Vázquez de Prada cita sucesos parecidos, que san Josemaría anotó en sus Apuntes, como el siguiente:
Continúa la racha de insultos a los sacerdotes [...]. Hice propósito —lo renuevo— de callar, aunque me insulten, aunque me escupan. Una noche, en la plaza de Chamberí, cuando yo iba a casa de Mirasol, alguien me tiró a la cabeza un puñado de barro, que casi me tapó una oreja. No chisté. Más: el propósito, de que vengo hablando, es apedrear a esos pobres odiadores con avemarías.