Álvaro del Portillo: el apóstol leal

En Monterrey, México, afirma el autor "esta beatificación resonará de modo especial ya que don Álvaro estuvo aquí en una ocasión, en 1983, y se reunió con cientos de regiomontanos. Y también él mismo impulsó la tarea formativa que realiza el Opus Dei en la Ciudad de los Niños".

El Papa ha decidido que la Beatificación de Álvaro del Portillo, Obispo y Prelado del Opus Dei, primer sucesor de San Josemaría Escrivá al frente de esta institución, sea en Madrid el próximo 27 de septiembre.

Una beatificación, lo mismo que una canonización, no son momentos de "culto a la personalidad", sino más bien son ocasiones de admirar la fuerza de la acción divina, que de tal manera puede actuar en un hombre o en una mujer, que los transforma con su libre correspondencia en personas felices, alegres, y entregadas a la causa del Evangelio en medio de cualquier tipo de dificultades.

La Iglesia no eleva públicamente a los altares a todos lo que han vivido de modo ejemplar su fe, lo hace sólo con aquellos que por su resonancia en los corazones de la gente, pueden ser propuestos como ejemplos de vida, que inspiren a los demás.

También en el caso de Álvaro del Portillo se cumplen las palabras de Jesucristo de que "todo el que se humilla será ensalzado" y aquellas otras de "no se enciende una luz para ocultarla debajo de la cama, sino que se pone en el candelero para que brille".

Efectivamente, el testimonio de los que lo trataron coincide en que fue un hombre de profunda humildad, cuya meta en la vida era la de buscar en todo la gloria de Dios.

Efectivamente, el testimonio de los que lo trataron coincide en que fue un hombre de profunda humildad, cuya meta en la vida era la de buscar en todo la gloria de Dios. Y sin embargo, a la hora de su muerte fue patente el agradecimiento lleno de cariño que mucha gente le manifestó acudiendo a su funeral en Roma, y pidiendo desde el primer momento favores a Dios por su intercesión.

Entre las personas que acudieron a rezar ante los restos mortales de don Álvaro, figura en primer término la presencia de Juan Pablo II, al que le unía una profunda amistad. En aquella ocasión, después de permanecer de rodillas durante 10 minutos, el Papa se levantó y le presentaron el texto del responso, oración tradicional por los difuntos, pero en vez de ello rezó la Salve y tres Glorias, como si estuviera convencido de que más bien había que dar gracias porque su gran amigo se había ido al cielo.

En torno a su fallecimiento, el 23 de marzo de 1994, muchos fieles del Opus Dei recordaron las palabras que el mismo Fundador había escrito en una ocasión: "Álvaro es un modelo, y el hijo mío que más ha trabajado y más ha sufrido por la Obra (el Opus Dei), y el que mejor ha sabido coger mi espíritu".Porque ciertamente la fidelidad fue una de las características más relevantes de su vida.

Es lógico que San Josemaría necesitara, desde el principio, buenos apoyos para llevar adelante una empresa humana y espiritual de ámbito universal; y estaba convencido que Dios le había hecho el favor de poner a su lado a don Álvaro.

Impresiona ver cómo fue su vocación y cómo, desde el primer momento, no volvió a tener nunca una duda. Él mismo cuenta que, cuando tenía 21 años, antes de salir de vacaciones en verano, se le ocurrió ir a despedirse de un sacerdote (era San Josemaría) que le había caído bien y al que sólo había visto una vez. Al día siguiente de ese encuentro, don Álvaro pidió ser admitido en el Opus Dei y escribió que "comenzó su verdadera vida". Y desde entonces simplemente fue fiel todos los días hasta la muerte.

Con el tiempo se verá que la resolución inmediata de comprometerse con el Señor, no fue fruto sólo de un entusiasmo emotivo pasajero, sino también algo más profundo, algo sobre lo que reflexionaba.Un don de Dios. Con esa luz que recibió al principio enfocó todo lo que vendría después, de modo que la lealtad a su vocación se mantuvo lo mismo en épocas de bonanza que en épocas de tempestad y de lucha.

San Josemaría muy pronto le comenzó a llamar saxum , que significa roca, por el apoyo que significaba su fidelidad, y le escribió: "¡ Saxum !: ¡qué blanco veo el camino -largo- que te queda por recorrer! Blanco y lleno, como campo cuajado. ¡Bendita fecundidad de apóstol, más hermosa que todas las hermosuras de la tierra!".

Además, aquí en Monterrey, esta beatificación resonará de modo especial ya que don Álvaro estuvo aquí en una ocasión, en 1983, y se reunió con cientos de regiomontanos. Y también él mismo impulsó la tarea formativa que realiza el Opus Dei en la Ciudad de los Niños, en Guadalupe.

Al cumplir 80 años, pocos días antes de su muerte, pronunció estas palabras que pueden servir de epílogo, y que reflejan bien su gratitud por lo recibido: "En mi corazón, gracias a Dios arde con fuerza el fuego del amor. Por eso me siento muy joven. La juventud de la edad es algo simplemente fisiológico y no es tan importante; lo que cuenta de verdad es la juventud interior. Es la juventud de los enamorados -enamorados de Dios-, que se esfuerzan por hacer crecer siempre más su amor".Y así murió, lleno de vitalidad interior.

Le podemos pedir al nuevo Beato el favor de que nos contagie su fidelidad a lo que más vale la pena.

El autor es Vicario del Opus Dei en Monterrey

Carlos Núñez Aispuro // El Norte