“La mejor manera de amarle a Él es que estemos unidos por la filiación bendita que hay en el Opus Dei" (I)

El pasado 12 de diciembre falleció el Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría Rodríguez, quien nació en Madrid el 14 de junio de 1932. Fue ordenado sacerdote el 7 de agosto de 1955 y colaboró estrechamente con san Josemaría Escrivá de Balaguer.

En una ocasión, en Roma, en vida de san Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, un personaje comentó con cierta ironía, delante de un grupo de personas de influencia: "en el Opus Dei, primero está el Padre, y después el Padre Eterno..." El comentario llegó a oídos de san Josemaría, quien con ánimo sereno y buen humor, le mandó decir que estuviera tranquilo, y que el Padre Eterno estaba muy contento, "porque sabe que la mejor manera de amarle a Él es que estemos unidos por la filiación bendita que hay en el Opus Dei".

Así era, así es y así será siempre en el Opus Dei, que es una familia espiritual, con vínculos sobrenaturales, en la que la figura de quien hace cabeza, el Padre, es una referencia, el punto de unión, donde todos nos encontramos y donde nos sentimos “apiñados” y fortalecidos.

En la misión del Fundador, se encontraba también el carisma de su paternidad: San Josemaría Escrivá de Balaguer fue Padre y Pastor de una porción del pueblo de Dios. Ya en vida tuvo, como los antiguos patriarcas, larga descendencia espiritual. El 6 de octubre del 2002, día en que la Iglesia declaró oficialmente su santidad, siendo canonizado por san Juan Pablo II, pudimos contemplar una multitud de hijos de su espíritu —gentes de todas las razas y condición de vida— que llenaban apretadamente la plaza de San Pedro en Roma.

Unas de las primeras cosas que aprendemos al venir a formar parte del Opus Dei, es que somos hijos de Dios, y que hemos recibido de Él una llamada específica a la santidad, dentro de una familia espiritual, en el seno de la gran familia que es la Iglesia. Que somos, con palabras de nuestro Fundador, una partecita de la Iglesia, donde se reproduce el ambiente de la familia de Dios en Nazaret, participando de un modo específico de ese espíritu que se vive en plenitud en la Iglesia universal.

Esa paternidad en la Obra es un don divino, que continúa en los sucesores de san Josemaría Escrivá

También hemos aprendido que la Paternidad divina tiene para nosotros un reflejo y cauce vivo, en la figura del Padre, de quien hace cabeza en la Obra, siendo la persona en la tierra a través de la cual recibimos el alimento, los cuidados espirituales, los medios necesarios para cumplir nuestra misión, para llevar a término la vocación a la que Dios nos ha llamado.

Esa paternidad en la Obra es un don divino, que continúa en los sucesores de san Josemaría Escrivá. El Señor ha querido que en esta porción viva de la Iglesia de Dios haya siempre un Padre, que será siempre el Prelado de la Obra, quien tendrá como misión el ser como la sombra, la representación visible del Fundador.

En estas horas, ante el fallecimiento de Mons. Javier Echevarría, segundo sucesor de san Josemaría el frente del Opus Dei, estamos viviendo en la Prelatura una clara manifestación de esa relación paterno-filial. Somos conscientes de haber perdido un padre más en la tierra, aunque tenemos la seguridad -que nos llena paradójicamente de alegría-, de haber ganado un padre más en el Cielo.

El P. Eduardo Díaz Covarrubias, vivió y trabajó en Roma de 1999 al 2009, muy cerca de Mons. Echevarría. A través de sus recuerdos personales, recuerda y rinde homenaje al "Padre", de quien recibió la ordenación sacerdotal en mayo de 2009.