“Profe Toño”, como lo conocieron sus múltiples alumnos y amigos, nació en Monterrey, Nuevo León, México, el 8 de marzo de 1936. Pidió su admisión en el Opus Dei como agregado el 21 de febrero de 1954.
en palabras de alguno, era «el más querido de todos en el Valle de Amilpas».
Junto con algunos otros, en 1961 participó en los inicios del Centro Agropecuario Experimental El Peñón, en el municipio de Jonacatepec, Morelos. Dedicó su vida a la enseñanza, siempre con gran generosidad y entrega.
Era muy querido por quienes lo trataban: en palabras de alguno, era «el más querido de todos en el Valle de Amilpas». Se hacía querer, entre otras cosas, por el don que tenía para comprender y darse a los demás.
Por invitación de san Josemaría Escrivá, en mayo de 1962 se trasladó a Italia para trabajar en Salto di Fondi, en una labor agropecuaria.
Poseía un gran sentido sobrenatural, que contagiaba a todos a su alrededor.
Hombre cariñoso, sereno y amable; fino en el trato y elegante en el vestir (muchos lo recuerdan por sus tirantes). Poseía un gran sentido sobrenatural, que contagiaba a todos a su alrededor. En junio de 1970, vivió muy de cerca la visita del fundador del Opus Dei a Montefalco, experiencia que siempre tuvo muy presente y que lo ayudó a vivir mejor su vocación de entrega a Dios.
«mientras trate de vivir lo que Dios me pide, lo que Dios espera, eso esta bien. Dios no se puede equivocar».
En una entrevista reciente, afirmó: «Que yo recuerde, nunca he perdido la paz. Yo estoy convencido de que mientras trate de vivir lo que Dios me pide, lo que Dios espera, eso esta bien. Dios no se puede equivocar».
Nos deja el listón muy alto y damos gracias a Dios por su vida fecunda de servicio a los demás.
¡Descanse en paz!