Exposición de la vida y obra de la poeta Ernestina de Champourcín

En el Centro Cultural Conde Duque de Madrid se presentó una exposición sobre la vida y obra de la poeta Ernestina de Champourcin, cuya obra se enmarca en la Generación del 27.

El Centro Cultural Conde Duque de Madrid acoge desde el pasado mes de enero la muestra “Ernestina de Champourcin: una voz femenina en la Generación del 27”, dedicada a una mujer de gran cultura y personalidad, que luchó por los derechos de la mujer y de los más desfavorecidos.

La muestra sobre esta gran poetisa da a conocer la persona y la obra de una de las grandes intelectuales de nuestro país y la única mujer que formó parte de la Generación del 27.

Nacida en 1905, Ernestina de Champourcin se dio a conocer en 1926 gracias a su primer libro, En silencio.... A partir de ese momento se integró de lleno en el mundo cultural, publicando sus versos y sus artículos de crítica literaria en los periódicos y revistas más conocidos de la época, como El Sol o La Gaceta Literaria.

Como tantos poetas de su generación, tuvo como maestro a Juan Ramón Jiménez y a finales de los años 20 dirigió su poesía por el camino de las vanguardias.

La calidad de sus versos y la originalidad de su voz apasionada hicieron que Gerardo Diego la incluyera en la segunda edición de su famosa antología Poesía española contemporánea, quedando así como la única mujer incluida en la Generación del 27.

Guerra y exilio

Pero Champourcin no sólo es una gran autora de la Generación del 27, como certificaba su inclusión en la Antología Poética de Gerardo Diego de 1930, donde se fijó el canon de este grupo literario, sino que contribuyó decisivamente a construir la cultura, tanto antes de la guerra, como después en el exilio, especialmente en lo que se refiere a la participación de la mujer en el mundo intelectual.

Ernestina con su esposo, el poeta Juan José Domenchina.

Casada con el también poeta Juan José Domenchina, secretario del Presidente de la República Española, Manuel Azaña, durante la guerra civil española, huyó con él y el resto del Gobierno, a México. Allí trabajó durante años para el Fondo de Cultura Económica y después como traductora de la ONU.

En México conoció el Opus Dei, que le llevó a descubrir que el trabajo, en su caso la poesía, era un camino privilegiado para acercarse a Dios. Esto impulsó de nuevo su creación poética que ya no abandonaría hasta poco antes de su muerte a los 94 años.

Fuente: EUROPA PRESS, Madrid, España, 14  de marzo de 2008.

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