«Era como tener muchas hermanas»

Integrantes de varias generaciones de la Residencia Universitaria Latinoamericana (RUL) se reunieron el 11 de septiembre para celebrar su 60 aniversario. Ahí, muchas estudiantes han encontrado una familia lejos de casa.

Zeida Díaz, Lupita Reynoso y Yoya Lama

Diferentes historias se funden a lo largo de las seis décadas que la residencia ha abierto sus puertas a jóvenes estudiantes de toda la República. Desde sus inicios, la RUL ha brindado un ambiente de familia a cada una de sus residentes a través de detalles acogedores que resurgen en cada recuerdo.

La Q.F.B. Ana María del Carmen Ruiz recuerda con gran cariño el amor y la preocupación que Guadalupe Ortiz de Landázuri, primera directora de la residencia, tuvo hacia ella y hacia las otras jóvenes a principios de la década de los cincuenta, cuando la RUL estaba ubicada en la calle de Copenhague, en la Zona Rosa.

“A mi me tocó, estando recién llegada, que cayó una granizada allá en lo que ahora es la Zona Rosa, y  salimos a jugar con el granizo. Cuando regresamos, Guadalupe nos tenía el agua caliente para el baño y,  junto a la chimenea, un chocolate con churros que nos había preparado. Eso solamente lo hace una mamá”.

A finales de los sesenta, ya en su sede actual, la RUL pudo mantenerse fiel a su propósito de acoger jóvenes en una casa con ambiente de familia. Beatriz Sánchez de Bersunza y Leticia Llausás Magaña coinciden en el ambiente de cercanía y fraternidad que gozaron durante su estancia en la residencia impulsada por san Josemaría.

Margarita y Beatriz Sánchez

“Siempre había alguna o varias que jalaran contigo para lo que se te ocurriera, siempre y cuando fuera sano y bueno. Era como tener muchas hermanas”, recuerda Beatriz. 

“Vivíamos [en la RUL] 110 mujeres y nos divertíamos mucho. Nos daba muchísimo gusto cuando les daban el anillo de compromiso, cuando conocíamos al novio, que si le decíamos que sí nos gustaba, que no nos gustaba. Todas las amigas que conservo de la residencia son como mis hermanas”, agrega Leticia.

Tania Gutiérrez resalta la ayuda espiritual que brinda el Opus Dei a las residentes. Afirma que encontrar una familia que acerque a Dios y que acoja justo después de salir de casa es una parte crucial de la experiencia de vivir en la RUL. 

Por su parte, Gloria (Yoya) Lama, estudiante de ESDAI de finales de los ochenta, recuerda que en la residencia siempre había una ambiente acogedor, que todas estaban contentas y que disfrutaba las reuniones que se hacían en la noche con todas las de la casa.

Tania Gutiérrez

Beatriz Sánchez de Bersunza resume su estancia en la RUL de manera sencilla y emotiva: “Digamos que [la RUL] me dio la energía suficiente para nunca sentirme triste, a pesar de todo. (…) Fueron los años más libres, entregados y alegres de mi vida”. 

El pasado 11 de septiembre, Mons. Francisco Ugarte, Vicario del Opus Dei en México, celebró una Misa solemne y tuvo una tertulia con las residentes para celebrar el 60 aniversario de la RUL.