«En estos momentos es cuando más falta hace estar en el Líbano»

Fina llegó al Líbano hace casi veinte años, poco después de la canonización de san Josemaría. Una aventura que todavía continua porque, a pesar de la situación actual que vive el país, piensa permanecer allí el tiempo que sea necesario. Ama el país de los cedros y a su gente y quiere estar cerca de ellos ayudándoles en tiempos difíciles.

Fina, con madres libanesas que participaron de un fin de semana de formación organizado por el Opus Dei
Fina, con madres libanesas que participaron de un fin de semana de formación organizado por el Opus Dei

Desde 1996 el Opus Dei está presente de forma estable en el Líbano con la misión de contribuir a la Iglesia de ese país, promover entre los cristianos una vida coherente con la fe en sus circunstancias ordinarias y anunciar el Evangelio.

Fina, pedagoga y licenciada en historia del arte, es numeraria del Opus Dei. Es natural de Girona y lleva veintidós años viviendo en el Líbano. Ella misma explica cómo tomó la decisión cuando se le presentó una necesidad, “hacía falta una persona para apoyar la labor que la Obra había empezado aquí hacía poco tiempo y me pareció toda una aventura, aunque no conocía casi nada del país. De hecho, lo primero que hice al saber que vendría a vivir al Líbano fue mirar su situación geográfica. Me lancé con mucha ilusión a algo que realmente ha cambiado los horizontes de mi vida. Un sí pequeño y generoso a una llamada que te lleva a cosas grandes y al mismo tiempo ordinarias”.

Al llegar al Líbano se encontró con “un país precioso, muy bonito y con acogedora, hospitalaria y con un gran corazón, de quien se aprende mucho”, afirma. “También siempre ha sido un país que ha sufrido y con un gran espíritu luchador y emprendedor”. La naturaleza es otra cosa que enamora a Fina, “aquí todo es una maravilla, la montaña, el mar, los cedros, la luz espectacular… mi debilidad son las puestas de sol, como bien sabe quién me conoce”.

Una puesta de sol vista desde el Líbano.
Una puesta de sol vista en el Líbano.

¿Cuál crees que es la aportación del mensaje cristiano y, por tanto, de la Obra en el país de los cedros?

Para empezar, diría que el Líbano es la cuna del cristianismo. Encontramos muchas cosas de las que podemos aprender. También digo, con palabras de una amiga que “lo extraordinario nos atrae mucho, pero agradecemos que haya venido el Opus Dei para mostrarnos el camino y los medios de santidad también en la vida ordinaria”.

Es un país con mucha religiosidad, con bastantes santos: santo Maroun, santo Charbel, santa Rafka, Hardini, Pedro Yaoub… La mayoría son religiosos, aunque ahora acaban de canonizar unos hermanos laicos. Recientemente, el pasado mes de agosto, asistí con emoción a la beatificación del patriarca Estephanos Douaihy, aquí en el Líbano, en Bkerke.

Algo que la gente espera es la doctrina, para ayudarles a crear esta unidad de vida, tan necesaria para testimoniar la coherencia de una vida cristiana.

Por otra parte, la convivencia con el mundo islámico es también un elemento a valorar, como nos dijo san Juan Pablo II “el Líbano más que un país es un mensaje”.

El pasado 30 de junio celebraron la Misa de la fiesta San Josemaría en Bkerke. En la foto, Fina con un grupo de familias que asistieron.
El pasado 30 de junio celebraron la misa de la fiesta de san Josemaría en Bkerke. En la foto, Fina con un grupo de familias que asistieron.

Trabajas en una ONG, ¿nos podrías explicar un poco en qué consiste tu trabajo?

El pequeño grano de arena que cada uno pone es muy importante. No puedes solucionar los grandes problemas bélicos regionales. Quizá lo que haces es invisible y no es noticia en los medios de comunicación pero si llega de verdad al corazón y estás al lado de cada persona, de la forma que ella lo necesita en ese momento, eso es muy importante. 

Encontramos gente sola, enferma, con situaciones familiares difíciles, enfermedades de los niños, madres a punto de dar a luz … Escuchar, estar presente cuando es necesario, echar una mano... En fin nada más y nada menos que mostrar el espíritu cristiano a fondo.

Gracias a Dios, hay muchas instituciones solidarias, equipadas y preparadas profesionalmente para dar ayuda en estos momentos, que hacen un trabajo espléndido y siempre puedes echar una mano, pero​ como he dicho, es necesario llegar a cada persona. ¡Esto es una gran labor preciosa y muy importante… solidaridad!

Personalmente, colaboro en una ONG libanesa que se dedica al desarrollo y promoción de la mujer facilitando formación a diferentes niveles, con actividades para la juventud, madres jóvenes, apoyo a la familia, etc.

Una actividad que debe ser muy creativa porque en nuestro país las circunstancias cambian a menudo y debes estar en sintonía para procurar llegar de verdad a lo que la gente le hace falta y necesita en cada momento.

Recuerdo, por ejemplo, el 4 de agosto de 2020 cuando sucedió la explosión en el puerto, en dos minutos, de dos barrios cristianos sólo quedaba​ el polvo. También en mi casa explotaron todas las ventanas y durante varios meses vivimos sin cristales y con un polvo de vidrio​​ que tardamos tiempo en limpiar. En aquellos momentos organizamos SOFRA, una cocina solidaria para ayudar a las personas más afectadas; en otros momentos, durante la gran crisis económica que hundió el país en 2019 hicimos una cocina creativa en tiempos de crisis para ayudar a las madres jóvenes que trabajan para que aprendieran a elaborar una cocina simpática con casi nada.

Así que procuramos apoyar a la familia, a madres jóvenes, a fin de poder ofrecer a sus hijos, iniciativas que fueran un complemento a su educación y formación humana y espiritual que reciben en las escuelas; esto a través de actividades de ocio.

¿Cómo estáis afrontando la actual guerra en Oriente? ¿Piensas quedarte en el país?

La del 2006 creo que fue diferente, la viví de manera diferente; ahora veo la guerra con más peso psicológico. Al momento sabes donde ha caído la bomba, qué ha pasado, todo el mundo está pegado al móvil y a las redes y  se vive con más estrés. Los drones sobrevolando el cielo…

En la actual han comenzado por atacar los barrios chiitas, pero ahora, como han tenido que desalojar estos barrios, la gente sale como desplazados​ hacia el norte y se están perdiendo un poco las señales de seguridad. Me parece que en estos momentos es cuando hace más falta estar aquí. Todo el mundo intenta hacer vida normal, en la medida de lo posible.

¿Qué podemos hacer quienes no vivimos esta situación? ¿Qué te ayuda a vivir estos días de conflicto e incertidumbre con más paz y visión sobrenatural?

¿Qué se puede hacer?... Rezar. Tenemos y sentimos el apoyo de toda la Obra y la oración es el arma más poderosa. Para mí son de gran ayuda unas meditaciones de san Josemaría cuando él mismo estuvo en una situación parecida, aunque mucho más grave que la nuestra. Cualquier situación en la que te encuentres, tienes siempre su ejemplo y es un faro para todo, una gran ayuda. Todo un programa de vida, para vivir cada situación concreta, que te llena de paz, de serenidad y esperanza. Cómo él mismo decía “todo es para bien” aunque en algunas ocasiones, sea difícil de comprender.

Todos los días en la Obra rezamos una oración preciosa, que te hace sentir de forma muy fuerte la comunión de los santos, y en ella está el salmo: El Señor es mi luz y mi salvación, ¡de qué tener miedo!

Hace pocos días, el prelado de la Obra nos ha escrito una carta muy bonita y nos recuerda lo que decía san Josemaría, que lo más divino de nuestra vida de hijos de Dios es perdonar, y el Señor se quiere servir de nosotros para “ahogar el mal con abundancia de bien”.

En estos momentos están muy vivas las palabras que san Josemaría dice en la homilía Amar al mundo apasionadamente que dicen que “o sabemos encontrar al Señor en nuestra vida ordinaria, o no lo encontraremos nunca” aunque ahora el hecho ordinario sea algo extraordinario.