Veo la mano de Dora detrás de esta solución

Decidí encomendárselo a Dora, puesto que era su trabajo profesional. Le pedí que me ayudara a encontrar la persona adecuada, y pronto: solo disponía de una semana...

Mi padre vive solo desde hace bastantes años. Siempre ha contado con la ayuda de una empleada para realizar las tareas domésticas de su casa. En los últimos años, debido a problemas de salud que han exigido una ayuda más presente en la casa, ha ido cambiando varias veces de empleada, de modo que se pudiera ajustar a sus necesidades.

La última persona que trabajó con él, por desgracia cayó enferma, y debió pedir una baja laboral muy larga. Los hijos estábamos preocupados porque mi padre quedó desatendido. Buscar otra persona que pudiera sustituir a la anterior no resultaba fácil, además del desembolso económico que aquello suponía.

Decidí encomendárselo a Dora, puesto que era su trabajo profesional. Le pedí que me ayudara a encontrar la persona adecuada, y pronto: solo disponía de una semana para hacer las gestiones oportunas, convencer a mi padre de la necesidad de una sustitución, y rezar para encontrar una solución económica y no tener que mantener a dos empleadas, aunque una estuviera de baja.

Esa semana viajé a la ciudad donde vive mi padre, entrevistamos hasta cinco personas, de las cuales ninguna cumplía con las condiciones del trabajo.

El último día de mi estancia, me llamó mi abuela y me dio el nombre de otra persona que podría trabajar con mi padre durante al menos dos meses, hasta encontrar otra solución. Esta persona se incorporó al trabajo y resultó ajustarse adecuadamente a las necesidades de mi padre. Además, a los dos días, la anterior empleada llamó diciendo que no deseaba seguir con el trabajo, aunque estuviera de baja, y solicitó la resolución del contrato. Así se hizo, lo que permitió poder contratar a la nueva de modo indefinido. Agradezco a Dora el favor recibido, pues veo su mano detrás de todo esto.

I. Ll.

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