«Don Álvaro: me los cuidas, por favor»

Algunas alumnas de Jaltepec, en Jalisco, han encontrado en la devoción a Mons. Del Portillo la fortaleza para hacer frente a las dificultades. Presentamos tres historias, una de ellas en video, que muestran a don Álvaro respondiendo ahora como lo hizo siempre: con amable eficacia.

Cáncer, miedo… y mucha oración

Mi nombre es Rosa María Andrade Hernández, soy alumna de segundo año en Jaltepec. Vengo de Hacienda de Ahuacatepec, del municipio de Atenguillo, Jalisco. Mis papás son de ahí y ahí hemos vivido siempre… bueno, hasta los nueve años. Me fui a Guadalajara 5 años y en ese periodo mis papás conocieron al Opus Dei. Un hermano estaba enfermo de leucemia, entonces una supernumeraria les dio una estampita de San Josemaría y así fue mi primer encuentro con la Obra.

Después entré a una secundaria del Opus Dei, Palmares, y ahí seguí conociendo a la Obra, pero de manera más profunda. En Palmares vi un folletito de Jaltepec y me enteré que era una escuela de hotelería. Desde ese tiempo me gustaba mucho la cocina. Tuve que salirme de Palmares y nos regresamos a Ahuacatepec, donde estudié la prepa. Una conocida de mi mamá le recomendó Jaltepec. Le fui dando seguimiento hasta que vine a la convivencia; me gustó mucho la escuela y ha cambiado mi vida totalmente. En Jaltepec he aprendido a ofrecer mi trabajo. Antes sólo vivía por vivir, y ahora he aprendido a mezclar a Dios en todo.

A don Álvaro no lo escuchaba mucho en Palmares, eso fue hasta que llegué aquí. A él le rezó mucho (…). Justo hace un año a mi papá le detectaron un tumor en el cuello. Platiqué con un sacerdote y me dijo: “Pídele mucho a don Álvaro y, si te hace el favor, lo subes a internet”. Todas aquí en la escuela hemos estado rezando muchísimo por mi papá. Había una instructora aquí a la que también habían operado de eso y duró como un mes en la cama, no se podía levantar, no podía hablar, no podía comer. Todas estábamos muy asustadas. Mi papá empezó a adelgazar y pensábamos que iba a ser un tumor maligno porque en su familia hay herencia genética de tumores y cáncer.

Rezábamos muchísimo y mis compañeras me ayudaban a rezar novenas a don Álvaro (…). En febrero fue sometido a una operación que duró tres horas. Mi papá salió caminando de la operación. En ese mismo momento me habló para darme las gracias por las oraciones. El tumor resultó benigno.

Una emboscada… y un pasajero extra

"En una curva la camioneta se dio la vuelta y les bloqueó el camino de ida y de regreso. Mi papá vio que de la camioneta se bajó una persona, pero mi mamá vio a seis".

Soy Janitzin Ruiz Alejandri y vengo de Zamora, Michoacán. Llegué aquí porque iba a un club en Zamora que era atendido por una agregada. Ahí tenían un folleto de Jaltepec. Mi gemela iba a venir a la convivencia, pero cuando llegamos aquí ya no quería quedarse. Yo le dije a mi papá que yo sí quería quedarme a la convivencia. Me quedé con las cosas de mi hermana. La convivencia me gustó mucho.

Jaltepec me ha ayudado a crecer como persona. A lo mejor sentía un vacío en mí, me faltaba llenarlo con algo que me diera paz, y aquí conocí a San Josemaría, a don Álvaro. En virtudes también me ha ayudado muchísimo, en la puntualidad, la responsabilidad… Es luchar por lo que queremos.

Siempre he tenido mucha devoción por San Josemaría y por don Álvaro. El cuatrimestre pasado, en junio, a la primera visita familiar, vino mi papá, mi mamá, mi gemela y una prima. Ese día les di varias estampas de don Álvaro. Mientras estuvieron aquí, entraron a confesarse, cosa que nunca hacen porque simplemente no les gusta. Ese día duraron en el confesionario casi una hora cada uno. En la noche, ya cuando se fueron, yo tuve un poco de inquietud y tomé una estampa de don Álvaro que sigo teniendo en mi espejo, la recé y sólo pedí que mi familia llegara con bien a casa. Cuando regresan a casa, en cuanto llegan, me marcan, pero ya eran como las diez de la noche y no me habían llamado, entonces yo les marqué para ver cómo estaban. Mi papá me contestó un poco serio y me dijo que habían llegado bien, que todo estaba muy bien. Yo me quedé tranquila.

Cuando salí de vacaciones, ellos platicaron conmigo. Me dijeron que en aquella ocasión, en la carretera, iba delante de ellos una camioneta que se estaba tambaleando, pero mis papás pensaron que el conductor iba borracho.

En una curva la camioneta se dio la vuelta y les bloqueó el camino de ida y de regreso. Mi papá vio que de la camioneta se bajó una persona, pero mi mamá vio a seis. Les empezaron a apuntar con metralletas. Mi papá sintió que ese día venía con muchísimas bendiciones y a la mente se le vino toda la familia, yo y otros dos hermanos que se iban a quedar solos. Mi hermana sólo pensó: “aquí ya quedé”. Y mi mamá sólo pensaba en nuestros hermanos. Mi papá sintió que él necesitaba seguir, que no se debía quedar parado ahí; alcanzó a dar una vuelta y, como fue cuestión de segundos, rodeó la camioneta y lograron escapar por el pequeño espacio que había quedado.

Gracias a Dios están bien. Mi papá dice que ese día se sentía acompañado, que estaba con ellos una persona más. Yo recordaba haberle pedido a don Álvaro: “me los cuidas, por favor”. Y es algo que sigo haciendo todas las noches.