«No quería ser cooperadora»

Ana es judía y conoció el Opus Dei a través del colegio de su hija. Aunque entonces no quiso ser cooperadora de la Obra, ahora lo es y nos platica por qué.

La hija de Ana Barón de Shemaría estudiaba en el Colegio Los Altos, institución ubicada en Guadalajara que encomienda la formación espiritual de sus alumnas al Opus Dei. A  las madres de las estudiantes se les ofrecía la oportunidad de cursar diplomados sobre el cuidado del hogar y la familia en un centro llamado Rinconada.

Ana, sonriente, explica que a ella le gusta muchos todo lo relacionado a los trabajos de la casa, aunque reconoce que no es muy buena en cosas de decoración y florería. A sugerencia de su marido, decidió tomar los cursos que se ofrecían en Rinconada. Por desgracia, recuerda, el primer año no hubo cupo para ella, así que tuvo que esperar un año más. Después de haber concluido su diplomado, la invitaron a trabajar en Rinconada para apoyar la labor de formación de las madres de familia.

Ana estaba entregada a sacar adelante los diferentes programas del diplomado “Hogar y empresa” cuando le sugirieron ser cooperadora del Opus Dei. En aquel momento, señala, ella no sabía siquiera que existían los cooperadores y mucho menos qué hacían. Le dieron un folleto con información y entendió un poco más, además descubrió que para ser cooperadora no era necesario ser católica.

Sin embargo, la idea no le atrajo. “Yo dije que no quería ser cooperadora porque no quería tener revolturas de cosas de una religión y de otra;  y, sobre todo, porque siempre, como ahora, había tenido paz y tranquilidad porque nadie me cuestionaba, ni trataba de convencerme, ni me obligaba a nada.  Estaba y estoy súper contenta, porque siempre ha habido respeto y paz de las personas de la Obra para mí”.

Pero varios años después volvieron a preguntarle si quería ser cooperadora, y esta vez dijo que sí. “Laura (fiel del Opus Dei) me dijo ‘por favor, Ana, la labor que tú haces en Rinconada no es nada más estar en un trabajo, tú haces más: estás al pendiente de muchas otras cosas, das más de tu tiempo (…), estás dispuesta y eres una persona servicial… estás haciendo las funciones de una cooperadora y no estás recibiendo los beneficios de serlo formalmente. Por ejemplo: todas las personas de la Obra pedimos por los cooperadores’”.

En ese momento, Ana entendió todo con mucha claridad. “Si yo estoy aquí en Rinconada y no me están obligando a  nada y no tengo que hacer nada más de lo que hago, pues no pasa nada si soy cooperadora y voy a recibir tantos beneficios”. Entonces aceptó ser cooperadora y está muy contenta con la decisión pues, explica: “La verdad es que hasta ahí es a donde llegan mis conocimientos de ser cooperadora: entregarte y hacer las cosas con amor y con cariño”.