Aprovéchame el tiempo. -No te olvides de la higuera maldecida. Ya hacía algo: echar hojas. Como tú... -No me digas que tienes excusas. -No le valió a la higuera -narra el Evangelista- no ser tiempo de higos, cuando el Señor los fue a buscar en ella. -Y estéril quedó para siempre. (Camino, 354)
Volvemos al Santo Evangelio, y nos detenemos en lo que nos refiere San Mateo, en el capítulo veintiuno. Nos relata que Jesús, volviendo a la ciudad, tuvo hambre, y descubriendo una higuera junto al camino se acercó allí. ¡Qué alegría, Señor, verte con hambre, verte también junto al Pozo de Sicar, sediento! (...)
¡Cómo te haces entender, Señor! ¡Cómo te haces querer! Te nos muestras como nosotros, en todo …