 hijos.

El Adviento sirve para preparar el corazón antes de que nazca el Señor. Por eso, cada uno intenta esforzarse por estar más pendiente de los demás. Sugerimos a los pequeños cómo ayudar a sus hermanos o pensar más en sus amigos. También nosotros procuramos tener más paciencia y llevar la alegría a la casa. A los niños, además, les contamos muchas historias sobre María, José, Jesús, los pastores y el resto de figuras del Belén.

Son también unos días en los que se gasta más. ¿Lográis enseñar a vuestros hijos qué es lo importante?

La prioridad para todos es preparar bien el alma. Y para eso se necesita paz interior, alegría y generosidad. Sobre el aspecto material de la celebración, procuro prepararlo antes de que comienze el adviento: los regalos, la decoración, etcétera. De esa forma, ya no tengo que preocuparme luego de eso y puedo concentrarme en ayudar a los niños a darles el sentido que tienen. Como adultos, podemos preparar la Navidad concentrándonos en lo espiritual, ¡pero los niños no! Ellos necesitan ver la decoración, preparar la cuna, llenar la casa de estrellas... El 8 de diciembre, por ejemplo, organizamos una pequeña fiesta, los niños escriben una carta con sus deseos, etc.

Como adultos, podemos preparar la Navidad concentrándonos en lo espiritual, ¡pero los niños no! Ellos necesitan ver la decoración, preparar la cuna, llenar la casa de estrellas...

¿Tienes alguna anécdota de tus hijos en estos días de Adviento?

Todos los años, ponemos una pequeña luz detrás de la cuna, para iluminar el establo donde dentro de unos días pondremos al Niño Jesús. Evidentemente, por razones de seguridad, todas las noches apagamos esa luz. Bueno, pues cuando me levanto, aunque aún es de noche, ¡lo primero que veo es la luz de la cuna encendida! Los niños se despiertan antes que yo, y silenciosamente encienden esa bombilla. Es un pequeño gesto, pero con eso nos ayudan a recordar a mi marido y a mí qué es lo importante en el día que comienza.

Eres del Opus Dei desde hace 5 años. ¿Cómo te ayuda tu vocación a preparar la Navidad?

Siempre me han ayudado mucho las palabras de San Josemaría cuando explica que somos hijos de Dios. Yo, pese a mis defectos, caídas y pese a las dificultades, soy hija de Dios. Ya sólo eso es una razón suficiente para estar siempre alegre. Y no con una alegría aparente, sino profunda. Alegre con una alegría que recupero cuando rezo, cuando me confieso, cuando comulgo... Por eso, ahora que se acerca la Navidad, pido con más frecuencia al Señor que, cuando el día se tuerce, me ayude a recuperar la sonrisa y las ganas de pensar menos en mí misma y más en los demás. También estoy poniendo un poco más de empeño por hacer mejor mi trabajo profesional y mi trabajo como madre. Me ayuda mucho pensar en la Virgen, que vivía con el Señor, le servía y le ayudaba con humildad y sencillez.