El Catecismo de “El Código da Vinci”

“El Código da Vinci” es sólo una novela, no una fuente de información seria y fiable. Pero, a la vez, ha despertado algunos interrogantes:

Blog de John Wauck.

1. ¿Se casó Jesucristo?

Sí.

Jesús se casó con la Iglesia. En el Nuevo Testamento, frecuentemente se hace referencia a Jesús como el “Esposo” y san Pablo dice que: “ Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne . Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.” (Efesios 5, 31-32). De hecho, la vocación cristiana no es otra cosa que una invitación a la eterna “cena de bodas” (Apocalipsis, 19, 9) de Cristo y su Prometida, la Iglesia.

2. ¿Realmente la Iglesia creó el Nuevo Testamento?

Sí.

Sin la Iglesia, no sabríamos cuales de los muchos antiguos textos que hablan sobre Jesucristo, fueron realmente inspirados por Dios. No hubiéramos heredado el Nuevo Testamento. Jesucristo dio directamente su autoridad divina no a un conjunto de textos (que aún no existían en su tiempo) sino a un grupo de hombres, los doce apóstoles y sus sucesores (obispos), que enseñaron en Su nombre y con Su autoridad.

3. ¿Puede ser santo el sexo?

Sí.

De hecho, uno de los siete sacramentos se llama “Santo Matrimonio” (significado literal de ‘hieros gamos’). El matrimonio cristiano y el sacerdocio son camino de santidad y cuentan con sacramentos “especiales” para quienes siguen esos caminos (el Matrimonio y el Orden sacerdotal). Todos los sacramentos –como el Bautismo o la Eucaristía, por ejemplo- son signos visibles instituidos por Cristo para dar su Gracia y, de hecho, los ministros de estos sacramentos son a la vez la novia y el novio.

4. ¿Dejó Jesucristo descendientes?

Sí.

Jesucristo es Dios, y él dejó a todos aquellos que crean en Él la capacidad de llegar a ser hijos de Dios. Es decir, somos sus descendientes. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3, 1-2). Así que olvidemos a los Merovingios: todos nosotros somos la verdadera línea sucesoria de Jesucristo: “Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido” (1 Pedro, 2, 9).

5. ¿Ha olvidado nuestra cultura a una santidad femenina?

Sí.

En el mundo de hoy, existe una mujer olvidada. Su nombre es María, y debería ser venerada no como la esposa de un hombre mortal, sino más bien como la Madre de Dios. Afortunadamente, es fácil encontrarla y conocerla. Es el rostro más familiar de la historia, representado en incontables obras de arte. Una iglesia cristiana es el mejor lugar del mundo donde encontrar hombres y mujeres, mayores y jóvenes, rezando de rodillas ante una imagen de esta mujer.

6. ¿Deberíamos rezar sobre los restos de María Magdalena?

Sí.

Santa María Magdalena es venerada en numerosas iglesias y por muchas mujeres que llevan su mismo nombre. Su fiesta es el 22 de julio y ese día la Iglesia celebra una Misa especial para recordarla. De hecho, desde hace siglos, existen peregrinaciones a la Basílica de San Maximin, en el sur de Francia, donde según la tradición se encuentran los restos de María Magdalena.

7. ¿Existe el Santo Grial?

Sí.

La historia popular sobre “el Santo Grial” es sólo una leyenda medieval, pero cualquiera puede ver el “verdadero Santo Grial” en el altar de una iglesia, durante la Misa. Cuando el sacerdote consagra el vino, produce la misma acción que Cristo llevó a cabo en la última cena, es decir, transformar el vino en la Sangre de Jesús. Eso quiere decir que en cada cáliz, en cada Misa, está presente “el santo Grial”.

8. ¿Puede una mujer contener en su seno la sangre de Cristo, el Hijo de Dios?

Sí.

La Virgen María llevó en sus entrañas no sólo la sangre de Cristo, sino todo su cuerpo, durante nueve meses. De ahí que, cada vez que rezamos el “Ave María”, nos refiramos a Jesús como el “fruto de su vientre” y a María como el más digno “seno”.

Escrito por John Wauck // www.davincicode-opusdei.com