Ser otro Cristo en medio del mundo

¿Qué significa ser sacerdote?, ¿qué aporta a la sociedad?, ¿qué es tener alma sacerdotal? Presentamos algunas claves.

Padre Gustavo Ruiz

El Papa Benedicto XVI instituyó para toda la Iglesia un Año Sacerdotal (19 de junio de 2009 – 19 de junio de 2010) que enmarca el 150 aniversario del fallecimiento del patrono de todos los sacerdotes: San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars.

A lo largo de este año –afirma el P. Andrés Arce- «la Iglesia ha hecho un verdadero esfuerzo para reflexionar, para hacer oración sobre la misión sacerdotal y la necesidad de que los sacerdotes busquemos la santidad».

El sacerdote está llamado a ser otro Cristo, a configurarse con Jesús porque acepta su invitación y pone en práctica sus enseñanzas. El sacerdote no es una persona empeñada en buscarse a sí mismo, sino que vive con un espíritu de entrega para llevar a Dios a los demás.

Padre Andrés Arce

En palabras de san Josemaría, «[los sacerdotes] se ordenarán, para servir. No para mandar, no para brillar, sino para entregarse, en un silencio incesante y divino, al servicio de todas las almas».

«Vivir plenamente la vocación es ejercitar tu sacerdocio. Me configuro con Cristo y toda mi vida va a ser darme a los demás para llevarlos a Dios. Nuestra felicidad se puede expresar también de esta manera: queremos a Dios y llevamos a Dios a los demás», señala el P. Gustavo Ruiz.

El sacerdocio también aporta tres cosas muy importantes a la sociedad: una nueva forma de vida, la posibilidad de traer a Jesucristo al mundo a través de la Eucaristía y la oración por todas las personas.

«En la Misa el sacerdote encomienda a todos —fieles e infieles—, y de una manera muy especial a los que dependen de él. Por eso, para un cristiano, la presencia de un sacerdote significa el encuentro con una persona que reza por él. Qué tanto reza él por el sacerdote debería ser la pregunta», dice el P. Jaime Sordo.

Padre Jaime Sordo

Sin embargo, el sacerdote no es el único que puede hacer de su vida una ofrenda a Dios. Los laicos también tienen alma sacerdotal, lo cual implica que al igual que el sacerdote, los bautizados pueden elevar a Dios todas las cosas, asemejándose a Cristo.

«Todos ofrecemos el sacrificio en la Misa. El sacerdote es la cabeza de Cristo, y los fieles son los miembros. Somos parte de la Iglesia y del Cuerpo de Cristo», puntualiza el P. Eduardo Díaz.

El sacerdocio es un don que Dios da a aquellos que Él eligió como ministros y dispensadores de sus sacramentos, de tal forma que el sacerdote ideal es aquel que se esfuerza de verdad por ser otro Cristo. Por tanto,  el sacerdote busca estar preparado intelectualmente, lucha contra sus fallas, y se esmera en ser instrumento que transmita fielmente la alegría de Dios.

Padre Juan Pablo Wong

“Dios nos ha elegido desde toda la eternidad para pertenecerle, y para acercarle a muchas almas. Todo esto te lleva a pensar en la gran responsabilidad de lo que uno hace como sacerdote. De ahí que necesitemos tantas oraciones de todas las personas, de manera que crezca el número de sacerdotes y que todos seamos muy santos”, agrega Juan Pablo Wong, ordenado sacerdote el pasado 8 de mayo.

«También es cierto que estos meses han sido para los sacerdotes una oportunidad para darnos cuenta de la importancia de nuestra misión, sobre todo al ver los detalles de agradecimiento y cariño que los fieles tienen para con nosotros y la confianza con que esperan que seamos de verdad Cristo sacerdote», concluye el P. Andrés.