El CIAT, que inició hace 27 años, surgió por iniciativa del beato Álvaro del Portillo para ayudar en la formación permanente de los sacerdotes. El padre Andrés Arce, que organiza estos cursos, explicó que es muy importante que el clero continúe estudiando filosofía, teología, etcétera, para ayudar a los fieles.
¿Cómo surgió el CIAT?
Este 2015, el Curso Internacional de Actualización Teológica está en su sesión 27ª. El curso nació por iniciativa del hoy beato Álvaro del Portillo, que preocupado por la formación permanente del clero, quiso que comenzáramos a buscar modos para que los sacerdotes nos ayudáramos en esta formación. Así surgió este curso que tenemos cada año, en la primera semana de julio, en esta sede de Lago de Guadalupe.
Es bonito ver cómo los sacerdotes que participamos en estos encuentros siempre sacamos algo nuevo. Los que vienen por primera vez acaban muy agradecidos, algunos de ellos incluso dicen que el curso ha sido una renovación espiritual. Un sacerdote comentaba que una de sus parroquianas le dijo: “Padre, ¿a dónde fue? Viene cambiado". Todo esto es un aliciente para seguir con estos cursos que nos ayudan a actualizarnos en la teología, en la filosofía… además de que nos ayudan en el tema de la fraternidad sacerdotal y a conocer sacerdotes de otras diócesis , porque el CIAT está abierto a todas las diócesis de México y del mundo entero. Han venido sacerdotes de Brasil, Argentina, Chile, Guatemala, Estados Unidos…

En el contexto actual, ¿por qué es importante que existan este tipo de cursos?
Me parece que los sacerdotes, que somos pastores, necesitamos profundizar más en las situaciones actuales por las que pasa la sociedad, en la que hay muchas corrientes que apartan de Dios. Los sacerdotes debemos tener los argumentos necesarios para poder ayudar a la gente a descubrir dónde se encuentran la felicidad y la paz. Si no tenemos los argumentos, va a ser muy difícil ayudar a la comunidad que se nos ha encomendado.
¿Cómo se puede abordar a los jóvenes y a sus familias para integrarlas en la fe?
Yo pienso que esto se logra enseñándoles qué es la persona humana y el sentido que tiene el hombre en la vida. Muchos jóvenes no saben para qué están en el mundo, y por eso buscan solamente las cosas placenteras o los momentos de diversión, porque no acaban de entender para qué estamos aquí. Es muy importante llegar a los adolescentes y a los jóvenes y enseñarles donde pueden encontrar la felicidad, sin hacer cosas que vayan en contra de la naturaleza humana, como las drogas, el alcohol y otras adicciones que ahora se presentan como la felicidad.